En el texto aparecen normas de riego heredadas del mundo árabe y que se siguen aplicando en la Huerta. Una de ellas es la forma de medir el agua, que es un agujero a través de una piedra y, como
suele ocurrir, con el paso del tiempo, estos agujeros o módulos se
rompen o se ensanchan o estropean y de ahí nacen las discusiones
entre regantes que colindan y la solución es la que da el cadí, es
decir, el juez de aguas, que solventa el pleito. Solución que no es
otra más que reponer la piedra con la medida exacta del agujero
hecho de nuevo.
Otra impresionante coincidencia es que la medida del agua que
se distribuye entre ambos la denominan "fila", es decir, una parte
para uno y otra para otro.
Menciona el documento que entre las partes se pelearon delante
del juez o cadí, cosa usual en la Huerta hoy día cuando se
discute por hechos como el del pleito; y es curiosísima la expresión
"tuvieron barajasy', que no es más que una castellanización de la
palabra "baralles", o "barallarse", que en valenciano es precisamente,
tener discusiones violentas. Y como final, el que sigue hoy
mismo existiendo hoy entre labradores y acequias; "y dí fue hecha
concordia entre las dos alquerías en esta manera, que se ponga
una rueda con un agujero en medio para que tomen el agua los del
lugar de Carze dos filas y media y los de Torox otras dos filas y
media de las nombradas y cuando el agua sea más de cuatro filas
tomarán los de la alquería de Carze de la dicha agua juntamente
con los de Torox, por tener alto el azud y primero y más antiguo".
Y hasta el final es expresivo; que habiendo comprobado que
era la mejor solución fue aceptada por todos en concordia y complacidos
con el juez y así se consigna "y fueron contentos todos los
presentes y partes y fue quitado de entre ellos el pleito y baraja lo
cual fue hecho en su presencia de dicha concordia". Y de ello certifican
los testigos, diez árabes cuyos nombres omitimos.
Tres siglos después reinando Felipe II se repetía el pleito por
la misma razón y la solución fue aportar el pergamino árabe de 1223
y por eso ha llegado hasta nosotros y, traducido, hacerlo cumplir.
Y fue traducido y transcrito en 30 de agosto de 1576 en Madrid,
de orden del Consejo de Aragón, por el Presbítero de la Parroquia
de San Pedro de Alhama del Reino de Granada, llamado Francisco
López Tamarit, como intérprete y gran conocedor de la escritura
y lengua arábiga. |