Volver a la portada

Introducción

¿Qué es la sequía?

Tipos de sequía

Indicadores de sequía

Desertificación

Breves apuntes históricos de la sequía en España

Consecuencias de la sequía

 

Efectos en España

Gestión y planificación de la sequía

 

Situación en España: Planes de actuación y prevención

 

Medidas adoptadas

La gestión de las sequías en la DMA

Noticias

Documentos

Enlaces


Breves apuntes históricos de la sequía en España

La Organización Meteorológica Mundial propuso definir la sequía como la secuencia atmosférica caracterizada por el desarrollo de precipitaciones inferiores a las normales en un 60% durante más de 2 años consecutivos. Para nuestro país, el profesor Morales Gil propuso una reducción del 40% del total para el sureste y Levante y un 25% para las áreas del cantábrico .

Las sequías en nuestra península no es un fenómeno reciente como algunos podrían creer. Diversas crónicas medievales que han llegado hasta nosotros nos hablan de periodos de baja pluviometría. Durante el califato de Abderramán III, el territorio de Al-Andalus sufrió los rigores de la escasez de agua tal y como nos lo relata Ibn Hayyán en el Muqtabas V . Según este relato, en la segunda mitad del año 941 Córdoba y sus alquerías ven secarse sus aljibes y sus campos circundantes son totalmente estériles lo cual propició que el cadí (sacerdote musulmán) tuviera que realizar plegarias por lluvia durante casi dos meses.

RogativaEstas plegarias llamadas rogativas no son otra cosa que unas simples oraciones o súplicas al Todopoderoso, para propiciar la llegada de las lluvias. Este tipo de rogativas pro-pluvia nacen muy probablemente en las religiones indoeuropeas politeístas. Posteriormente, en el Cristianismo estas rogativas van a ser una práctica bastante antigua: las procesiones de rogativas fueron instituidas por San Mamerto, obispo de Viena, en el año 469. Muchas de estas rogativas quedaron registradas documentalmente en los archivos de los obispados lo cual es una fuente muy valiosa para conocer periodos de sequía. Una de ellas recuperada de la diócesis de Burgo de Osma decía “…Virgen Santa del Espino, ten compasión de los pobres, -échanos un chorro de agua, -defiende a los labradores..".

Así mismo, son innumerables las rogativas pro pluvia recogidas en los archivos diocesanos de Tortosa, Barcelona o Urgel con las cuales se intentaba poner freno a una terrible sequía entre 1567 y 1568. Algunas crónicas locales corroboran este hecho ya que nos mencionan un descenso de los niveles de los ríos tan brusco que las aceñas (molinos hidraúlicos) tuvieron graves problemas de funcionamiento en todas estas comarcas.

Pero si analizamos los precios de dos productos tan primordiales como son el aceite y el trigo observamos una subida espectacular de ambos lo cual sin duda alguna tuvo que estar íntimamente relacionado con las malas cosechas provocadas por la continua sequía de 1567 y 1568.

Año

Aceite (maravedíes/arroba)

Trigo (marevedíes/fanega)

1565

394,5

219,8

1566

420

324

1567

534,4

378,5

1568

441

373,5

1569

382,8

293

Fuente: Hamilton, E. J. (1934); American treasure and the price revolution in Spain. Ap.IV

Aunque hubo una cierta recuperación a finales del siglo XVI, los rendimientos de las cosechas a principios del siglo XVII fueron empeorando y así podemos constatar dos grandes crisis agrarias: 1604-1605 y 1615-1617. Los inviernos de 1603-04 y 1604-05 fueron bastante secos en gran parte de la geografía peninsular. La fuente documental que mejor refleja dichas cuestiones lo tenemos en los “Diezmos del Pan”, renta que se pagaba para los vestidos de los canónigos y que se denominan Vestuarios. Algunos arciprestazgos dependientes del Arzobispado de Toledo muestran una clara tendencia a la baja de los diezmos cobrados durante este periodo, como bien se ve en Ciudad Real. Incluso, las mismas crónicas locales de la ciudad mencionan que ya en agosto de 1604, Ciudad Real obtuvo licencia del monarca para tomar a censo 4.000 ducados destinados a la compra de pan. En noviembre de dicho año tomó otros 3.000 con el mismo fin. Y al año siguiente, en agosto de 1605, a la ciudad le fue concedida facultad para tomar 10.000 ducados a censo. Ahora bien, esta crisis con toda su espectacularidad, fue ampliamente superada por la de 1616-1617 que cabe inscribir en un período generalizado de sequía. En abril de 1616, se realizaron rogativas a la Virgen del Prado con el objeto de procurar la lluvia. La cosecha de 1616 fue la más baja de los tiempos modernos; un 90 por 100 inferior respecto a la media de 1592-1604.

Hasta este momento hemos visto que nuestro conocimiento sobre las sequías solamente se podía inferir a partir de las crónicas locales, rogativas pro pluvia o bien analizando minuciosamente las rentas pagadas por los campesinos. No será hasta entrado el siglo XIX cuando se generan varios observatorios pluviométricos y con ello la obtención de una información más precisa. Una de las primeras fue la tabla de precipitaciones del Observatorio de Sevilla en la Encarnación, recogida por Gerardo Vicuña en su Manual de Meteorología Popular .

Precipitaciones recogidas en el observatorio de la encarnación (Sevilla)

 

 

 

 

 

 

[Pulsar sobre la imagen para verla ampliada]

 

Fuente: Vicuña, G (1999); Manual de Meteorología popular. Edición Facsímil

Aunque solamente tenemos datos de un decenio, es una información bastante valiosa ya que ofrece una información precisa. En primer lugar, existe un descenso brusco de las precipitaciones entre 1868 y 1869 que puede inscribirse a un periodo generalizado de sequía en toda nuestra geografía ya que Font Tullot en su trabajo Historia del clima también registra terribles sequías en la Meseta Norte en 1869, con especial incidencia en las provincias de Zamora y Valladolid. No obstante en 1874 se vuelve a repetir este fenómeno incidiendo principalmente en el sur y en la costa levantina.

La España del siglo XX también sufrió con mayor insistencia si cabe los rigores de este fenómeno. Una terrible sequía se produjo en 1930, lo cual acrecentó la tensión social y política que se venía arrastrando desde hacía varios años. En las regiones de latifundio, la explotación extensiva e incompleta sólo proporcionaba una contratación insuficiente e irregular. Las tierras siempre codiciadas por un campesinado depauperado se reclaman más abiertamente e incluso a veces se ocupan ilegalmente. Toda una serie de convulsiones políticas, sociales y económicas se van a juntar lo cual desembocará en la proclamación de la II República en abril de 1931.

Las sequías que en los años centrales del siglo XX afectaron con diversa intensidad a España, pusieron en evidencia el desfase existente entre necesidades de consumo y recursos de agua disponibles, impulsando una enérgica política de obra pública que se centró fundamentalmente en aumentar la capacidad de almacenamiento y de forma secundaria, aunque también importante, en facilitar el transporte de caudales e incluso la conexión entre distintas cuencas - caso del trasvase Tajo-Segura -. El esfuerzo realizado es advertible en el hecho de que hoy existen en España 1070 grandes embalses, lo que proporciona la mayor superficie por habitante del mundo.

En cualquier caso el relativo equilibrio que podría esperarse, se ha roto con frecuencia cuando la creación de consumos ha precedido a la disponibilidad inmediata de recursos, como ha ocurrido en la cuenca del Segura. Dos episodios secos relativamente próximos en el tiempo y situados en los años 1980-83 y 1990-94, pueden ilustrar algunos aspectos. La primera de ellas afectó a gran parte de la península ibérica, advirtiendo sus consecuencias directas en la actividad agraria -descenso de cosechas-, el aumento desorbitado de las perforaciones acuíferas, con claros síntomas de sobreexplotación y salinización de las aguas en las cuencas del centro y sur de España y con caracteres muy intensos en las del Júcar, Segura, Guadiana y Sur. Además, se manifestaron dificultades en el abastecimiento de numerosos núcleos urbanos, localizados en su mayoría en el sur de España y que llegaron a ser muy intensas en las provincias de Badajoz, Sevilla, Toledo, Tarragona y Cádiz. El "Plan Agua Roja", establecido por Protección Civil, trató entre 1981 y 1983 de solucionar estas situaciones, procurando el abastecimiento incluso mediante camiones cisterna.

El inicio de la década de los noventa coincide con un periodo de sequía, que sin duda sensibiliza a la opinión pública, creándose un debate desde el propio gobierno al enviar al Consejo Nacional del Agua, en abril de 1993, el anteproyecto de Plan Hidrológico Nacional.

Según los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Meteorología el año hidrometeorólogico 2004-2005 que ha comenzado se está caracterizando por un acusado déficit de precipitaciones, incluso el pasado mes de enero ha sido uno de los meses más secos de los últimos 50 años, junto con los de los años 1983 y 1993. Estamos viviendo un invierno bastante frío y con pocas precipitaciones -la mayoría en forma de nieve- muy similar al del año 1993 (ver tabla). En el conjunto de los últimos tres meses (Noviembre-Diciembre-Enero) las precipitaciones acumuladas sólo suponen el 40% del valor normal y en el caso extremo de enero, tan sólo el 16% del valor medio. Este trimestre ha supuesto el periodo noviembre-enero de menor precipitación media en España en los últimos 50 años.

Tabla de datos históricos de pluviometría (1990-2005)

Fuentes de información empleadas:

http://www.ub.es/geocrit/sn-53.htm
http://www.marm.es/es/agua/temas/evaluacion-de-los-recursos-hidricos/boletin-hidrologico/default.aspx

Arjona Castro, A. (2003); “Reinado de Abderraman III, (931-942)” Ana les de la Córdoba musulmana, 4

Barriendos, M (1997). “El clima histórico de Cataluña (siglos XIV-XIX). Fuentes, métodos y primeros resultados”, Revista de Geografía, 30-31 , p. 69-96.

Font Tullot, I (1988); Historia del Clima de España. Instituto Nacional de Meteorología

López –Salazar, A. (1986); Estructuras agrarias y sociedad rural en La Mancha (Ss.XVI-XVII)

Hamilton, E.J. (1934); American Treasure and the Price Revolution in Spain, 1501-1650

Vicuña, G. (1880); Manual de Meteorología popular. Ed. Facsímil, 1999