En líneas anteriores ha quedado claro que los fenómenos naturales que acaban desencadenando desastres humanos y económicos son debidos, en gran parte, a problemas de desarrollo de las regiones que les hacen especialmente vulnerables frente a los efectos catastróficos de las amenazas naturales. La rápida y descontrolada urbanización, persistencia de la pobreza, degradación del medio natural, políticas de gestión, etc. son algunas de las causas de la vulnerabilidad de las regiones.
Además, no es infrecuente que haya una escasa inversión en la mitigación de amenazas naturales ya que las políticas en materia de desastres suelen ir encaminadas únicamente a la respuesta a situaciones de emergencia.
Para anticiparse a estos desastres y reducir sus efectos, en la medida de lo posible, es necesario un enfoque integral que abarque tanto la reducción de los riesgos antes de que se produzca un desastre como en la recuperación posterior. Este enfoque abarca actividades relacionadas con el análisis de los riesgos, medidas de prevención y mitigación, transferencias de riesgos, preparativos e intervención en situaciones de emergencia y rehabilitación y reconstrucción después de los desastres.
Existen diversos programas, iniciativas y numerosas guías que pretenden mitigar el potencial demoledor de los desastres naturales, son ejemplos el programa de Preparativos para Situaciones de Emergencia y Socorro en Casos de Desastre o las guías técnicas incluidas en el sitio web "Desastres y Asistencia Humanitaria" de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres en América Latina y el Caribe, la Plataforma para la Promoción de la Alerta Temprana dentro de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres, LSDR, etc.
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