The residents require a rigorous control of discharges to the Limia

Fri, 26/08/2011

ABC

«Una sesión de maquillaje al embalse de Las Conchas no resuelve el problema de sus aguas», aseguran los vecinos y afectados por la contaminación del Limia que ven como las barcas suministradas por la concesionaria del embalse surcan el líquido contaminado en estos días para quitar los acúmulos de tóxicos que lo han teñido desde el mes de mayo. La «limpieza» del embalse de Las Conchas se desarrolla en medio de un clima de absoluto escepticismo debido, básicamente, al retraso con que llega la acción de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil y a la cuestionada efectividad de los trabajos que desarrollan los operarios contratados cuatro meses después de constatarse el primer brote de algas y el inicio de la contaminación.

Un proceso que continuó hasta este mes de agosto, sin que desde la Administración central se informase debidamente a los posibles usuarios a fin de prevenir cualquier incidencia para la salud, tanto de los vecinos como de los niños y turistas que hicieron uso de instalaciones como O Corgo, donde durante este tiempo los pequeños entraban en el agua sin problema, autorizados por sus padres, desconocedores de lo que estaba sucediendo. Los afectados por la contaminación de Las Conchas consideran que «la medida llega muy tarde, tardísimo, y precedida por un pasotismo generalizado del titular del organismo de cuenca, Francisco Fernández Liñares».

Su preocupación va mas allá del olor nauseabundo que existe en la zona, y que hace este entorno irrespirable; también del aspecto repugnante del embalse. La potabilidad del agua de los pozos podría haberse perdido en muchos casos y lo que ya es evidente es que la producción de los huertos se ha visto mermada al no poder regar con agua del embalse. Esa, dicen algunos de los afectados, «es la factura que pagamos los vecinos por las cosas que otros llevan haciendo mal muchos años».

Al mismo tiempo, piden que la Administración actúe de forma clara y controle rigurosamente la problemática de los vertidos. El problema «hay que resolverlo desde la raíz», advierten, porque de no ser así «los vecinos tendremos que buscarnos la vida en otro lado y los turistas dejarán de visitar lo que otrora fue un entorno natural privilegiado». Ahora desde Las Conchas hasta Lindoso «el río Limia da asco», dijeron, «y lo que es peor, supone un riesgo para la salud de los que utilicen sus aguas».

Según consta en la documentación que la Sociedad Gallega de Historia Natural aportó a los afectados por la contaminación de las aguas embalsadas en Las Conchas, en los últimos años realizaron distintas reclamaciones por las granjas implantadas y por la gran cantidad de purines que producen, apuntándose ya en escritos del 2006 y 2008 que por datos recogidos del ICA y SAICA (control de calidad) la calidad química de las aguas revela «una contaminación orgánica severa de las aguas». Ya entonces, la SGHN alertaba de que se estaban concediendo demasiados permisos para implantar granjas en la Limia: «en la llanura de la Limia hay más de 350 granjas, es decir, 1,2 por kilómetro cuadrado, cifra que ya indica la saturación del territorio con instalaciones ganaderas», decía un escrito presentado el 28 de octubre de 2008 en el registro de la Consellería de Presidencia dirigido al director general de Calidad y Evaluación Ambiental y firmado por el presidente de esta sociedad.