At least five great river suffer serious problems of contamination
Mon, 22/08/2011
En los dos últimos meses, particulares y ecologistas hicieron públicas decenas de agresiones -en su mayoría vertidos o abandono- a varios ríos de Galicia. Se estima que no se conocen ni la cuarta parte de las que existen. Hace solo unos días, purines echados al Barbeira (afluente del Xallas) mataron miles de truchas. Jornadas atrás, 200 vecinos de As Conchas (Ourense) pararon el tráfi co durante 30 minutos en la carretera de Ourense a Portugal para gritar: «O noso río [el Limia] xa non é o noso río, é un depósito de residuos tóxicos». En estos dos meses, hubo mortandad de peces en el Anllóns (a su paso por el coto de Vilaño); el Muíños (en Nigrán); o el Cabe, entre Monforte y Sober.
Abundan los vertidos puntuales, y más a ríos pequeños, pero a mayores existen unos cinco grandes ríos gallegos que, permanentemente, sufren serios problemas de contaminación, una salud defi ciente. Serían, según el hidrobiólogo Fernando Cobo, el Sar, a su paso por Santiago; el Anllóns, en algunos puntos; el Lagares; el Louro y el Umia -al cual llegó a detectar más de 170 vertidos-. En algunos de estos ríos, en ciertos puntos, Medio Ambiente tiene previstas actuaciones. Habría otros más pequeños, como el Con (en Arousa).
Cuando se habla de ríos contaminados, explica el experto, se habla sobre todo de problemas químicos provocados en su mayor parte por vertidos que afectan a la calidad del agua. Los caudales resultan seriamente dañados, sobre todo, a su paso por ciudades, algo a veces vinculado a depuradoras incapaces y a deficiencias de saneamiento. No obstante, además de ríos contaminados, los hay también alterados. Son aquellos que, sin verse afectada la calidad de su agua, sí sufren presencia de obstáculos, como presas, que alteran su hábitat físico, «algo que dende o punto de vista ecolóxico é tan importante coma a contaminación», dice Cobo. En esta situación estarían cauces de la cuenca del Miño-Sil, que sufren una pérdida importante de peces migratorios emblemáticos y, como caso paradigmático, el Mandeo, con muchas minicentrales hidroeléctricas que afectan a poblaciones migratorias e incluso residentes en algún tramo. Victoria Rodríguez, presidenta de Adega y coordinadora del Proxecto Ríos, coincide con Cobo en señalar esos mismos cauces contaminados, y añade el Limia, así como el Gallo (afluente del Umia). «Eses ríos teñen serios problemas, aínda que por exemplo no Lagares se fi xo un maior control. O estado deles é preocupante, soportan cargas contaminantes fortes, sobre todo cando atravesan poboacións, algo moi vinculado á mala depuración», dice Rodríguez.
Pese a ser muy frecuentes los vertidos puntuales, expertos y ecologistas apuntan que la calidad de las aguas se está manteniendo, es decir, que de un año para otro su deterioro no avanza alarmantemente. No obstante, insisten en que no solo hay que hablar de contaminación orgánica, química y térmica (que son las que se suelen tener en cuenta), sino también de la biológica (o silenciosa), relacionada con la presencia de especies invasoras, algo que ocurre cada vez más en ríos gallegos y a lo que, dicen, hay que prestar más atención. Alertan además de la degradación de las márgenes de ríos y del bosque de ribera, lo que impediría la autodepuración de las aguas. «Os ríos son máis que auga, e esta é ademais un ben público e un recurso limitado». La conciencia ha aumentado y está detrás de algunos cambios, pero aún queda mucho por hacer. Daniel López, licenciado en Químicas, insiste en que «o que se está facendo moi mal é o tratamento de residuos que van aos ríos, mesmo hai pobos nos que aínda non hai depuración, e logo tamén inflúe o cambio radical de usos no solo, o abuso de fitosanitarios». Mark Adkinson, presidente en Galicia de AEMS-Ríos con Vida, insiste en que «la situación es arreglable, pero si no actuamos sí diremos adiós ríos, adiós fontes». Desde Medio Ambiente señalan que, en lo que va de legislatura, se destinaron más de 5,5 millones a 271 actuaciones para acondicionar, mejorar y conservar más de 300 kilómetros de ríos.
Abundan los vertidos puntuales, y más a ríos pequeños, pero a mayores existen unos cinco grandes ríos gallegos que, permanentemente, sufren serios problemas de contaminación, una salud defi ciente. Serían, según el hidrobiólogo Fernando Cobo, el Sar, a su paso por Santiago; el Anllóns, en algunos puntos; el Lagares; el Louro y el Umia -al cual llegó a detectar más de 170 vertidos-. En algunos de estos ríos, en ciertos puntos, Medio Ambiente tiene previstas actuaciones. Habría otros más pequeños, como el Con (en Arousa).
Cuando se habla de ríos contaminados, explica el experto, se habla sobre todo de problemas químicos provocados en su mayor parte por vertidos que afectan a la calidad del agua. Los caudales resultan seriamente dañados, sobre todo, a su paso por ciudades, algo a veces vinculado a depuradoras incapaces y a deficiencias de saneamiento. No obstante, además de ríos contaminados, los hay también alterados. Son aquellos que, sin verse afectada la calidad de su agua, sí sufren presencia de obstáculos, como presas, que alteran su hábitat físico, «algo que dende o punto de vista ecolóxico é tan importante coma a contaminación», dice Cobo. En esta situación estarían cauces de la cuenca del Miño-Sil, que sufren una pérdida importante de peces migratorios emblemáticos y, como caso paradigmático, el Mandeo, con muchas minicentrales hidroeléctricas que afectan a poblaciones migratorias e incluso residentes en algún tramo. Victoria Rodríguez, presidenta de Adega y coordinadora del Proxecto Ríos, coincide con Cobo en señalar esos mismos cauces contaminados, y añade el Limia, así como el Gallo (afluente del Umia). «Eses ríos teñen serios problemas, aínda que por exemplo no Lagares se fi xo un maior control. O estado deles é preocupante, soportan cargas contaminantes fortes, sobre todo cando atravesan poboacións, algo moi vinculado á mala depuración», dice Rodríguez.
Pese a ser muy frecuentes los vertidos puntuales, expertos y ecologistas apuntan que la calidad de las aguas se está manteniendo, es decir, que de un año para otro su deterioro no avanza alarmantemente. No obstante, insisten en que no solo hay que hablar de contaminación orgánica, química y térmica (que son las que se suelen tener en cuenta), sino también de la biológica (o silenciosa), relacionada con la presencia de especies invasoras, algo que ocurre cada vez más en ríos gallegos y a lo que, dicen, hay que prestar más atención. Alertan además de la degradación de las márgenes de ríos y del bosque de ribera, lo que impediría la autodepuración de las aguas. «Os ríos son máis que auga, e esta é ademais un ben público e un recurso limitado». La conciencia ha aumentado y está detrás de algunos cambios, pero aún queda mucho por hacer. Daniel López, licenciado en Químicas, insiste en que «o que se está facendo moi mal é o tratamento de residuos que van aos ríos, mesmo hai pobos nos que aínda non hai depuración, e logo tamén inflúe o cambio radical de usos no solo, o abuso de fitosanitarios». Mark Adkinson, presidente en Galicia de AEMS-Ríos con Vida, insiste en que «la situación es arreglable, pero si no actuamos sí diremos adiós ríos, adiós fontes». Desde Medio Ambiente señalan que, en lo que va de legislatura, se destinaron más de 5,5 millones a 271 actuaciones para acondicionar, mejorar y conservar más de 300 kilómetros de ríos.