Exotic species are seriously threatening native fauna of the river

Mon, 01/08/2011

El Correo

La influencia humana en el deterioro del río tiene una mano todavía más larga, y se extiende también a la capacidad de alterar, a veces de manera voluntaria y otras de forma accidental, la flora y la fauna de sus aguas y márgenes.

Jesús Mari García suma a su militancia en Ecologistas en Acción la experiencia como guarda forestal y un profundo conocimiento de nuestro medio natural, y atribuye a la introducción de especies exóticas buena parte de la alteración de flora y fauna experimentada por el Ebro y sus afluentes durante las últimas décadas.

«Plantas de origen asiático, bivalvos de agua dulce como las almejas chinas y el mejillón cebra,o el caracol manzana, que ahora se está retirando de los canales de llenado del delta del Ebro, son algunos ejemplos», indica. Estos seres viajan adheridos a los contenedores o a los cascos de los barcos de transporte y caen en zonas salobres, reproduciéndose rápidamente y colonizando el río.

En otros casos, la proliferación de seres foráneos no tiene un origen tan fortuito y responde a sueltas totalmente premeditadas, «como en el caso del castor, introducido de forma ilegal en el cauce del Aragón y que llegó hasta el tramo calahorrano del Ebro». García alude también a 'escapes' de visón americano, «como sucedió con unos ejemplares procedentes de una granja de San Adrián». Esta variedad amenaza al visón europeo, una especie que estaba muy distribuida por Francia, Alemania y que llegaba hasta la zona del Cáucaso. «Ahora solo se encuentra en La Rioja, Aragón, Navarra, País Vasco y norte de Burgos», explica el experto, «y a la destrucción de su hábitat se suma la amenazade estos 'parientes' americanos, que le transmiten una enfermedad vírica que termina con su vida».

La población piscícola también ha variado de forma notable, proliferando especies como la carpa, el alburno, el percasol, el pez gato o el siluro. Este último, «originario del río Dniéper, en Ucrania, puede llegar a pesar trescientos kilos y aquí, en el Ebro, se han capturado ejemplares de setenta kilos», asegura García. Y han sido los propios pescadores los que han ido introduciendo estas variedades. «En los años setenta se soltaron siluros de forma controlada en el embalse de Mequinenza, pero los pescadores fueron trayéndolos río arriba para poder pescarlos aquí, introduciéndolos en un hábitat que no estaba preparado para recibirlos». El ecologista asegura que la fauna ictícola del Ebro y sus afluentes era estupenda, «con especies autóctonas como el barbo, la tenca, el lucio, el pez fraile, este último en peligro de extinción por la acción del siluro», señala. «Y estos grandes peces terminan además con tritones y ranas».

También los mazones construidos para controlar el cauce del río afectan de forma muy negativa a las poblaciones del fondo, «como la Margaritifera auricularia, una gran almeja que se encuentra ya en peligro de extinción. Es un desastre total y absoluto», lamenta.

Un grupo de cigüeñas en la zona de los sotos de Alfaro.

Los voraces siluros han ido reduciendo las poblaciones de barbo, tenca, lucio y pez fraile El visón europeo lucha por sobrevivir en un hábitat invadido por su 'pariente' americano