The bacterias in the water transferred to the Vinalopó aren´t apt for irrigation
Fri, 15/07/2011
El agua en la desembocadura del Júcar, que ha comenzado a llenar el embalse de San Diego -al final del trasvase al Vinalopó-, sigue sin cumplir los niveles de calidad que permitirían destinarla no solo al abastecimiento, sino también al riego de cultivos hortofrutícolas. A falta de que se realicen los análisis solicitados por los regantes alicantinos al agua embalsada, el último dato conocido del caudal en la toma del trasvase veta su utilización.
Según el informe realizado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) a finales de 2010, el agua en la desembocadura del Júcar presenta unos niveles de bacterias coliformes de 490.000 unidades por cada 100 mililitros. El propio informe del organismo de cuenca admite que dicho nivel supera el rango del límite de seguridad establecido por la legislación vigente, que es de 5.000 unidades por 100 mililitros. En el caso del consumo humano, el nivel de bacterias debería ser igual a cero.
Acuamed, la sociedad estatal que promueve las obras del Júcar-Vinalopó, envió 12 hectómetros cúbicos -prácticamente la capacidad total del embalse construido en Villena- entre enero y abril de este año, como parte del programa de puesta en servicio de la transferencia. Sin embargo, no se realizó ningún análisis de la calidad del caudal antes de trasvasarlo. El último muestreo publicado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), correspondiente a noviembre de 2010 -cuatro meses antes del primer envío de agua-, en cambio, registra unos niveles bacteriológicos en el caudal que impiden destinarlo no ya al abastecimiento, sino incluso al regadío. De hecho, tanto la Orden Ministerial de 11 de mayo de 1988 sobre calidad de las aguas como la más reciente normativa europea del agua impiden legalmente a los regantes recurrir al agua embalsada.
Tal y como han venido denunciando los regantes alicantinos, potenciales usuarios del trasvase -que, sin embargo, no ha recibido aún una sola solicitud de adhesión al convenio-, los elevados niveles de bacterias en la desembocadura del Júcar se explican por el retorno de los cultivos en el tramo final del río. A pesar de que las mediciones de la CHJ se suelen hacer coincidir con las sueltas de agua del embalse de Tous -que arrastran la mayoría de los sólidos en suspensión y renuevan el caudal-, lo cierto es que la presencia de bacterias por encima de los niveles de seguridad es una constante en la desembocadura del Júcar, de donde se toma el agua para el trasvase.
Por contra, las mediciones en el punto de control de Cofrentes, junto a Cortes de Pallás -toma original del trasvase consensuada en 2001 y modificada por la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en 2005- presentan unos niveles bacteriológicos mucho más asumibles tanto por los regantes alicantinos como por los municipios miembros de la Junta Central de Usuarios del Vinalopó-Alacantí. A diferencia de lo que sucede en el Azud de la Marquesa, donde el último dato publicado por la CHJ es de noviembre de 2010, en Cortes de Pallás se evaluó la calidad del agua en marzo de este año. El resultado no admite discusión: en el curso medio del Júcar la presencia de bacterias coliformes es de solo 160 unidades por 100 mililitros, muy lejos del límite de seguridad de 5.000 unidades. Un nivel que permitiría su uso para el regadío sin más tratamiento y, con clorado, también para abastecimiento.
Según el informe realizado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) a finales de 2010, el agua en la desembocadura del Júcar presenta unos niveles de bacterias coliformes de 490.000 unidades por cada 100 mililitros. El propio informe del organismo de cuenca admite que dicho nivel supera el rango del límite de seguridad establecido por la legislación vigente, que es de 5.000 unidades por 100 mililitros. En el caso del consumo humano, el nivel de bacterias debería ser igual a cero.
Acuamed, la sociedad estatal que promueve las obras del Júcar-Vinalopó, envió 12 hectómetros cúbicos -prácticamente la capacidad total del embalse construido en Villena- entre enero y abril de este año, como parte del programa de puesta en servicio de la transferencia. Sin embargo, no se realizó ningún análisis de la calidad del caudal antes de trasvasarlo. El último muestreo publicado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), correspondiente a noviembre de 2010 -cuatro meses antes del primer envío de agua-, en cambio, registra unos niveles bacteriológicos en el caudal que impiden destinarlo no ya al abastecimiento, sino incluso al regadío. De hecho, tanto la Orden Ministerial de 11 de mayo de 1988 sobre calidad de las aguas como la más reciente normativa europea del agua impiden legalmente a los regantes recurrir al agua embalsada.
Tal y como han venido denunciando los regantes alicantinos, potenciales usuarios del trasvase -que, sin embargo, no ha recibido aún una sola solicitud de adhesión al convenio-, los elevados niveles de bacterias en la desembocadura del Júcar se explican por el retorno de los cultivos en el tramo final del río. A pesar de que las mediciones de la CHJ se suelen hacer coincidir con las sueltas de agua del embalse de Tous -que arrastran la mayoría de los sólidos en suspensión y renuevan el caudal-, lo cierto es que la presencia de bacterias por encima de los niveles de seguridad es una constante en la desembocadura del Júcar, de donde se toma el agua para el trasvase.
Por contra, las mediciones en el punto de control de Cofrentes, junto a Cortes de Pallás -toma original del trasvase consensuada en 2001 y modificada por la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en 2005- presentan unos niveles bacteriológicos mucho más asumibles tanto por los regantes alicantinos como por los municipios miembros de la Junta Central de Usuarios del Vinalopó-Alacantí. A diferencia de lo que sucede en el Azud de la Marquesa, donde el último dato publicado por la CHJ es de noviembre de 2010, en Cortes de Pallás se evaluó la calidad del agua en marzo de este año. El resultado no admite discusión: en el curso medio del Júcar la presencia de bacterias coliformes es de solo 160 unidades por 100 mililitros, muy lejos del límite de seguridad de 5.000 unidades. Un nivel que permitiría su uso para el regadío sin más tratamiento y, con clorado, también para abastecimiento.