Emalsa patents the most efficient and less polluting system for the water desalination
Sat, 04/06/2011
Desde la Ley que, en 1906 declaró de utilidad pública el abastecimiento de agua a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, hasta la actualidad, cuando los avances tecnológicos son los que marcan el día a día de la gestión del ciclo integral del agua, la evolución de los sistemas de desalación, distribución, saneamiento y depuración, ha transcurrido un largo camino.
Una trayectoria que deja ya muy lejos aquel 1912, en el que se adjudicó la concesión del servicio de abastecimiento a la sociedad inglesa "City of Las Palmas Water & Power Company Limited", por ser, en aquel momento, la única que contaba con recursos técnicos y económicos suficientes para afrontar con éxito las obras.
Hoy, no sólo es posible gestionar el ciclo integral del agua, sino que los técnicos que trabajan en algunas de las fases del mismo en Emalsa son, a su vez, responsables de los principales avances aplicables a dicho proceso.
Conseguir, en el proceso de desalación de agua de mar que lleva a cabo la desaladora Las Palmas III, un ahorro energético anual de 3.657.500 kilowatios/hora, equivalente a dejar de emitir a la atmósfera alrededor de 2.200 toneladas de CO anuales, es todo un logro. Un éxito por partida doble ya que es fruto de la profesionalidad y dedicación de los técnicos de dichas instalaciones y de la motivación de Emalsa a la hora de garantizar que la protección del medio ambiente no se quede sólo en una mera declaración de intenciones por parte de la compañía, sino un objetivo real que no es incompatible, ni mucho menos, con la optimización de la gestión del proceso.
El sistema ha sido patentado ya a nivel internacional por lo que la 'Desaladora de ósmosis inversa con sistema de recuperación de energía y su procedimiento' (ES200902348) es ya conocida y reconocida en el sector como un éxito de la ingeniería grancanaria.
"Se trata de un trabajo de todo el 2 equipo de Desalación: la ejecución hubiera sido imposible sin el trabajo de todos, y hemos demostrado que el diseño, a la hora de su ejecución, nos permite lograr los mejores niveles de eficiencia energética y producción de agua de todo el mundo", apuntilla Raúl Falcón, jefe de planta de la desaladora.
Una turbobomba de alta presión presuriza el agua de mar previamente filtrada, y entra directamente en la primera etapa de desalación; con una bomba 'booster' se impulsa la salmuera de rechazo de la primera etapa, consistente en agua muy concentrada en sales, a la segunda etapa de desalación. En cada una de esas etapas, el agua de mar se convierte en dos flujos bien diferenciados: un agua desalada (agua producto) y una agua concentrada en sales (salmuera).
La salmuera de rechazo de esta segunda etapa aún conserva gran cantidad de energía cuya recuperación permite optimizar el sistema de desalación en dos etapas, tanto en calidad como en eficiencia energética.
Los números 'cantan' las excelencias del sistema: el porcentaje de conversión de agua de mar en agua desalada se ha mantenido en valores superiores al 50% y además el consumo específico de energía ha descendido con el consiguiente ahorro energético anual de 3.657.500 kilowatios/hora, equivalente a dejar de emitir a la atmósfera las ya mencionados 2.200 toneladas de CO2 anuales.
Una trayectoria que deja ya muy lejos aquel 1912, en el que se adjudicó la concesión del servicio de abastecimiento a la sociedad inglesa "City of Las Palmas Water & Power Company Limited", por ser, en aquel momento, la única que contaba con recursos técnicos y económicos suficientes para afrontar con éxito las obras.
Hoy, no sólo es posible gestionar el ciclo integral del agua, sino que los técnicos que trabajan en algunas de las fases del mismo en Emalsa son, a su vez, responsables de los principales avances aplicables a dicho proceso.
Conseguir, en el proceso de desalación de agua de mar que lleva a cabo la desaladora Las Palmas III, un ahorro energético anual de 3.657.500 kilowatios/hora, equivalente a dejar de emitir a la atmósfera alrededor de 2.200 toneladas de CO anuales, es todo un logro. Un éxito por partida doble ya que es fruto de la profesionalidad y dedicación de los técnicos de dichas instalaciones y de la motivación de Emalsa a la hora de garantizar que la protección del medio ambiente no se quede sólo en una mera declaración de intenciones por parte de la compañía, sino un objetivo real que no es incompatible, ni mucho menos, con la optimización de la gestión del proceso.
El sistema ha sido patentado ya a nivel internacional por lo que la 'Desaladora de ósmosis inversa con sistema de recuperación de energía y su procedimiento' (ES200902348) es ya conocida y reconocida en el sector como un éxito de la ingeniería grancanaria.
"Se trata de un trabajo de todo el 2 equipo de Desalación: la ejecución hubiera sido imposible sin el trabajo de todos, y hemos demostrado que el diseño, a la hora de su ejecución, nos permite lograr los mejores niveles de eficiencia energética y producción de agua de todo el mundo", apuntilla Raúl Falcón, jefe de planta de la desaladora.
Una turbobomba de alta presión presuriza el agua de mar previamente filtrada, y entra directamente en la primera etapa de desalación; con una bomba 'booster' se impulsa la salmuera de rechazo de la primera etapa, consistente en agua muy concentrada en sales, a la segunda etapa de desalación. En cada una de esas etapas, el agua de mar se convierte en dos flujos bien diferenciados: un agua desalada (agua producto) y una agua concentrada en sales (salmuera).
La salmuera de rechazo de esta segunda etapa aún conserva gran cantidad de energía cuya recuperación permite optimizar el sistema de desalación en dos etapas, tanto en calidad como en eficiencia energética.
Los números 'cantan' las excelencias del sistema: el porcentaje de conversión de agua de mar en agua desalada se ha mantenido en valores superiores al 50% y además el consumo específico de energía ha descendido con el consiguiente ahorro energético anual de 3.657.500 kilowatios/hora, equivalente a dejar de emitir a la atmósfera las ya mencionados 2.200 toneladas de CO2 anuales.