Seven species of fish return to the Besòs after years of absence
Mon, 25/04/2011
Uno de los protagonistas de esta historia es un pequeño pez, el pez fraile (Salaria fluviatilis), modesto, sin interés comercial, de apariencia gelatinosa y color grisáceo. El pececillo es la última captura del equipo de biólogos de la Universitat de Barcelona (UB), que desde hace cuatro años evalúa las poblaciones de fauna piscícola del tramo bajo del río Besòs. Además del pez fraile, los encargados de velar por la salud ambiental del Parc Fluvial del Besòs, un espacio naturalizado que recorre el cauce del río a su paso por los municipios de Montcada i Reixac, Santa Coloma de Gramenet, Sant Adrià y Barcelona, han localizado e identificado ejemplares de otras seis especies de peces.
El que llegó a ser uno de los tramos fluviales más contaminados de España, auténtico vertedero de aguas residuales industriales y urbanas, ha vuelto e a tener vida. «En el 2002, ninguna de las especies ahora halladas vivía en el tramo final del Besòs», asegura Mireia Vila, bióloga del parque, que incluye los nueve kilómetros finales del río y que gestiona la Diputació de Barcelona.
MANTENER LA GUARDIA
Con todo, avisa la técnica, «no hay que bajar la guardia, porque solo con que la calidad del agua se rebaje durante un corto periodo, por un vertido o por cualquier otra causa, estas especies podrían volver a desaparecer».
Especialmente celebrada por el equipo de investigadores -dirigidos por Dolors Vinyoles- es la aparición del barbo de montaña (Barbus meridionalis), «una especie endémica del litoral catalán, que colonizaba la cuenca del Besòs antes de que se deteriorara su ecosistema», explica Vila. Tras décadas de ausencia, en el 2009 fue visto de nuevo en el río, «aguas arriba de la depuradora de Montcada i Reixac», precisa la bióloga. Al año siguiente, la población había aumentado hasta los 47 ejemplares por hectárea.
LOCALES Y FORÁNEOS
Otras especies locales que han regresado al Besòs en los últimos años son la anguila (Anguilla anguilla), el bagre (Squalius cephalus) y la lisa (Mugil cephalus), localizados ya en la primera inspección del otoño del 2007. En esa misma campaña, también se encontraron ejemplares de carpa (Cyprinus carpio), una especie foránea. Un año después, se les unió la gambusia (Gambusia holbrooki), una especie que se alimenta sobre todo de insectos y que se introdujo en Europa en el siglo XX «para combatir el paludismo», relata Vila. La novedad del 2010 ha sido el ya mencionado pez fraile, del que se sospecha fue liberado de forma intencionada, ya que nunca antes había habitado en la zona.
«El éxito de la presencia de peces en este tramo final del Besòs es de toda la cuenca, desde la cabecera hasta la desembocadura», concluye la técnica del parque fluvial, que destaca que algunas especies, como la anguila y el bagre, «se están ya estructurando, es decir, se han afincado en el río y empiezan a verse ya individuos de distintas edades y tamaños».
Además de la fauna acuática, los biólogos del parque fluvial han detectado también, desde el 2005, un total de 220 especies distintas de aves, algunas migratorias.
El que llegó a ser uno de los tramos fluviales más contaminados de España, auténtico vertedero de aguas residuales industriales y urbanas, ha vuelto e a tener vida. «En el 2002, ninguna de las especies ahora halladas vivía en el tramo final del Besòs», asegura Mireia Vila, bióloga del parque, que incluye los nueve kilómetros finales del río y que gestiona la Diputació de Barcelona.
MANTENER LA GUARDIA
Con todo, avisa la técnica, «no hay que bajar la guardia, porque solo con que la calidad del agua se rebaje durante un corto periodo, por un vertido o por cualquier otra causa, estas especies podrían volver a desaparecer».
Especialmente celebrada por el equipo de investigadores -dirigidos por Dolors Vinyoles- es la aparición del barbo de montaña (Barbus meridionalis), «una especie endémica del litoral catalán, que colonizaba la cuenca del Besòs antes de que se deteriorara su ecosistema», explica Vila. Tras décadas de ausencia, en el 2009 fue visto de nuevo en el río, «aguas arriba de la depuradora de Montcada i Reixac», precisa la bióloga. Al año siguiente, la población había aumentado hasta los 47 ejemplares por hectárea.
LOCALES Y FORÁNEOS
Otras especies locales que han regresado al Besòs en los últimos años son la anguila (Anguilla anguilla), el bagre (Squalius cephalus) y la lisa (Mugil cephalus), localizados ya en la primera inspección del otoño del 2007. En esa misma campaña, también se encontraron ejemplares de carpa (Cyprinus carpio), una especie foránea. Un año después, se les unió la gambusia (Gambusia holbrooki), una especie que se alimenta sobre todo de insectos y que se introdujo en Europa en el siglo XX «para combatir el paludismo», relata Vila. La novedad del 2010 ha sido el ya mencionado pez fraile, del que se sospecha fue liberado de forma intencionada, ya que nunca antes había habitado en la zona.
«El éxito de la presencia de peces en este tramo final del Besòs es de toda la cuenca, desde la cabecera hasta la desembocadura», concluye la técnica del parque fluvial, que destaca que algunas especies, como la anguila y el bagre, «se están ya estructurando, es decir, se han afincado en el río y empiezan a verse ya individuos de distintas edades y tamaños».
Además de la fauna acuática, los biólogos del parque fluvial han detectado también, desde el 2005, un total de 220 especies distintas de aves, algunas migratorias.