Sanabria study in climate change impacts in sediments of up to 25,000 years
Sat, 19/02/2011
Los sedimentos que se depositan en el fondo de los lagos de la Península Ibérica han proporcionado una información muy valiosa a un grupo de geólogos y biólogos del Instituto Pirenaico de Ecología, centro propio del CSIC con sede en Zaragoza. Los investigadores han analizado estos materiales en siete masas de agua dulce de la Península Ibérica para conocer la incidencia del cambio climático producido desde el último máximo glaciar en las zonas húmedas. Entre los lagos que han sido objeto de estudio se encuentra el lago de Sanabria, cuyos fondos proporcionaron informaciones muy antiguas, con sedimentos datados en 25.000 años.
La investigación, que formó parte de un macroproyecto denominado Calibre, se llamó Limnocal. Los expertos analizaron los lagos de Enol (Asturias), Arreo (Álava), Montcortès (Lérida), Estaña (Huesca), Zoñar (Córdoba), Taravilla (Guadalajara) y Sanabria (Zamora). El proyecto de investigación, que contaba con la financiación de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (Cicyt) y, en Castilla y León, de la Fundación del Patrimonio Natural, pretendía calibrar "los registros y secuencias lacustres y las series meteorológicas utilizando información procedente de los sedimentos y comparando estos datos con otros actuales", explicó a DiCYT su coordinador, Blas Valero.
En líneas generales, el trabajo mostró que la península Ibérica no ha seguido el mismo ritmo de cambios climáticos que el resto de Europa desde el último máximo glaciar, datado hace aproximadamente 20.000 años. Quizá debido a su latitud meridional, los cambios en este rincón del continente supusieron "mayor variabilidad térmica y más cambios en el régimen de precipitaciones", indicó Valero. Los lagos, especialmente aquellos de origen glaciar como Enol o Sanabria, han sido testigos de estos cambios y una registrado, en sus capas de sedimentos, las sucesivas variaciones en el clima. Los investigadores del CSIC han tratado de desvelar estas modificaciones
Para realizar el estudio, el proyecto Calibre contó con un dispositivo excepcional, un sondeador proporcionado por la Universidad de Minnesota (Estados Unidos). Consistía en una plataforma flotante de ocho metros cuadrados que llegó a España por mar y que debía ser trasladada en remolques de lago a lago. La plataforma tenía una torre de sondeo de 10 metros de altura que permitía operaciones a profundidades poco habituales. "Es difícil realizar sondeos en lagos con una lámida de agua de más de diez metros de profundidad", mostró Blas Valero. Con esta herramienta, los investigadores llegaron al fondo de los lagos, que, en el caso de Sanabria, alcanza los 50 metros de profundidad.
Máxima extensión hace 40.000 años
El trabajo de investigación mostró que la máxima extensión de los glaciares en la península Ibérica que dieron lugar a algunos de los lagos no sucedió durante el máximo glaciar, hace aproximadamente 20.000 años, sino antes. "Entre 40.000 y 75.000 años el momento presente". Esta circunstancia es atribuida por los científicos "posiblemente a la latitud más al sur de la península, a la posición meridional de algunos lagos, orientados al sur, y a una asincronía con respecto a lo que sucedía en Groenlandia y otros puntos del norte", explicó Blas Valero.
El proceso de deglaciación de estos glaciares (desde el máximo de la última edad de hielo al comienzo del Holoceno, la época geológica actual, produjo en la península Ibérica "grandes fluctuaciones hidrológicas". La retirada de los hielos, consecuentemente, no se debió a un proceso de aumento progresivo de la temperatura. Esta circunstancia ya se conocía por registros tomados en el Atlántico Norte, y ahora, "se ve con registros continentales" por primera vez. Estos cambios sincrónicos ocurrieron en periodos cortos de tiempo, "décadas", apunta el investigador principal del trabajo. Este periodo tardiglaciar fue, entonces, un periodo de cambios abruptos, "con un gran influjo de la aridez y el frío en la península Ibérica". Los periodos áridos y fríos llegaron a ser "mayores que en el máximo glaciar".
En el Holoceno también se produjeron cambios significativos. Se ha pensado generalmente que esta época ha tenido temperaturas más suaves, y así lo registran los parámetros físicos, químicos y biológicos tomados en la Antártida o en Groenlandia. Sin embargo, el estudio en los lagos peninsulares muestra diferencias. "Se observan diferencias tremendas en los niveles", subrayó Valero. En torno a 3.000 y 4.000 años del tiempo presente se produjeron grandes sequedades. La situación cambió diametralmente en el periodo iberorromano, entre el 500 antes de nuestra era y el 300 después de nuestra era. Entonces, el lago de Zoñar poseía un mayor nivel que el actual. Durante el periodo cálido medieval (entre los siglos IX y XIV) regresaron las condiciones de aridez a los lagos peninsulares. La pequeña edad de hielo, que sucedió al óptimo cálido medieval hasta 1850 aproximadamente, trajo a estas masas de agua un aumento de sus niveles hidrológicos. "Estos registros nos muestran que las cosas cambian más rápido de lo que nos gustaría creer", lo que puede servir de lección para el cambio global que sucede actualmente.
Lago preglaciar en Sanabria
En el lago de Sanabria, los investigadores realizaron cuatro registros, dos en la cubeta occidental y otros dos en la oriental, con los que se registraron acontecimientos de hasta 25.000 años de antigüedad. Los sedimentos han permitido conocer que "hace 26.000 años, existía un lago preglacial en la misma zona de Sanabria". También ha permitido conocer que hace 13.000 años dejó de haber hielo en la cuenca del Tera y que hace 11.000 dejó de existir la influencia glaciar. Los sondeos cortos también muestran acontecimientos muy recientes. El lago presenta un horizonte más arenoso, con una capa de 10 centímetros en todo el embalse, fruto de la rotura del embalse de Ribadelago en 1950.
Blas Valero calificó al lago de Sanabria como "arquetípico" debido a que desde hace 15 años aproximadamente cada mes se realizan toma de registros, "una información vital para conocer cómo y cuándo va a afectar el cambio climático". Este trabajo lo lleva a cabo el laboratorio de Limnología que hay en las inmediaciones. El experto pidió que las Administraciones valoren la información científica que proporciona este centro de investigación y mantengan su financiación.
La investigación, que formó parte de un macroproyecto denominado Calibre, se llamó Limnocal. Los expertos analizaron los lagos de Enol (Asturias), Arreo (Álava), Montcortès (Lérida), Estaña (Huesca), Zoñar (Córdoba), Taravilla (Guadalajara) y Sanabria (Zamora). El proyecto de investigación, que contaba con la financiación de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (Cicyt) y, en Castilla y León, de la Fundación del Patrimonio Natural, pretendía calibrar "los registros y secuencias lacustres y las series meteorológicas utilizando información procedente de los sedimentos y comparando estos datos con otros actuales", explicó a DiCYT su coordinador, Blas Valero.
En líneas generales, el trabajo mostró que la península Ibérica no ha seguido el mismo ritmo de cambios climáticos que el resto de Europa desde el último máximo glaciar, datado hace aproximadamente 20.000 años. Quizá debido a su latitud meridional, los cambios en este rincón del continente supusieron "mayor variabilidad térmica y más cambios en el régimen de precipitaciones", indicó Valero. Los lagos, especialmente aquellos de origen glaciar como Enol o Sanabria, han sido testigos de estos cambios y una registrado, en sus capas de sedimentos, las sucesivas variaciones en el clima. Los investigadores del CSIC han tratado de desvelar estas modificaciones
Para realizar el estudio, el proyecto Calibre contó con un dispositivo excepcional, un sondeador proporcionado por la Universidad de Minnesota (Estados Unidos). Consistía en una plataforma flotante de ocho metros cuadrados que llegó a España por mar y que debía ser trasladada en remolques de lago a lago. La plataforma tenía una torre de sondeo de 10 metros de altura que permitía operaciones a profundidades poco habituales. "Es difícil realizar sondeos en lagos con una lámida de agua de más de diez metros de profundidad", mostró Blas Valero. Con esta herramienta, los investigadores llegaron al fondo de los lagos, que, en el caso de Sanabria, alcanza los 50 metros de profundidad.
Máxima extensión hace 40.000 años
El trabajo de investigación mostró que la máxima extensión de los glaciares en la península Ibérica que dieron lugar a algunos de los lagos no sucedió durante el máximo glaciar, hace aproximadamente 20.000 años, sino antes. "Entre 40.000 y 75.000 años el momento presente". Esta circunstancia es atribuida por los científicos "posiblemente a la latitud más al sur de la península, a la posición meridional de algunos lagos, orientados al sur, y a una asincronía con respecto a lo que sucedía en Groenlandia y otros puntos del norte", explicó Blas Valero.
El proceso de deglaciación de estos glaciares (desde el máximo de la última edad de hielo al comienzo del Holoceno, la época geológica actual, produjo en la península Ibérica "grandes fluctuaciones hidrológicas". La retirada de los hielos, consecuentemente, no se debió a un proceso de aumento progresivo de la temperatura. Esta circunstancia ya se conocía por registros tomados en el Atlántico Norte, y ahora, "se ve con registros continentales" por primera vez. Estos cambios sincrónicos ocurrieron en periodos cortos de tiempo, "décadas", apunta el investigador principal del trabajo. Este periodo tardiglaciar fue, entonces, un periodo de cambios abruptos, "con un gran influjo de la aridez y el frío en la península Ibérica". Los periodos áridos y fríos llegaron a ser "mayores que en el máximo glaciar".
En el Holoceno también se produjeron cambios significativos. Se ha pensado generalmente que esta época ha tenido temperaturas más suaves, y así lo registran los parámetros físicos, químicos y biológicos tomados en la Antártida o en Groenlandia. Sin embargo, el estudio en los lagos peninsulares muestra diferencias. "Se observan diferencias tremendas en los niveles", subrayó Valero. En torno a 3.000 y 4.000 años del tiempo presente se produjeron grandes sequedades. La situación cambió diametralmente en el periodo iberorromano, entre el 500 antes de nuestra era y el 300 después de nuestra era. Entonces, el lago de Zoñar poseía un mayor nivel que el actual. Durante el periodo cálido medieval (entre los siglos IX y XIV) regresaron las condiciones de aridez a los lagos peninsulares. La pequeña edad de hielo, que sucedió al óptimo cálido medieval hasta 1850 aproximadamente, trajo a estas masas de agua un aumento de sus niveles hidrológicos. "Estos registros nos muestran que las cosas cambian más rápido de lo que nos gustaría creer", lo que puede servir de lección para el cambio global que sucede actualmente.
Lago preglaciar en Sanabria
En el lago de Sanabria, los investigadores realizaron cuatro registros, dos en la cubeta occidental y otros dos en la oriental, con los que se registraron acontecimientos de hasta 25.000 años de antigüedad. Los sedimentos han permitido conocer que "hace 26.000 años, existía un lago preglacial en la misma zona de Sanabria". También ha permitido conocer que hace 13.000 años dejó de haber hielo en la cuenca del Tera y que hace 11.000 dejó de existir la influencia glaciar. Los sondeos cortos también muestran acontecimientos muy recientes. El lago presenta un horizonte más arenoso, con una capa de 10 centímetros en todo el embalse, fruto de la rotura del embalse de Ribadelago en 1950.
Blas Valero calificó al lago de Sanabria como "arquetípico" debido a que desde hace 15 años aproximadamente cada mes se realizan toma de registros, "una información vital para conocer cómo y cuándo va a afectar el cambio climático". Este trabajo lo lleva a cabo el laboratorio de Limnología que hay en las inmediaciones. El experto pidió que las Administraciones valoren la información científica que proporciona este centro de investigación y mantengan su financiación.