Two severe droughts in five years shoot the alarm in the Amazon

Mon, 07/02/2011

La Gaceta

Las dos extremas sequías que han asolado el amazonas en apenas un lustro podrían tener unas consecuencias nefastas. Al menos así lo alerta una investigación publicada esta semana en la revista Science. El estudio, liderado por Simon lewis, de la Universidad de Leeds (Reino Unido), analiza las precipitaciones en 5,3 millones de kilómetros cuadrados de la amazonia en la estación seca. Y las conclusiones no pueden ser más desalentadoras: la sequía de 2010 podría haber sido aún más devastadora para las selvas tropicales de la región que la ocurrida en 2005, que en su día fue denominada como un evento único que tiene lugar cada 100 años. Durante la sequía de hace un lustro, los bosques amazónicos no solamente dejaron de absorber el CO de la atmósfera, sino que, además, la putrefacción provocada por los árboles muertos lanzó emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera cifradas en 5.000 millones de toneladas.

El equipo británicobrasileño, autor del estudio, calcula que la escasez de lluvias registrada el año pasado puede tener un impacto superior. Prevén que se sobrepasen esos 5.000 millones de toneladas, hasta situarse en los niveles de emisión de países como E st a dos Unidos -en 2009, EE UU emitió 5.400 millones de toneladas procedentes de combustibles fósiles-.

los autores sugieren que si las sequías extremas como estas se hacen más frecuentes, la capacidad de la selva amazónica como un amortiguador natural para las emisiones de carbono puede tener los días contados. "Tener dos eventos de esta magnitud en rápida sucesión es extremadamente inusual, pero lamentablemente también es consistente con los modelos climáticos que proyectan un futuro sombrío para la amazonia", lamenta lewis. la selva amazónica, que cubre un área de aproximadamente 25 veces el tamaño de Reino Unido, actúa como receptor de atmosférico. En un año meteorológico normal, absorbe aproximadamente 1.500 millones de toneladas de CO , una cantidad que consigue equilibrar las emisiones provocadas en otras zonas del amazonas afectadas por la deforestación, la tala y los incendios y que había ayudado a frenar el cambio climático en las últimas décadas. No fue así en 2005. Ni tampoco el pasado año, cuando el nivel del agua en los cauces de algunos ríos llegó hasta mínimos históricos, como fue el caso del río Negro, afluente del amazonas. De este modo, el río más caudaloso del mundo ha visto cómo su calado se reducía cerca de 14 metros en algunas zonas. "Nuestros resultados deben considerarse como una estimación inicial", apunta el doctor Brando, del Instituto de Investigación ambiental de Brasil, que añade que podrían empeorar ya que sus cálculos no incluyen los gases emitidos por los incendios forestales que se extendieron por amplias zonas de la amazonia durante los años cálidos y secos.