The Xunta require dams to lower the electricity to protect rivers

Mon, 27/12/2010

La Opinión. A Coruña

La Consellería de Medio Ambiente será más exigente con la protección de los ríos y eso obligará a las centrales a reducir su producción hidroeléctrica. Augas de Galicia está elaborando los estudios técnicos que definirán cuál será el caudal fluvial mínimo que hay que preservar para evitar que no se produzcan daños ecológicos. A la espera de que se terminen esos trabajos, el informe de sostenibilidad ambiental que evalúa el Plan Hidrológico Galicia-Costa advierte de que esas medidas acarrearán "efectos significativos negativos" puesto que, según explica, es "previsible" que se produzcan, a nivel global, restricciones en la producción eléctrica de estas presas.

La razón es que la Xunta será ahora más minuciosa a la hora de fijar los caudales ecológicos. En la actualidad las centrales hidroeléctricas debían simplemente garantizar, como norma general, que al aprovechar el agua de un río, el caudal de éste no descendiera por debajo del 10 por ciento de su volumen medio anual. Y este régimen ni siquiera se cumplía en todos los casos. Según explica la Xunta, no se respeta, por ejemplo, en las presas más antiguas, dado que por su especial diseño resulta muy difícil hacer un seguimiento. Medio Ambiente cita también la Presa del Eume que, "al no tener operativo el desagüe de fondo, no puede mantener este régimen".

A partir de ahora no habrá sistema general de caudales ecológicos, sino que se fijará uno distinto para cada masa de agua. Y además las centrales ya no solo deberán garantizar que haya un mínimo de agua en el río sino que también deberán respetar un caudal máximo y estas variables serán distintas según la época del año. La Consellería de Medio Ambiente recalca que cuando se terminen los estudios técnicos se "iniciará un proceso de concertación entre administración y explotadores" y advierte que, en todo caso, las centrales "estarán obligadas a cumplir la normativa".

En el informe de sostenibilidad ambiental que analiza las medidas contenidas en el Plan Hidrológico se advierte del "conflicto que puede surgir por las restricciones que suponga la implantación de este régimen de caudales ecológicos sobre la producción hidroeléctrica".

El impacto sobre la actividad de las centrales es, sin embargo, el único aspecto negativo que se resalta puesto que el nuevo régimen de caudales ecológicos tendrá efectos positivos sobre el estado de las aguas y los ecosistemas acuáticos.

De hecho, el Plan Hidrolóxico Galicia-Costa advierte de que se han detectado un total de 40 tramos de ríos "muy modificados" por soportar infraestructuras como presas, azudes, canalizaciones, dragados o diques.

Los ríos gallegos soportan 74 centrales hidroeléctricas en explotación, con una potencia total instalada de 567 megavatios. El diagnóstico de la Xunta sobre esta situación es claro: "hay tramos de río con cambios continuos del régimen de caudales aguas abajo de las presas, y otros afectados por bruscos cambios provocados por los retornos al cauce, después del salto hidroeléctrico".

La consecuencia es, por ejemplo, "una gran mortandad de peces", según la Xunta, que puede llegar al cien por cien en función de la especie y el tipo de turbina con la que esté equipada la central y la longitud del salto. El salmón, el sábalo, el rego, la anguila y la lamprea son algunas de las especies más dañadas.

Además de las centrales hidroeléctricas sobre los ríos gallegos se ubican otros 33 embalses de almacenamiento de agua y 629 azudes -presa hecha en los ríos de la que se toma agua para regar- que, según Medio Ambiente, no siempre respetan el régimen de caudales ecológicos.

El Plan Hidrolóxico fija además aquellos tramos de río especialmente sensibles que deben ser preservados "sin alteraciones y con escasa o nula intervención humana". La propuesta de la Xunta es catalogar como reservas naturales fluviales un total de siete masas de agua. Estos espacios están ubicados en el Río Masma, (en Lugo) en el Asneiros, (que nace en Dozón), en el Grovas (en Forcarei), en el de Parada de Valdohome (entre A Lama y Fornelos de Montes) además de los regatos de As Cancelas, en el Miño, y Santar, en A Coruña.

La Consellería de Medio Ambiente había dejado claro que no autorizaría nuevas minicentrales en los ríos gallegos, lo cual implicaba no seguir tramitando las 64 solicitudes que estaban paralizadas desde el bipartito. Pero quedaba la duda sobre qué ocurriría con las 33 concesiones de la época del Gobierno Fraga, que contaban con autorización firme pero que aún no habían empezado a construirse porque estaban pendientes de algún papeleo complementario.

Tras elaborar el Plan Hidrolóxico y comprobar el estado de afectación de los ríos, el departamento deAgustín Hernández defiende que "no se construirán nuevas obras en los ríos de Galicia que supongan obstáculos adicionales". Pero para que estas 33 minicentrales, que cuentan con derechos adquiridos, no empiecen a funcionar la Xunta tendrá que negociar con ellas para rescatar la concesión a cambio de una indemnización.

Esto tampoco significa que se bloquee la construcción de la totalidad de las minicentrales autorizadas por el Gobierno Fraga, ya que habrá que negociar con las empresas. Medio Ambiente advierte además que muchas de estas concesiones otorgadas eran repotenciaciones de obras y aclara que, en ese caso, sí está dispuesta a permitir las obras "siempre que no supongan nuevos obstáculos en el curso del río y cumplan los requisitos medioambientales". Los ecologistas como Antón Dios definen a los pequeños ríos gallegos como "islas de la biodiversidad" y "auténticas autopistas verdes" que evitan el aislamiento de las poblaciones. Los ríos de montaña, explica, son "arcas de Noé" en los que resisten, por ejemplo, los salmónidos, tras ir "desapareciendo" de los grandes cursos fluviales por culpa de los embalses.

Pero ahora, advierten, las minicentrales también ponen a estos "salvadores" en peligro. Si los salmones quieren sobrevivir en los ríos gallegos, en muchos casos deberían contar con un entrenamiento superior al de los alpinistas. Con esa metáfora explican tanto Antón Lois, de Amigos da Terra, como Fins Eirexas, secretario de Adega, las dificultades a las que se enfrentan estos peces para remontar las corrientes de los ríos y llegar a las zonas de desove. Lo mismo le ocurre a otros salmónidos, como el rego, el sábalo y la trucha, y a las lampreas. El problema de las anguilas es el contrario: bajan a reproducirse al mar y encuentran el "efecto barrera" provocado por los enormes muros de los embalses. Pero las presas y minicentrales no solo funcionan como muros. El agua estancada, explica Eirexas, es más pobre en oxígeno, con lo que los habitantes de las aguas ven cómo se deteriora su hábitat y tienen que competir con las algas que surgen en las aguas paradas por el poco que queda. Eso sin contar con que el entramado de las rejas que protegen a los peces de las turbinas, si bien impiden el paso a los adultos, provocan, afirma Eirexas en una gráfica imagen, que muchos alevines sean "hechos picadillo".

Los ecologistas también miran al paisaje y a la cultura. Los embalses y las minicentrales, recuerda Eirexas, eliminan , por ejemplo, bosques de robles centenarios (como ocurrió con el que Wenceslao Fernández Flórez llamaba "el bosque animado", en Cecebre).

Para el representante de Adega, los ríos deben protegerse de un modo integral, tal y como reconocen, afirma, los análisis recopilados en el informe ambiental del Plan Hidrolóxico Galicia-Costa. Sin embargo, el mismo estudio alerta de la previsible puesta en funcionamiento de 33 minicentrales. Aunque la Xunta asegura que intentará rescatar las concesiones, una vieja reivindicación de los ecologistas, estos desconfían. Para Eirexas, el nuevo plan es "una oportunidad de oro" para el Gobierno gallego para "demostrar que defiende los ríos" y "si hay que recuperar cauces a golpes de talonario, que se haga". Eirexas asegura que la normativa viene de la UE y que esta no admitirá que los ríos no estén protegidos y lo combatirá con multas y con el veto de acceso a ciertos fondos.