The rain puts to the dams in levels almost record, to the 95.5% of it´s total capacity
Tue, 15/03/2011
Un cañón de agua desafía a la lluvia en el pantano de La Concepción. A menos de un centenar de kilómetros, en el sistema hidroeléctrico del Guadalhorce, la escena se repite. En la capital, el Limonero también abre sus compuertas. La provincia vivió ayer un nuevo día de descarga de agua con hasta tres de sus embalses enrolados en la tarea de liberar excedentes para prevenir accidentes y crecidas. Un mecanismo que, por más que sea objeto de críticas, no deja de ser habitual, aunque pocas veces con un recuento tan rotundo como el de ayer, en el que todas las reservas, incluidas las que permanecieron con las esclusas cerradas, exhibieron niveles que sonaban casi quiméricos en época de sequía.
Según la Delegación Provincial de Medio Ambiente, los pantanos acumulan 592,7 hectómetros cúbicos, lo que los sitúa al 95,5 por ciento de su capacidad, una cifra sin apenas precedentes en lo que va de década. La bonanza es fruto del buen comportamiento, al menos en lo que respecta a la acumulación, de los dos últimos inviernos, pero también a las precipitaciones de los primeros días de marzo, que han servido para ampliar la marca de la mayoría de los embalses. La Viñuela, el de más capacidad de la provincia, ganó 7 hectómetros en apenas una semana, lo que le ha aupado a unos niveles casi de récord, superiores al 93 por ciento.
La apertura de compuertas, sin embargo, se circunscribe de momento a sistemas mucho menos voluminosos como La Concepción, que lleva en proceso de desembalse desde el pasado martes. Durante el día de ayer, mantuvo un ritmo de expulsión cercano a los 26 metros cúbicos por segundo, lo que, más allá de la pérdida de agua, sancionada frecuentemente por expertos y ecologistas, no parece que vaya a afectar en exceso a su caudal, que se mantiene cerca del tope, concretamente al 91,8 por ciento.
El complejo del Guadalhorce, que administra los recursos de los pantanos Guadalhorce, Conde del Guadalhorce y Guadalteba, lleva abierto desde el mismo día. En esta semana apenas ha variado la frecuencia de desagüe, que alcanza los 50 metros cúbicos por segundo. Por su parte, el Limonero comenzó a expeler agua en torno a las dos de la tarde, con una fuerza, 5 metros, mucho más modesta y acorde con sus dimensiones.
Las precauciones adoptadas en los pantanos atestiguan la violencia que adquirió ayer la lluvia en algunos puntos de la provincia, situados desde primera hora de la mañana en régimen de alerta nos en los que se ubican sus casas, fácilmente inundables por la proximidad con el agua. El Ayuntamiento insistió ayer en la imposibilidad del retorno inmediato, sobre todo, por la perspectiva del desembalse desde el Tajo de la Encantada, que está previsto que aumente su intensidad a 85 metros cúbicos. El alcalde, Joaquín Villanova, se mostró muy crítico con la actitud de los propietarios, que ocupan zonas de asentamiento ilegal. «Por culpa de la irresponsabilidad de los que se empeñan en permanecer en esas casas, desoyendo las órdenes de desalojo, ha sido necesario otro dispositivo de rescate de emergencias», señaló.
El Ayuntamiento mantiene doce expedientes en curso por construcción ilegal en la zona. Además, hay dos sentencias de demolición pendientes de ejecución.
El desembalse del pasado viernes, cuyo volumen pasó de 42 a 63 metros cúbicos por segundo, hizo que el nivel del río creciera entre las tres y las cinco de la mañana. A las diez de la noche, el río, que tiene su punto de desborde en los 3,75 metros, presentaba 368 centímetros de altura. A las tres de la madrugada se redujo a dos metros y a las cinco se disparó a 4,18, lo que provocó la crecida y obligó a desalojar a los vecinos.
Según la Delegación Provincial de Medio Ambiente, los pantanos acumulan 592,7 hectómetros cúbicos, lo que los sitúa al 95,5 por ciento de su capacidad, una cifra sin apenas precedentes en lo que va de década. La bonanza es fruto del buen comportamiento, al menos en lo que respecta a la acumulación, de los dos últimos inviernos, pero también a las precipitaciones de los primeros días de marzo, que han servido para ampliar la marca de la mayoría de los embalses. La Viñuela, el de más capacidad de la provincia, ganó 7 hectómetros en apenas una semana, lo que le ha aupado a unos niveles casi de récord, superiores al 93 por ciento.
La apertura de compuertas, sin embargo, se circunscribe de momento a sistemas mucho menos voluminosos como La Concepción, que lleva en proceso de desembalse desde el pasado martes. Durante el día de ayer, mantuvo un ritmo de expulsión cercano a los 26 metros cúbicos por segundo, lo que, más allá de la pérdida de agua, sancionada frecuentemente por expertos y ecologistas, no parece que vaya a afectar en exceso a su caudal, que se mantiene cerca del tope, concretamente al 91,8 por ciento.
El complejo del Guadalhorce, que administra los recursos de los pantanos Guadalhorce, Conde del Guadalhorce y Guadalteba, lleva abierto desde el mismo día. En esta semana apenas ha variado la frecuencia de desagüe, que alcanza los 50 metros cúbicos por segundo. Por su parte, el Limonero comenzó a expeler agua en torno a las dos de la tarde, con una fuerza, 5 metros, mucho más modesta y acorde con sus dimensiones.
Las precauciones adoptadas en los pantanos atestiguan la violencia que adquirió ayer la lluvia en algunos puntos de la provincia, situados desde primera hora de la mañana en régimen de alerta nos en los que se ubican sus casas, fácilmente inundables por la proximidad con el agua. El Ayuntamiento insistió ayer en la imposibilidad del retorno inmediato, sobre todo, por la perspectiva del desembalse desde el Tajo de la Encantada, que está previsto que aumente su intensidad a 85 metros cúbicos. El alcalde, Joaquín Villanova, se mostró muy crítico con la actitud de los propietarios, que ocupan zonas de asentamiento ilegal. «Por culpa de la irresponsabilidad de los que se empeñan en permanecer en esas casas, desoyendo las órdenes de desalojo, ha sido necesario otro dispositivo de rescate de emergencias», señaló.
El Ayuntamiento mantiene doce expedientes en curso por construcción ilegal en la zona. Además, hay dos sentencias de demolición pendientes de ejecución.
El desembalse del pasado viernes, cuyo volumen pasó de 42 a 63 metros cúbicos por segundo, hizo que el nivel del río creciera entre las tres y las cinco de la mañana. A las diez de la noche, el río, que tiene su punto de desborde en los 3,75 metros, presentaba 368 centímetros de altura. A las tres de la madrugada se redujo a dos metros y a las cinco se disparó a 4,18, lo que provocó la crecida y obligó a desalojar a los vecinos.