Solutions to pollution of irrigation

Thu, 28/10/2010

El Periódico de Aragón

La agricultura de regadío es imprescindible para la producción de alimentos en las zonas áridas y semiáridas como el valle medio del Ebro. En España, por ejemplo, el regadío abarca tan solo un 16% de la superficie cultivada, pero su producción supone el 60% del total. Sus beneficios son múltiples, desde la flexibilidad en la elección de cultivos --en secano las posibilidades se ven drásticamente reducidas-- hasta su incidencia directa en un aumento o fijación de la población en el medio rural.

Sin embargo,el regadío también tiene inconvenientes. En primer lugar, lógicamente, la cantidad de agua que consume; en segundo, la contaminación que puede producir sobre los suelos y aguas. La primera de estas desventajas es consustancial a la producción de los cultivos, aún con sistemas de riego modernizados, como explicaremos más tarde; la segunda, sin embargo, se puede reducir, aunque no eliminar. Y en esto trabaja desde hace tiempo la Unidad de Suelos y Riegos del Centro de Investigación y Tecnologías Agroalimentarias (CITA), asociada al CSIC que, junto con el grupo RAMA de la Estación Experimental de Aula Dei (CSIC) conforma el Grupo de Excelencia de la DGA Riego, Agronomía y Medio Ambiente.

Este Grupo ejerció de reciente anfitrión en un Seminario Internacional del proyecto Qualiwater, un proyecto europeo que se inició en 2006 --con una financiación de un millón y medio de euros-- y concluirá a finales de este mes. El proyecto ha analizado la contaminación en la agricultura mediterránea de regadío, contando con investigadores y socios de países como Reino Unido, Turquía, Argelia, Marruecos y Túnez. El proyecto ha sido coordinado administrativamente por el Instituto Agronómico Mediterráneo de Zaragoza y científicamente por el CITA.

Y es que, como explica Ramón Aragüés, responsable científico del citado proyecto, los problemas que se dan en España son extrapolables al resto del mundo. Aragüés explica de forma sencilla el problema de la contaminación difusa de la que ha tratado el proyecto. "El agua de riego en exceso atraviesa el suelo y arrastra las sales de éste, junto con una parte de los agroquímicos aplicados por los agricultores, y este agua sobrante y contaminada va a parar a los ríos". Esta contaminación provoca las algas verdes de la portada de este suplemento, que consumen el oxígeno (eutrofización) y destruyen la fauna y flora del lecho fluvial.

Las conclusiones del congreso apuntan a distintas estrategias. La práctica más eficaz es optimizar el manejo del riego en cuanto a dosis y calendarios, pero existen otras vías. Por ejemplo, optimizar las dosis y fechas de aplicación de los agroquímicos (fertilizantes, plaguicidas, etc.). Como explica Aragüés, "en Aragón está muy extendido el riego a manta, por inundación, que se aplica en turnos cuando se dispone de agua. Este sistema de riego es dificil de manejar eficientemente, lo que provoca que los sobrantes de riego arrastren los fertilizantes que no son absorbidos por las plantas. Tenemos estudios de que, por ejemplo, el maíz necesita unos 250 kilos de nitrógeno por hectárea, pero con frecuencia se le aplican hasta 400 kilos por costumbre o mala información, lo que origina que el nitrógeno sobrante contamine las aguas de drenaje. Este es uno de los problemas que puede solucionarse con la modernización del regadío a través del fertirriego, práctica en la que el nitrógeno se aporta con el agua (en sistemas por goteo o aspersión) en las cantidades y momentos óptimos, con lo que la planta recibe lo que necesita.

Otro problema es el manejo de los residuos ganaderos, como los purines de cerdo. "Se requieren soluciones, como balsas para que se evaporen o su aprovechamiento como fuente de energía, porque si se echa todo al campo el cultivo solo absorbe una parte y el resto puede contaminar las aguas". El riego de suelos salinos es también perjudicial, así como la reutilización de las aguas de drenaje para el riego si están muy contaminadas.

El ejemplo esta vez está en California, aunque no sea el único. "En el Valle de San Joaquín (California) se pretendía evacuar las aguas de drenaje a la bahía de San Francisco, pero la ciudad se negó. Se construyó el embalse de Kesterson para recoger estas aguas, pero la presencia de selenio y otros contaminantes hizo que empezaran a morir especies, y las autoridades prohibieron los vertidos en favor de la reutilización de aguas. Pero éstas, cada vez más cargadas de contaminantes, ha acabado contaminando a su vez las tierras de cultivo".

Y es que la planta absorbe solo el agua que necesita, sin sales, por lo que éstas se van acumulando. A medida que el suelo se saliniza, la planta consume mas energía para absorber el agua, y esto redunda en descensos de la cosecha. En definitiva, "el manejo apropiado del riego y del drenaje es la clave fundamental para la sostenibilidad de esta agricultura".
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