More than a thousand dead in China since the beginning of the monsoon

Fri, 06/08/2010

La Razón

Los datos publicados el miércoles por las autoridades sorprenden incluso en una nación de las dimensiones geográficas y demográficas del gigante asiático. Desde que empezó el monzón ya han muerto ahogadas o arrastradas por el agua y el barro 1.072 personas, mientras que otras 619 han desaparecido.Las riadas se han llevado por delante en torno a un millón de viviendas, afectando a unos 140 millones de chinos, de los cuales más de la mitad han tenido que ser evacuados. Pekín valora las pérdidas económicas por encima de los 31.000 millones de dólares, una cifra similar al Producto Interior Bruto anual de países como Bosnia, Letonia o Paraguay. Algunos expertos creen que si las lluvias persisten podrían alcanzarse las cifras fatales de 1998, considerado el «año negro de las inundaciones» y en el que cerca de 5.000 personas murieron ahogadas.

Una de las grandes amenazas que afrontan las aldeas y ciudades chinas durante las lluvias torrenciales es el riesgo a que revienten o se desborden las muchas presas y canalizaciones de las que dispone el país. China es un país superpoblado y sin demasiados recursos hídricos ni energéticos, por lo que los embalses y cauces artificiales se practican desde hace siglos. Es una tradición milenaria que el régimen comunista ha contribuido a multiplicar. Ahora, como cada año, cientos de estas estructuras corren peligro.Solamente en el cauce del río Songhua hay más de 51 estructuras agrietadas, que se intentan apuntalar día y noche para evitar una catástrofe. Los expertos temen que se vengan abajo incluso algunas de las faraónicas obras de la ingeniería fluvial china. Por ejemplo la presa de las Tres Gargantas, uno de los símbolos del desarrollo chino, además del dique más complejo del mundo. Millones de personas podríanfallecer en cuestión de horas si su enorme estructura de hormigóncediese, algo que el Gobierno descarta enérgicamente.El agua también ha incomunicado cientos de aldeas en las zonas rurales, ha provocado corrimientos de tierra y ha dejado inutilizables kilómetros y kilómetros de carretera. Durante años, los habitantes del país más poblado del mundo se han visto obligados a levantar sus casas en lugares inhóspitos, algo que no falta en una geografía con fallas sísmicas como la de Sichuán, desiertos como el del Gobi o ríos tendentes a desbordarse como el Yangtzé. Según los expertos, esta situación convierte a los chinos en uno de los pueblos más azotados por los desastres naturales.
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