The CHD drains more than thirty hectometers to avoid the breakage of the prey

Fri, 25/06/2010

Diario de León

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El caudal fluvial aún refleja que se vive una época de excesos, a pesar del verano. Que la generosidad inusual de las precipitaciones ha puesto en órbita las reservas hídricas de León, hace sólo ocho meses enclenques y amenazantes para la economía agraria. Las marcas de las riadas tras el desembalse abrupto del Luna no se han borrado de las calles de La Magdalena, ni de la zona alta del Órbigo. La demanda para el riego es mínima, porque el cielo y las nubes han puesto el resto para el campo.

Las colas de los embalses amontonan entrada de reservas inéditas en pleno estío; con el agua a punto de saltar por los aliviaderos, los embalses doblan por las salidas de las compuertas la cantidad de agua que reciben. Se cuenta en más de treinta millones de metros cúbicos la resta sobre las reservas hídricas durante los últimos siete días. Agua que ha anegado riberas, poblaciones y viviendas; mal menor ante el peligro que supone un embalse a rebosar con más agua empujando en la trasera.

El calor parece que ha estabilizado la máquina hídrica en la que se ha convertido la montaña leonesa, sembrada de grandes presas. El efecto resulta momentáneo. Hay previsiones de nuevas descargas fuertes de lluvias, de hasta 15 y 20 litros por metro cuadrado en una hora para los próximos días. Precipitaciones que van a volver a agitar los caudales, los torrentes de la mitad norte de León, que regresarán con la saña de la semana anterior. Propia de épocas de deshielo, el exceso de agua se sucede desde el pasado otoño, tras un año hidrológico seco y polvoriento, las precipitación doblan en esta fecha todo la cantidad que se recogió entre la primavera y el invierno anteriores.