The drought, the problem of the s. XXI
Thu, 17/06/2010
La falta de agua será el problema del futuro. Tanto es así que más de 135 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus casas y sus campos durante la próxima década debido a la erosión del suelo. De seguir así, la desertificación hará que en 2020 haya 60 millones de desplazados sólo en el África Subsahariana, según la Fundación Ipade con motivo del Día Mundial contra la Desertificación, que se conmemora hoy, 17 de junio. Esta organización de desarrollo explica que los efectos del cambio climático en forma de degradación del suelo ya afectan a dos tercios de la tierra cultivable del mundo, precisamente aquellas en las que residen las poblaciones más pobres, que están viendo como los campos se quedan yermos y los alimentos escasean. Ipade calcula que en esta situación ya están más de 2.000 millones de personas. "La desertificación incrementa la situación de pobreza de las poblaciones afectadas por este fenómeno y provoca su migración hacia los núcleos urbanos. Naciones Unidas estima que en 2020 la degradación del suelo forzará a 135 millones de personas. Una presa en Tailandia. (la población de Francia y Alemania) a abandonar sus hogares para buscar una vida mejor", explica la fundación. Sin embargo, lamenta que pese a la "gravedad del problema, la comunidad internacional sigue sin invertir recursos económicos suficientes para frenar la desertificación y sigue dando la espalda a los habitantes de las tierras secas que difícilmente encuentran alternativas para subsistir".
Los países desarrollados tampoco escapan a sus efectos, pues conforme recuerda Ipade, en España el 37% del suelo está amenazado por la desertificación y el agotamiento de la tierra en algunas regiones del sur "comienza a ser problemático", mientras el Programa de Acción Nacional contra la desertificación que aprobó el Gobierno en 2008 "sigue sin tener dotación económica".
"Exigimos a los Estados que apuesten por políticas sostenibles de gestión del suelo y consideramos fundamental promover métodos orgánicos de enriquecimiento de la tierra, como por ejemplo el aporte de 'compost', que facilitan la fijación de CO2 e incrementan la capacidad productiva del suelo", denuncia la fundación. WWF ha afirmado que aumentar el número de presas no es la solución para la sequía sino que la mejor estrategia para paliar los efectos de estas amenazas es mantener el agua en los ríos y acuíferos.
Además, la ONG insiste que a España "le sobran, al menos, una veintena de presas" negando así que la construcción de otro medio centenar vaya a permitir a España luchar contra el cambio climático.
Según la organización, la lucha contra la desertificación y la sequía pasa por realizar una buena gestión del agua y dejar de construir nuevas presas.
Por ello, rechaza la propuesta del presidente del Comité Nacional Español de Grandes Presas (CNEGP) que afirma que España necesita 50 presas más para afrontar el cambio climático. Por el contrario, WWF ha solicitado, a través de su campaña "Liberando Ríos", la demolición de 20 presas.
España ha conseguido aumentar su superficie arbórea en los últimos 50 años, pero ésta, paradójicamente, se ha hecho más sensible y frágil frente al cambio climático, debido a la fragmentación de los bosques. Esta división interrumpe el ciclo genético y las especies que antes podían desplazarse por el cambio climático y podían resistir, ahora no pueden emigrar debido a las urbanizaciones que encuentran en su camino.
Así lo asegura el director general del Medio Natural, José Jiménez, con motivo de la celebración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación. Conmemoración que los ecologistas de Greenpeace aprovechan para denunciar el "nulo avance" de España en la lucha contra la desertificación, ya que un tercio de la superficie, afirman, sufre "gravísimos" problemas de erosión.
Para el responsable de contaminación de Greenpeace, Julio Barea, España es el país de Europa con mayor grado de desertificación y sigue con niveles altísimos de pérdidas de suelo: un tercio de la superficie española tiene gravísimos problemas de desertificación y erosión, y un 6 por ciento está perdido "de forma irremisible".
A su juicio, España no pone medios y sigue apostando además por la agricultura intensiva, incluso en las regiones más frágiles como el sudeste español, Levante y Andalucía. mente, defiende el ecologista de Greenpeace, frenar la sobreexplotación de los recursos hídricos, sobre todo de los acuíferos.
Esta sobreexplotación, asegura, ha puesto "en peligro de muerte" parques naturales como el de las Tablas de Daimiel o el de Doñana.
"Este año, porque se ve inundado por las lluvias caídas, y parece que se ha recuperado, pero los acuíferos que hay debajo están sobreexplotados y no han hecho nada para que cambie la situación". El secretario general de la ONU, Ban Ki Monn, alertó ayer de que la "pertinaz presión" causada por la sequía, el hambre y el agravamiento de la pobreza "amenaza con desencadenar tensiones sociales" que, a su vez, pueden originar fenómenos de migración involuntaria, desintegración de comunidades, inestabilidad política y con?ictos armados.
Ban señaló que la vulnerabilidad humana, la ecológica y la social van unidas con singular intensidad y simetría en las zonas áridas del planeta. El secretario general de la ONU recordó que más de 1.000 millones de personas pobres y vulnerables viven en las zonas áridas del planeta, por lo que las acciones dirigidas a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio ''tropiezan con dificultad es "particulares" y se están quedando rezagadas.
Los países desarrollados tampoco escapan a sus efectos, pues conforme recuerda Ipade, en España el 37% del suelo está amenazado por la desertificación y el agotamiento de la tierra en algunas regiones del sur "comienza a ser problemático", mientras el Programa de Acción Nacional contra la desertificación que aprobó el Gobierno en 2008 "sigue sin tener dotación económica".
"Exigimos a los Estados que apuesten por políticas sostenibles de gestión del suelo y consideramos fundamental promover métodos orgánicos de enriquecimiento de la tierra, como por ejemplo el aporte de 'compost', que facilitan la fijación de CO2 e incrementan la capacidad productiva del suelo", denuncia la fundación. WWF ha afirmado que aumentar el número de presas no es la solución para la sequía sino que la mejor estrategia para paliar los efectos de estas amenazas es mantener el agua en los ríos y acuíferos.
Además, la ONG insiste que a España "le sobran, al menos, una veintena de presas" negando así que la construcción de otro medio centenar vaya a permitir a España luchar contra el cambio climático.
Según la organización, la lucha contra la desertificación y la sequía pasa por realizar una buena gestión del agua y dejar de construir nuevas presas.
Por ello, rechaza la propuesta del presidente del Comité Nacional Español de Grandes Presas (CNEGP) que afirma que España necesita 50 presas más para afrontar el cambio climático. Por el contrario, WWF ha solicitado, a través de su campaña "Liberando Ríos", la demolición de 20 presas.
España ha conseguido aumentar su superficie arbórea en los últimos 50 años, pero ésta, paradójicamente, se ha hecho más sensible y frágil frente al cambio climático, debido a la fragmentación de los bosques. Esta división interrumpe el ciclo genético y las especies que antes podían desplazarse por el cambio climático y podían resistir, ahora no pueden emigrar debido a las urbanizaciones que encuentran en su camino.
Así lo asegura el director general del Medio Natural, José Jiménez, con motivo de la celebración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación. Conmemoración que los ecologistas de Greenpeace aprovechan para denunciar el "nulo avance" de España en la lucha contra la desertificación, ya que un tercio de la superficie, afirman, sufre "gravísimos" problemas de erosión.
Para el responsable de contaminación de Greenpeace, Julio Barea, España es el país de Europa con mayor grado de desertificación y sigue con niveles altísimos de pérdidas de suelo: un tercio de la superficie española tiene gravísimos problemas de desertificación y erosión, y un 6 por ciento está perdido "de forma irremisible".
A su juicio, España no pone medios y sigue apostando además por la agricultura intensiva, incluso en las regiones más frágiles como el sudeste español, Levante y Andalucía. mente, defiende el ecologista de Greenpeace, frenar la sobreexplotación de los recursos hídricos, sobre todo de los acuíferos.
Esta sobreexplotación, asegura, ha puesto "en peligro de muerte" parques naturales como el de las Tablas de Daimiel o el de Doñana.
"Este año, porque se ve inundado por las lluvias caídas, y parece que se ha recuperado, pero los acuíferos que hay debajo están sobreexplotados y no han hecho nada para que cambie la situación". El secretario general de la ONU, Ban Ki Monn, alertó ayer de que la "pertinaz presión" causada por la sequía, el hambre y el agravamiento de la pobreza "amenaza con desencadenar tensiones sociales" que, a su vez, pueden originar fenómenos de migración involuntaria, desintegración de comunidades, inestabilidad política y con?ictos armados.
Ban señaló que la vulnerabilidad humana, la ecológica y la social van unidas con singular intensidad y simetría en las zonas áridas del planeta. El secretario general de la ONU recordó que más de 1.000 millones de personas pobres y vulnerables viven en las zonas áridas del planeta, por lo que las acciones dirigidas a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio ''tropiezan con dificultad es "particulares" y se están quedando rezagadas.