The winter just ended was the most anomalous since 1900

Thu, 25/03/2010

EFE

El recién terminado invierno ha sido el más anómalo y el más extremo desde 1900, según una investigación que ha realizado un grupo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El geógrafo Santiago Beguería, científico del CSIC especialista en climatología y modelos estadísticos, ha subrayado que el invierno que ha terminado ha sido "un invierno fuera de lo común".

En declaraciones a Efe, el científico ha precisado que esas anomalías se deben sobre todo a la persistencia de las situaciones de inestabilidad atmosférica ligadas al paso de borrascas atlánticas del frente polar.

Los científicos han analizado la Oscilación del Atlántico Norte (OAN), que determina el clima en muchas regiones europeas, entre ellas España, de la misma manera que el fenómeno de "El Niño" determina durante varios meses la climatología de todo el Pacífico Sur.

La OAN explica la variabilidad climática regional entre los meses de noviembre y abril, y los científicos la definen como la diferencia de presión atmosférica en superficie que se produce entre la depresión de Islandia y el anticiclón de Las Azores, lo que da lugar a la "ciclogénesis".

Santiago Beguería, adscrito a la Estación Experimental de "Aula Dei" que el CSIC tiene en Zaragoza, ha estudiado el último invierno junto a los también geógrafos Vicente Serrano y Juan Ignacio López Moreno, científicos del CSIC adscritos al Instituto Pirenaico de Ecología.

El que termina ha sido, según los investigadores, un invierno de "OAN negativa" (temperaturas suaves pero muy húmedo), frente a la tendencia general del invierno peninsular, caracterizado por las situaciones anticiclónicas, con cielos despejados que ocasionan noches mucho más frías, heladas y escasez de precipitaciones.

Los científicos repasan en su estudio los sucesivos temporales de nieve y viento, las nevadas en la cornisa cantábrica, las inundaciones en Andalucía o los deslizamientos de tierra que se han producido, y concluyen que en un invierno "normal" las borrascas se intercalan con episodios prolongados de estabilidad atmosférica.

El promedio de días con situaciones anticiclónicas durante el invierno es del 40 por ciento, pero este invierno ese porcentaje se ha reducido al 25 por ciento.

En el caso de las temperaturas, el estudio de los científicos concluye que ha sido también anómalo en todo el territorio nacional, ya que las mínimas han sido un poco más altas y las máximas un poco más bajas, lo que concuerda muy bien con el paso ininterrumpido de borrascas que dan un cielo cubierto y una oscilación térmica menor.

Además, la mayoría de las borrascas de los últimos meses han tenido una trayectoria más meridional de lo habitual, y han afectado con más intensidad a la mitad sur de la península.

En general, el invierno se ha saldado con lluvias muy superiores a la media en casi todo el país.

Así, se han alcanzado valores máximos históricos en el sur de la península (Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Jaén, Málaga y Sevilla), en la región mediterránea (Palma de Mallorca), y en el interior (Zamora, Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Toledo y Badajoz).

Sin embargo, la excepción ha sido la cornisa cantábrica (Asturias, Cantabria, País Vasco, Burgos y Navarra) y Gerona, lugares donde esas anomalías han sido de signo negativo, por lo que el mapa pluviométrico se ha invertido este invierno y la cornisa cantábrica se ha quedado "seca" frente al resto del país, que ha estado "en remojo".

Los propios científicos se han preguntado si estos cambios son atribuibles al cambio climático, y concluyen: "no se puede atribuir un evento extremo aislado a las consecuencias del calentamiento global".

Para conclusiones firmes sobre esta materia, los científicos subrayan la necesidad de observar la evolución del clima durante un periodo de tiempo prolongado, y concluyen su trabajo asegurando: "Habrá que esperar unos cuantos años más para tener más datos y
poder extraer conclusiones ciertas".