Water consumption in the municipal system has fallen 35.5% since 2003
Thu, 18/03/2010
El exceso de cal y nitratos, combinado con distintos problemas de presión y mantenimiento en la red, han provocado el descenso del consumo de agua potable en el casco urbano de la ciudad de Manacor en un 35,5% desde 2003, según el último estudio de sostenibilidad de la concejalía de Medio Ambiente. De esta forma, se ha pasado de un consumo de 220,9 a 142,4 litros por habitante y día. En términos absolutos ello supone una caída de 1,1 millones de metros cúbicos de agua durante el periodo de años estudiados (de 4,5 a 3,4 m La tendencia viene a refrendar los análisis recientes efectuados por el Ayuntamiento y la empresa que mantiene la concesión, Aguas Manacor, y que no recomendaban su consumo en gente mayor, embarazadas o grupos de riesgo. Con lo que los habitantes del núcleo principal (algo más de 30.000 habitantes), han tenido que recurrir al agua embotellada en unos casos, o volver a usas los pozos como antaño. Asimismo, técnicos del área medioambiental y la Agenda Local 21, han detectado un preocupante número de fugas de agua en el circuito local, lo que hace que casi mil millones de litros provenientes de los pozos municipales se desperdicien antes de llegar a su destino. Lo que representa un 27,1% del flujo perdido (57,6 litros por habitante y jornada).
El estudio de sostenibilidad prevé bajar el porcentaje de pérdidas para situarlo pronto por debajo del 20%. "Son infraestructuras hechas hace más de 25 años y con unos materiales que hoy en día no podrían utilizarse por su riesgo de rotura", confirmó el técnico, Pedro Bergas. En este sentido, Pedro Rosselló, regidor de Medio Ambiente, anunció un acuerdo con el Govern para que éste financie un estudio detallado que determine los puntos exactos de fuga.
"Sólo sirve para fregar los platos y el suelo, pero en casa ni la consumimos ni cocinamos con ella. Hay días que hasta sale con un extraño color amarillento" "Utilizamos el agua del suministro para la ducha, y la cabeza pica. Es mala, y para beber recurrimos a una cisterna de familiares o la compramos embotellada" "Es pésima. No es apta para el consumo, ¡ni pensarlo!. Soy fontanero y muchos daños de grifos, termos y electrodomésticos son motivados por la cal y sal" "Es un gasto inmenso. Somos cuatro personas en casa y a diario agotamos unas cinco botellas de litro y medio. Y en verano aún más. Resulta demasiado caro" "A veces deja posos de tierra o algo parecido. Compro una media de dos paquetes de seis botellas cada semana, y relleno cuatro o cinco garrafas de un pozo familiar" "No es buena. Vivo en el campo y disponemos de un pozo con cisterna, por lo que no empleamos casi ni una gota de la que sale del grifo. No nos hace falta" Un colador fracasado por inservible y estéril, dado que no cumple su función natural de seleccionar lo bueno de lo malo y ha quedado degradado a herramienta de despilfarro integral. En eso se ha convertido la gestión del servicio de aguas en Manacor, consecuencia directa de la política seca que aplica sobre el sector un Ayuntamiento mucho más interesado en pugnas de concesiones -vaya usted a saber a través de qué conductos subterráneos- y que, esas sí, no suelen tener pérdidas.
Mientras el concejal de Medio Ambiente se conforma con que los escapes no superen el 20 por ciento y el de Sanidad sigue entregado a la loable tarea de generar pozos salubres en el Tercer Mundo, en una misión que no tendría porqué ser incompatible con la obligación de facilitar agua que no castigara los riñones de los manacorins, éstos siguen rascándose la cabeza por irritación de cloro y nitratos y el bolsillo por alto presupuesto en líquido embotellado.
El serio problema del agua en Manacor huele por estancado. Nadie ha querido abrir las cañerías que debían propiciar una solución y una dignidad acorde con los tiempos actuales y la necesidad de la población. Es probable que si para escalar baronías en la nueva ejecutiva del PP fuera imprescindible el agua potable, el alcalde Pastor ya se hubiera mojado. Pero ahí, por lo visto, también corren aguas revueltas y turbias.
El estudio de sostenibilidad prevé bajar el porcentaje de pérdidas para situarlo pronto por debajo del 20%. "Son infraestructuras hechas hace más de 25 años y con unos materiales que hoy en día no podrían utilizarse por su riesgo de rotura", confirmó el técnico, Pedro Bergas. En este sentido, Pedro Rosselló, regidor de Medio Ambiente, anunció un acuerdo con el Govern para que éste financie un estudio detallado que determine los puntos exactos de fuga.
"Sólo sirve para fregar los platos y el suelo, pero en casa ni la consumimos ni cocinamos con ella. Hay días que hasta sale con un extraño color amarillento" "Utilizamos el agua del suministro para la ducha, y la cabeza pica. Es mala, y para beber recurrimos a una cisterna de familiares o la compramos embotellada" "Es pésima. No es apta para el consumo, ¡ni pensarlo!. Soy fontanero y muchos daños de grifos, termos y electrodomésticos son motivados por la cal y sal" "Es un gasto inmenso. Somos cuatro personas en casa y a diario agotamos unas cinco botellas de litro y medio. Y en verano aún más. Resulta demasiado caro" "A veces deja posos de tierra o algo parecido. Compro una media de dos paquetes de seis botellas cada semana, y relleno cuatro o cinco garrafas de un pozo familiar" "No es buena. Vivo en el campo y disponemos de un pozo con cisterna, por lo que no empleamos casi ni una gota de la que sale del grifo. No nos hace falta" Un colador fracasado por inservible y estéril, dado que no cumple su función natural de seleccionar lo bueno de lo malo y ha quedado degradado a herramienta de despilfarro integral. En eso se ha convertido la gestión del servicio de aguas en Manacor, consecuencia directa de la política seca que aplica sobre el sector un Ayuntamiento mucho más interesado en pugnas de concesiones -vaya usted a saber a través de qué conductos subterráneos- y que, esas sí, no suelen tener pérdidas.
Mientras el concejal de Medio Ambiente se conforma con que los escapes no superen el 20 por ciento y el de Sanidad sigue entregado a la loable tarea de generar pozos salubres en el Tercer Mundo, en una misión que no tendría porqué ser incompatible con la obligación de facilitar agua que no castigara los riñones de los manacorins, éstos siguen rascándose la cabeza por irritación de cloro y nitratos y el bolsillo por alto presupuesto en líquido embotellado.
El serio problema del agua en Manacor huele por estancado. Nadie ha querido abrir las cañerías que debían propiciar una solución y una dignidad acorde con los tiempos actuales y la necesidad de la población. Es probable que si para escalar baronías en la nueva ejecutiva del PP fuera imprescindible el agua potable, el alcalde Pastor ya se hubiera mojado. Pero ahí, por lo visto, también corren aguas revueltas y turbias.