Experts of Israel give priority to the water transfers against the desalination

Wed, 24/02/2010

La Razón

En la costa meditarránea de Israel, en Ashkelon, funciona la planta desalinizadora más grande de todo el mundo. Proporciona 120 hectómetros cúbicos al año, la misma cantidad para la que está preparada la de Torrevieja. Sin embargo, los expertos israelís no consideran la desalación la mejor opción para hacer frente a la escasez del agua, sino como la última alternativa cuando no existe la posibilidad de ejecutar un trasvase.

El biológo del Centro Simón Peres para la Paz y asesor del Banco Mundial para asuntos hídricos, Saul Manor, aseguró que confía en que el trasvase del Ebro acabe ejecutándose puesto que supone una «auténtica pérdida» de agua potable que se vierte al mar y «no tiene ningún sentido» desalinizarla después».

Este experto, acompañado de otros colegas, se reunió ayer con el presidente de la Generalitat, Francisco Camps y con el vicepresidente tercero y conseller de Medio Ambiente, Juan Cotino, quien insistió en que si Israel tuviese un río la mitad de grande que el Ebro no tendría ninguna desaladora.

Esta delegación de expertos ha venido a Valencia invitada por la Fundación Agua y Progreso para que formen parte de una mesa de trabajo en la que investigadores israelís, palestinos y españoles intercambian experiencias y soluciones a la escasez de agua.

Estos expertos explicaron a Camps que sin el Acueducto Nacional de Israel, un trasvase intercuencas que cruza el país, el estado hebreo no se hubiese podido desarrollar y no hubiera alcanzado la posición económica de la que goza en la actualidad. Esta obra de ingeniería transformó «el desierto en un vergel».