Spain offers to the poor countries aid to combat the climatic change
Tue, 03/11/2009
En Barcelona se celebra esta semana una reunión clave sobre el cambio climático, que debe sentar las bases para actualizar y sustituir el actual Protocolo de Kioto. El encuentro internacional en la capital catalana es el último paso previo hasta la cumbre de Copenhague, que tendrá lugar en el mes de diciembre bajo el auspicio de la ONU. Unos 4.000 representantes de unos 180 países comenzaron ayer a debatir y negociar el futuro del planeta. Para empezar, España, como anfitriona, hizo gala de su buena voluntad. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, anunció que España aportará cien millones de euros adicionales de aquí al 2012 con el objetivo de «reforzar los esfuerzos tempranos en la lucha contra el cambio climático». En Barcelona se dará el primer paso para decidir qué países reducen su cuota de contaminación y en qué proporción. Este es el principal caballo de batalla de la cumbre, porque es clave para frenar el incremento de la temperatura media de la Tierra, uno de los efectos más evidentes del cambio climático. Así, durante el siglo XX, la temperatura media de la Tierra subió 0,7 grados y los cálculos científicos señalan que, si continuamos al mismo ritmo de emisión de gases de efecto invernadero, la temperatura aumentará de forma acelerada hasta dos o más grados en el 2050. Esto causaría efectos irreversibles en el planeta, como el hecho de que más de 200 millones de personas en el mundo podrían ser considerados refugiados climáticos a causa de desastres naturales, huracanes o inundaciones, según advierte Intermón Oxfam. Los expertos mundiales del IPCC, el grupo de las Naciones Unidas sobre cambio climático, apremian a una estabilización de las emisiones de CO2 en todo el mundo antes del 2020, volver a los niveles de 1990 dentro de una década, y luego, reducirlas a la mitad antes del 2050. La UE ya acordó que bajará sus emisiones un 20% en el 2020, pero asumiría incluso la meta del 30% si los demás países ricos (Japón, EE.UU., Canadá y China) hacen un esfuerzo similar. Sin embargo, EE.UU. está lejos de poder aprobar esa meta, pero, según Jonathan Pershing, jefe de la delegación norteamericana, la lucha contra los gases de efecto invernadero es una cuestión de máxima prioridad para el presidente Obama.