The fish census of the Ebro dam is calculated using sounds
Wed, 07/10/2009
No fue hasta la II Guerra Mundial cuando la capacidad de ver a través de los sonidos dejó de ser monopolio de los delfines y los murciélagos. Los británicos y norteamericanos incorporaron entonces el sonar como principal arma de sus barcos acorazados contra los submarinos alemanes. Posteriormente, esa tecnología se utilizó también para fines menos violentos como, por ejemplo, censar las poblaciones de peces en mar abierto y, desde hace unos años, en masas de agua interiores.
La empresa cántabra Ecohydros ha dado un paso más en la implantación de este avance, al utilizarlo por primera vez en España. Esta pyme, ubicada en Maliaño, trabaja en un proyecto financiado por el Ministerio de Medio Ambiente que pretende conocer con exactitud la población de peces del Embalse del Ebro -actualmente con sólo un 65% de su capacidad- y la del de Aracena, en Sevilla. Este padrón servirá para testar el estado de salud de ambos pantanos, y cumplir así con la Directiva Europea que obliga a controlar el estado biológico de las aguas.
Durante toda la semana pasada, miembros de Ecohydros, apoyados por un grupo de especialistas checos y de la Universidad de Sevilla, recorrieron 200 kilómetros en barco con la Ecosonda encendida. Este aparato lanza veinte sonidos por segundo bajo el agua, a una distancia de cuarenta metros, que regresan en forma de eco y forman en la pantalla del ordenador un dibujo de todo lo que hay bajo la superficie similar al resultado de una ecografía. «La imagen la provoca el rebote del sonido en la vejiga natatoria del pez, ya que está llena de aire», explica el portavoz de Ecohydros, Agustín Monteoliva. Es decir, si en el fondo hubiera una pelota de ping-pong, la imagen sería perfectamente nítida.
Esta «linterna de sonidos», como la define Monteoliva, da información detallada sobre el número de peces y sus tamaños, pero para que el censo esté completo también es necesario conocer el tipo de especies, una información que la Ecosonda aún no facilita. Por eso, estos especialistas utilizaron técnicas complementarias, como la pesca eléctrica: desde el barco se genera un campo de energía que atrae a los peces y los duerme durante unos minutos, así los investigadores pueden comprobar la especie. En menor medida también se utilizaron otro tipo de pescas científicas de cerco y arrastre. En ellas los peces quedan atrapados vivos en las redes y tras estudiarlos, se devuelven al agua.
Aunque los resultados definitivos no se conocerán hasta dentro de tres meses, los primeros datos arrojan que el pantano tiene «buen estado de salud», según Alex Monna, científico de Ecohydros. Truchas comunes y arcoiris, barbos, carpas, madrillas y gobios son las especies predominantes, y sólo tienen que convivir con una exótica, el 'blackbass americano'. «Creemos que, aproximadamente, en el embalse hay una población de entre 50 y 80 toneladas de peces», desveló Monna.
La empresa cántabra Ecohydros ha dado un paso más en la implantación de este avance, al utilizarlo por primera vez en España. Esta pyme, ubicada en Maliaño, trabaja en un proyecto financiado por el Ministerio de Medio Ambiente que pretende conocer con exactitud la población de peces del Embalse del Ebro -actualmente con sólo un 65% de su capacidad- y la del de Aracena, en Sevilla. Este padrón servirá para testar el estado de salud de ambos pantanos, y cumplir así con la Directiva Europea que obliga a controlar el estado biológico de las aguas.
Durante toda la semana pasada, miembros de Ecohydros, apoyados por un grupo de especialistas checos y de la Universidad de Sevilla, recorrieron 200 kilómetros en barco con la Ecosonda encendida. Este aparato lanza veinte sonidos por segundo bajo el agua, a una distancia de cuarenta metros, que regresan en forma de eco y forman en la pantalla del ordenador un dibujo de todo lo que hay bajo la superficie similar al resultado de una ecografía. «La imagen la provoca el rebote del sonido en la vejiga natatoria del pez, ya que está llena de aire», explica el portavoz de Ecohydros, Agustín Monteoliva. Es decir, si en el fondo hubiera una pelota de ping-pong, la imagen sería perfectamente nítida.
Esta «linterna de sonidos», como la define Monteoliva, da información detallada sobre el número de peces y sus tamaños, pero para que el censo esté completo también es necesario conocer el tipo de especies, una información que la Ecosonda aún no facilita. Por eso, estos especialistas utilizaron técnicas complementarias, como la pesca eléctrica: desde el barco se genera un campo de energía que atrae a los peces y los duerme durante unos minutos, así los investigadores pueden comprobar la especie. En menor medida también se utilizaron otro tipo de pescas científicas de cerco y arrastre. En ellas los peces quedan atrapados vivos en las redes y tras estudiarlos, se devuelven al agua.
Aunque los resultados definitivos no se conocerán hasta dentro de tres meses, los primeros datos arrojan que el pantano tiene «buen estado de salud», según Alex Monna, científico de Ecohydros. Truchas comunes y arcoiris, barbos, carpas, madrillas y gobios son las especies predominantes, y sólo tienen que convivir con una exótica, el 'blackbass americano'. «Creemos que, aproximadamente, en el embalse hay una población de entre 50 y 80 toneladas de peces», desveló Monna.