The half of the fish that is consumed in the world comes from fish farm
Mon, 14/09/2009
La acuicultura ya produce la mitad del pescado que se vende en las pescaderías de todo el mundo. El dato, al que las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) auguraban que se llegaría en 2015, puede parecer muy positivo para la salud de las pesquerías salvajes.
Pero nada más lejos de la realidad. Una investigación realizada en la Universidad de Stanford, en California (EE.UU.), ha revelado que algunas piscifactorías requieren hasta cinco veces más carne de especies marinas, para la alimentación de los animales de la instalación, de la que producen las propias especies comerciales presentes en ellas.
«El salmón de piscifactoría, por ejemplo, requiere cinco kilos de peces salvajes capturados en el mar [pero de escaso valor en el mercado] para obtener un solo kilo de pescado con valor comercial», asegura Rosamond L. Taylor, autora principal del estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' ('PNAS') y directora del Programa de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Stanford.
Dos importantes investigaciones recientes, ambas publicadas en la revista Science, dan idea del mal estado de salud en el que se encuentran los océanos. La primera aseguraba que el 91% de las especies marinas de valor económico o ecológico se han reducido a la mitad desde 1950. Mientras que el otro estudio ponía el grito en el cielo al demostrar que el 40% de los océanos de todo el mundo están afectados de forma grave debido a la acción del hombre.
En este escenario, la producción de pescado y marisco para consumo humano se triplicó desde el año 1995 hasta 2007. Y una de las causas principales es el gran aumento de la demanda de especies ricas en ácidos grasos Omega-3, cuyos beneficios en la reducción de los riegos de padecer enfermedades cardiovasculares han sido puestos de manifiesto por la medicina en los últimos años.
Uno de los grandes problemas del incremento en la demanda de este tipo de ácidos grasos es, según los autores, que las especies más ricas en estos nutrientes -como el salmón- son precisamente las que necesitan mayores aportes de piensos y aceites obtenidos a partir de las capturas en mar abierto.
LOS MERCADOS MANDAN
«La gran expansión de la acuicultura está impulsada por la demanda», dice Naylor, «mientras sigamos queriendo cubrir con pescado nuestras necesidades de estos ácidos grasos, estaremos sometiendo a las pesquerías salvajes a una gran presión ambiental para alimentar a las piscifactorías». En los sistemas naturales, las especies sin valor comercial, a partir de las cuales se elaboran los piensos y aceites de pescado, desempeñan un importante papel en la pirámide ecológica transformando el plancton en alimento disponible para los depredadores. «La sobrexplotación de estos organismos puede generar un gran estrés a las especies situadas en la parte alta de la pirámide trófica, como el atún», dice Naylor.
La investigación refleja que la cantidad media de pescado necesario para producir un kilo de carne de una especie de piscifactoría ha descendido de 1,04 kilos en 1995 -más de un kilo de pescado salvaje para generar un kilo de un pez de pescadería- hasta 0,63 kilos en 2007. Sin embargo, para los científicos este dato aún debe mejorarse mucho si queremos que las piscifactorías supongan una ayuda para el mar, en lugar de una amenaza.
Los autores proponen algunas soluciones para reducir la demanda de piensos marinos en estas instalaciones. Entre ellas está reducir los aceites presentes en la dieta de los salmones en un 4%. «Sólo esta medida reduciría las necesidades de pescado salvaje de manera que para producir un kilo de salmón se pasaría a necesitar 3,9 kilos de pescado, en lugar de cinco», dice Naylor.
Además, la investigación señala dos vías principales para lograr reducir el ratio en productos como el salmón: alimentar a las especies de piscifactoría con ácidos grasos Omega-3 de origen vegetal terrestre y desarrollar de forma decidida la incipiente tecnología de la extracción de aceites a partir de microorganismos unicelulares.
Pero nada más lejos de la realidad. Una investigación realizada en la Universidad de Stanford, en California (EE.UU.), ha revelado que algunas piscifactorías requieren hasta cinco veces más carne de especies marinas, para la alimentación de los animales de la instalación, de la que producen las propias especies comerciales presentes en ellas.
«El salmón de piscifactoría, por ejemplo, requiere cinco kilos de peces salvajes capturados en el mar [pero de escaso valor en el mercado] para obtener un solo kilo de pescado con valor comercial», asegura Rosamond L. Taylor, autora principal del estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' ('PNAS') y directora del Programa de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Stanford.
Dos importantes investigaciones recientes, ambas publicadas en la revista Science, dan idea del mal estado de salud en el que se encuentran los océanos. La primera aseguraba que el 91% de las especies marinas de valor económico o ecológico se han reducido a la mitad desde 1950. Mientras que el otro estudio ponía el grito en el cielo al demostrar que el 40% de los océanos de todo el mundo están afectados de forma grave debido a la acción del hombre.
En este escenario, la producción de pescado y marisco para consumo humano se triplicó desde el año 1995 hasta 2007. Y una de las causas principales es el gran aumento de la demanda de especies ricas en ácidos grasos Omega-3, cuyos beneficios en la reducción de los riegos de padecer enfermedades cardiovasculares han sido puestos de manifiesto por la medicina en los últimos años.
Uno de los grandes problemas del incremento en la demanda de este tipo de ácidos grasos es, según los autores, que las especies más ricas en estos nutrientes -como el salmón- son precisamente las que necesitan mayores aportes de piensos y aceites obtenidos a partir de las capturas en mar abierto.
LOS MERCADOS MANDAN
«La gran expansión de la acuicultura está impulsada por la demanda», dice Naylor, «mientras sigamos queriendo cubrir con pescado nuestras necesidades de estos ácidos grasos, estaremos sometiendo a las pesquerías salvajes a una gran presión ambiental para alimentar a las piscifactorías». En los sistemas naturales, las especies sin valor comercial, a partir de las cuales se elaboran los piensos y aceites de pescado, desempeñan un importante papel en la pirámide ecológica transformando el plancton en alimento disponible para los depredadores. «La sobrexplotación de estos organismos puede generar un gran estrés a las especies situadas en la parte alta de la pirámide trófica, como el atún», dice Naylor.
La investigación refleja que la cantidad media de pescado necesario para producir un kilo de carne de una especie de piscifactoría ha descendido de 1,04 kilos en 1995 -más de un kilo de pescado salvaje para generar un kilo de un pez de pescadería- hasta 0,63 kilos en 2007. Sin embargo, para los científicos este dato aún debe mejorarse mucho si queremos que las piscifactorías supongan una ayuda para el mar, en lugar de una amenaza.
Los autores proponen algunas soluciones para reducir la demanda de piensos marinos en estas instalaciones. Entre ellas está reducir los aceites presentes en la dieta de los salmones en un 4%. «Sólo esta medida reduciría las necesidades de pescado salvaje de manera que para producir un kilo de salmón se pasaría a necesitar 3,9 kilos de pescado, en lugar de cinco», dice Naylor.
Además, la investigación señala dos vías principales para lograr reducir el ratio en productos como el salmón: alimentar a las especies de piscifactoría con ácidos grasos Omega-3 de origen vegetal terrestre y desarrollar de forma decidida la incipiente tecnología de la extracción de aceites a partir de microorganismos unicelulares.