Study of the biological answer of all the ecosystem to the heating of the Arctic
Sat, 12/09/2009
Un numeroso equipo internacional que, durante el pasado Año Polar Internacional, estudió la respuesta biológica de todo el ecosistema al calentamiento del Ártico. Los resultados obtenidos se publicaron ayer en Science.
Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC)
En el último año, los investigadores documentaron una amplia variedad de respuestas fenómeno del calentamiento observadas en plantas, aves, mamíferos, insectos y seres humanos para descubrir que el aumento de la temperatura media anual de la superficie terrestre del Ártico durante los últimos 150 años ha generado “efectos espectaculares”.
El estudio que publicó ayer Science explica que, durante los últimos 30 años, la capa mínima estacional de hielo oceánico se ha reducido 45.000 kilómetros cuadrados cada año. Del mismo modo, el nivel de cobertura terrestre de nieve ha disminuido a un ritmo constante, con unos procesos de deshielo y fragmentación cada vez más tempranos y una temporada de cultivos cada vez más larga.
Para Eric Post, uno de los autores del estudio y profesor de Biología de la Penn State University de Pensilvania (EE UU), “es posible que el Ártico tal y como lo conocemos hoy llegue a extinguirse pronto".
"Las repercusiones del comportamiento del ser humano están afectando de forma negativa a especies marinas y terrestres situadas a latitudes de miles de kilómetros de distancia", afirma Post. "No importa si analizamos los efectos terrestres, aéreos o marinos; en todas partes encontraremos signos de rápidos cambios".
El Ártico se llena de especies migrantes
El estudio demuestra que muchas especies representativas del Ártico que dependen de la estabilidad y permanencia del hielo oceánico están sufriendo consecuencias “devastadoras”. La pérdida de hábitat de hielo polar está causando una caída vertiginosa del número de ejemplares de gaviotas marfil, morsas del Pacífico, focas oceladas, focas de casco, narvales y osos polares.
Asimismo, el estudio revela que algunas especies que solían vivir en zonas situadas más al sur se están desplazando hacia el norte. Entre los invasores más notorios, los zorros rojos están ocupando zonas que antes solían ser demasiado frías para ellos, desplazando a los zorros polares de estos territorios.
Además, los científicos del equipo han identificado otras especies menos llamativas que se están desplazando al norte, como mariposas de la zona, que defolian los bosques de abedules, así como especies de arbustos y árboles del Bajo Ártico que afectan a la dinámica de intercambio de gases en baja concentración. La presencia de arbustos y árboles fomenta la acumulación de nieve, pues aumenta la temperatura del suelo durante el invierno y la actividad microbiana en el mismo, lo que a su vez crea un hábitat más adecuado para dichos arbustos. Si aumenta el número de arbustos puede que se amplíe el período de la temporada de cultivos durante el cual la tundra actúa como un sumidero del dióxido de carbono.
Como contrapartida a este cambio, los bueyes almizcleros y los renos, que se alimentan de los arbustos, limitan la capacidad de absorción de carbono y su expansión hacia el norte, al Alto Ártico. El pastoreo, el tránsito y la defecación de estos herbívoros fomentan el crecimiento de gramíneas, que atraen a los gansos. Por su parte, estos producen un impacto en la productividad de los lagos, donde descansan y se alimentan.
Cadenas alimentarias marinas delicadas
La investigación indica que estas complejas cadenas alimentarias acuáticas y marinas son “extremadamente vulnerables a los cambios de temperaturas, precipitaciones y cantidad de nutrientes de la zona”.
El trabajo constata que hasta ahora los efectos del calentamiento ártico han sido radicales, sobre todo, desde que este fenómeno produce variaciones de un grado centígrado cada 150 años. Post afirma que es difícil vaticinar lo que ocurrirá con los seis grados de calentamiento que se esperan para el próximo siglo.
"Hasta el momento, los resultados de nuestros estudios revelan cambios generales, pero también una asombrosa heterogeneidad de las respuestas biológicas ante el calentamiento", comenta Post.
Un ecosistema infravalorado
Muchas preguntas se quedan sin respuesta mientras los científicos se esfuerzan en predecir los acontecimientos futuros y desarrollar planes para la conservación de los frágiles ecosistemas árticos. “Si se producen modificaciones de poca importancia en la variedad o abundancia de las especies, éstas pueden desencadenar cambios cruciales para este ecosistema único, que a su vez afectarían al turismo y a las culturas tradicionales", asevera Post.
"Siempre se ha pensado en el Ártico como un ecosistema relativamente simple y fácil de entender, pero en realidad es bastante complejo", explica Post. "Pero no todas las poblaciones de una misma especie responden de forma similar al calentamiento, pues las características físicas y paisajísticas que interactúan con el clima pueden variar enormemente de un sitio a otro”. En su opinión, la heterogeneidad de las respuestas va a ser una de las claves para la supervivencia de las especies, la integridad de la comunidad y el funcionamiento del ecosistema conforme el Ártico continúa calentándose.
El equipo ha solicitado establecer una serie de estudios de línea base integrados en todo el círculo polar ártico para supervisar los factores físicos del cambio climático y las respuestas biológicas al mismo a largo plazo. "Últimamente, el tema del deshielo del Ártico atrae muchas miradas", apunta Post. "Los numerosos, rápidos y, en algunos casos, catastróficos cambios que se documentan en este trabajo nos recuerdan por qué es tan importante tener en cuenta las repercusiones del aumento de las temperaturas".
Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC)
En el último año, los investigadores documentaron una amplia variedad de respuestas fenómeno del calentamiento observadas en plantas, aves, mamíferos, insectos y seres humanos para descubrir que el aumento de la temperatura media anual de la superficie terrestre del Ártico durante los últimos 150 años ha generado “efectos espectaculares”.
El estudio que publicó ayer Science explica que, durante los últimos 30 años, la capa mínima estacional de hielo oceánico se ha reducido 45.000 kilómetros cuadrados cada año. Del mismo modo, el nivel de cobertura terrestre de nieve ha disminuido a un ritmo constante, con unos procesos de deshielo y fragmentación cada vez más tempranos y una temporada de cultivos cada vez más larga.
Para Eric Post, uno de los autores del estudio y profesor de Biología de la Penn State University de Pensilvania (EE UU), “es posible que el Ártico tal y como lo conocemos hoy llegue a extinguirse pronto".
"Las repercusiones del comportamiento del ser humano están afectando de forma negativa a especies marinas y terrestres situadas a latitudes de miles de kilómetros de distancia", afirma Post. "No importa si analizamos los efectos terrestres, aéreos o marinos; en todas partes encontraremos signos de rápidos cambios".
El Ártico se llena de especies migrantes
El estudio demuestra que muchas especies representativas del Ártico que dependen de la estabilidad y permanencia del hielo oceánico están sufriendo consecuencias “devastadoras”. La pérdida de hábitat de hielo polar está causando una caída vertiginosa del número de ejemplares de gaviotas marfil, morsas del Pacífico, focas oceladas, focas de casco, narvales y osos polares.
Asimismo, el estudio revela que algunas especies que solían vivir en zonas situadas más al sur se están desplazando hacia el norte. Entre los invasores más notorios, los zorros rojos están ocupando zonas que antes solían ser demasiado frías para ellos, desplazando a los zorros polares de estos territorios.
Además, los científicos del equipo han identificado otras especies menos llamativas que se están desplazando al norte, como mariposas de la zona, que defolian los bosques de abedules, así como especies de arbustos y árboles del Bajo Ártico que afectan a la dinámica de intercambio de gases en baja concentración. La presencia de arbustos y árboles fomenta la acumulación de nieve, pues aumenta la temperatura del suelo durante el invierno y la actividad microbiana en el mismo, lo que a su vez crea un hábitat más adecuado para dichos arbustos. Si aumenta el número de arbustos puede que se amplíe el período de la temporada de cultivos durante el cual la tundra actúa como un sumidero del dióxido de carbono.
Como contrapartida a este cambio, los bueyes almizcleros y los renos, que se alimentan de los arbustos, limitan la capacidad de absorción de carbono y su expansión hacia el norte, al Alto Ártico. El pastoreo, el tránsito y la defecación de estos herbívoros fomentan el crecimiento de gramíneas, que atraen a los gansos. Por su parte, estos producen un impacto en la productividad de los lagos, donde descansan y se alimentan.
Cadenas alimentarias marinas delicadas
La investigación indica que estas complejas cadenas alimentarias acuáticas y marinas son “extremadamente vulnerables a los cambios de temperaturas, precipitaciones y cantidad de nutrientes de la zona”.
El trabajo constata que hasta ahora los efectos del calentamiento ártico han sido radicales, sobre todo, desde que este fenómeno produce variaciones de un grado centígrado cada 150 años. Post afirma que es difícil vaticinar lo que ocurrirá con los seis grados de calentamiento que se esperan para el próximo siglo.
"Hasta el momento, los resultados de nuestros estudios revelan cambios generales, pero también una asombrosa heterogeneidad de las respuestas biológicas ante el calentamiento", comenta Post.
Un ecosistema infravalorado
Muchas preguntas se quedan sin respuesta mientras los científicos se esfuerzan en predecir los acontecimientos futuros y desarrollar planes para la conservación de los frágiles ecosistemas árticos. “Si se producen modificaciones de poca importancia en la variedad o abundancia de las especies, éstas pueden desencadenar cambios cruciales para este ecosistema único, que a su vez afectarían al turismo y a las culturas tradicionales", asevera Post.
"Siempre se ha pensado en el Ártico como un ecosistema relativamente simple y fácil de entender, pero en realidad es bastante complejo", explica Post. "Pero no todas las poblaciones de una misma especie responden de forma similar al calentamiento, pues las características físicas y paisajísticas que interactúan con el clima pueden variar enormemente de un sitio a otro”. En su opinión, la heterogeneidad de las respuestas va a ser una de las claves para la supervivencia de las especies, la integridad de la comunidad y el funcionamiento del ecosistema conforme el Ártico continúa calentándose.
El equipo ha solicitado establecer una serie de estudios de línea base integrados en todo el círculo polar ártico para supervisar los factores físicos del cambio climático y las respuestas biológicas al mismo a largo plazo. "Últimamente, el tema del deshielo del Ártico atrae muchas miradas", apunta Post. "Los numerosos, rápidos y, en algunos casos, catastróficos cambios que se documentan en este trabajo nos recuerdan por qué es tan importante tener en cuenta las repercusiones del aumento de las temperaturas".