Continues the defrosting accelerated in the Arctic
Thu, 03/09/2009
En las últimas décadas el Ártico se ha calentado a un ritmo dos veces más rápido que el resto del planeta. Y parece que esta tendencia no va a cambiar. Un nuevo informe hecho público ayer por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) pone cifras al aumento del nivel del mar que se derivaría del deshielo que se espera en esta zona del planeta.
Una subida de un metro para el año 2100, más del doble que lo estimado en el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, organismo que ya advirtió en 2007 que los datos para las zonas polares debían actualizarse. El IPCC plasmaba en su informe un aumento del nivel del mar de entre 24 y 51 centímetros (promedio) si las temperaturas fueran entre 2 y 5,4 grados superiores a la media entre 1980-1999.
El «refrigerador» del Norte
Una revisión de los datos que supondría inundaciones en las zonas costeras y que podría afectar a más de la cuarta parte de la población mundial. Las zonas bajas cercanas a la costa serán las más afectadas. Pero lo que pasa y pase en el Ártico provocará más impactos globales. Y es que al actuar como el «refrigerador» del Hemisferio Norte, un Ártico helado juega un papel central en la regulación del sistema climático de la Tierra. Cualquier cambio supone modificar los patrones de temperatura y precipitación en Europa y Norteamérica, afectando a la agricultura, la silvicultura y las reservas de agua.
Pero los impactos llegan más allá de la línea del Ecuador debido a un efecto de retroalimentación. Y es que los humedales y suelos congelados (permafrost) del Ártico almacenan el doble de la cantidad de carbono que se encuentra en la atmósfera. Por tanto, a medida que continúe el calentamiento en el Ártico, se incrementará el descongelamiento de los suelos y se liberará más carbono a la atmosfera, en forma de metano y dióxido de carbono, a una tasa significativamente alta. Y los efectos seguirán entonces amplificándose como una pescadilla que se muerde la cola.
Ya en los últimos dos años, los niveles atmosféricos de metano, un gas de efecto invernadero particularmente potente, se han incrementado y todo apunta a que se debe al calentamiento en la tundra ártica.
«Lo que ha salido a la luz es un panorama muy preocupante», subraya Martin Sommerkorn, asesor de cambio climático para el Programa del Ártico de WWF. «Este informe muestra que un Ártico cada vez más caluroso no es sólo un problema local, es un problema global, cuyos efectos efectos padecerán los habitantes de todo el planeta», añadió.
Por su parte, James Leape, director general de WWF Internacional señaló que «necesitamos prestar atención a las señales enviadas desde el Ártico y emprender la acción necesaria en diciembre en Copenhague para obtener un acuerdo que limte las emisiones rápida y efectivamente».
Nada de medias tintas. Algo así es lo que vino a decir ayer el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, desde la placa de hielo del casquete polar al norte de las islas Svalbard. «Aquí, en el hielo polar, siento el poder de la naturaleza y, al mismo tiempo, la vulnerabilidad», dijo Ban después de desembarcar de un rompehielos noruego para caminar sobre el mar helado. Preservar el hielo ártico «es la responsabilidad política que se pide a los líderes mundiales, y tenemos su compromiso». En este sentido, se mostró esperanzado en que los líderes mundiales que tomarán parte en las negociaciones sobre el clima en Nueva York este mes demuestren su liderazgo y lleguen con los deberes hechos a Copenhague.
Una subida de un metro para el año 2100, más del doble que lo estimado en el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, organismo que ya advirtió en 2007 que los datos para las zonas polares debían actualizarse. El IPCC plasmaba en su informe un aumento del nivel del mar de entre 24 y 51 centímetros (promedio) si las temperaturas fueran entre 2 y 5,4 grados superiores a la media entre 1980-1999.
El «refrigerador» del Norte
Una revisión de los datos que supondría inundaciones en las zonas costeras y que podría afectar a más de la cuarta parte de la población mundial. Las zonas bajas cercanas a la costa serán las más afectadas. Pero lo que pasa y pase en el Ártico provocará más impactos globales. Y es que al actuar como el «refrigerador» del Hemisferio Norte, un Ártico helado juega un papel central en la regulación del sistema climático de la Tierra. Cualquier cambio supone modificar los patrones de temperatura y precipitación en Europa y Norteamérica, afectando a la agricultura, la silvicultura y las reservas de agua.
Pero los impactos llegan más allá de la línea del Ecuador debido a un efecto de retroalimentación. Y es que los humedales y suelos congelados (permafrost) del Ártico almacenan el doble de la cantidad de carbono que se encuentra en la atmósfera. Por tanto, a medida que continúe el calentamiento en el Ártico, se incrementará el descongelamiento de los suelos y se liberará más carbono a la atmosfera, en forma de metano y dióxido de carbono, a una tasa significativamente alta. Y los efectos seguirán entonces amplificándose como una pescadilla que se muerde la cola.
Ya en los últimos dos años, los niveles atmosféricos de metano, un gas de efecto invernadero particularmente potente, se han incrementado y todo apunta a que se debe al calentamiento en la tundra ártica.
«Lo que ha salido a la luz es un panorama muy preocupante», subraya Martin Sommerkorn, asesor de cambio climático para el Programa del Ártico de WWF. «Este informe muestra que un Ártico cada vez más caluroso no es sólo un problema local, es un problema global, cuyos efectos efectos padecerán los habitantes de todo el planeta», añadió.
Por su parte, James Leape, director general de WWF Internacional señaló que «necesitamos prestar atención a las señales enviadas desde el Ártico y emprender la acción necesaria en diciembre en Copenhague para obtener un acuerdo que limte las emisiones rápida y efectivamente».
Nada de medias tintas. Algo así es lo que vino a decir ayer el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, desde la placa de hielo del casquete polar al norte de las islas Svalbard. «Aquí, en el hielo polar, siento el poder de la naturaleza y, al mismo tiempo, la vulnerabilidad», dijo Ban después de desembarcar de un rompehielos noruego para caminar sobre el mar helado. Preservar el hielo ártico «es la responsabilidad política que se pide a los líderes mundiales, y tenemos su compromiso». En este sentido, se mostró esperanzado en que los líderes mundiales que tomarán parte en las negociaciones sobre el clima en Nueva York este mes demuestren su liderazgo y lleguen con los deberes hechos a Copenhague.