American crab is gaining ground in the Ribeira Sacra

Thu, 25/06/2009

La Voz de Galicia

La especie invasora abunda cada vez más en el embalse de Belesar, donde hace unos años era desconocida

El cangrejo americano, una especie que invade los ríos de la Península desde hace 35 años, sigue expandiéndose por la red hidrográfica gallega y su presencia se vuelve habitual en lugares donde hace unos años era desconocida. Eso es lo que sucede en el embalse lucense de Belesar, en aguas del Miño. Los bañistas que acuden estos días al club náutico de Chantada pueden ver decenas de estos crustáceos con gran facilidad, ya que en esta época las aguas del embalse están bastante menos turbias que durante el resto del año.

Los cangrejos invasores empezaron a ser vistos hace unos pocos años en el embalse -quizá seis o siete, según algunos testimonios- y ya se han convertido en una especie común de la zona. Algunos de los pescadores que frecuentan este parte del Miño, abundante en ciprínidos, han adquirido la costumbre de pescarlos con reteles, algo que ya se hacía en tiempos con el hoy casi desaparecido cangrejo autóctono. Los técnicos de Medio Ambiente de la zona recuerdan que la pesca del cangrejo americano no tiene restricción legal alguna, al contrario de la del amenazado cangrejo ibérico, prohibida desde hace tiempo. Siendo una especie invasora y dañina, se considera ecológicamente beneficioso retirarlos del río. «Lo que no se puede hacer es sacarlos vivos y soltarlos en cualquier otro sitio. Hay que matarlos inmediatamente después de pescarlos», puntualizan los técnicos.

El cangrejo americano, también llamado cangrejo rojo o de Luisiana ( Procambarus clarkii ), es una especie propia del sur de Estados Unidos. Fue introducido en España en 1974 con la idea de criarlo y explotarlo en el mercado alimentario, pero el resultado no pudo ser más desastroso. La especie foránea trajo consigo el hongo Aphanomyces astaci , causante de una epidemia que diezmó las poblaciones del menos resistente cangrejo ibérico ( Austropotamobius pallipes ). Los expertos señalan que también daña la vegetación acuática debido a su costumbre de abrir galerías en el subsuelo de las orillas. Su gran voracidad, además, puede provocar graves alteraciones en la cadena trófica. Mientras el invasor se expande, en el interior lucense es prácticamente imposible ver cangrejos autóctonos, que hasta hace unos decenios se pescaban en grandes cantidades en ríos como el Miño, el Cabe o el Neira.