An expedition to the North Pole confirms the extreme thinness of the Arctic ice

Mon, 25/05/2009

Los integrantes de esta expedición, tres exploradores británicos, fueron «rescatados» de la inmensidad blanca casi treinta días antes de lo previsto, pues las condiciones meteorológicas y, sobre todo, la fragilidad del hielo ponían en peligro su seguridad.

Y es que, a falta de que las miles de mediciones que han realizado sean analizadas por los científicos de los diferentes centros que apoyan esta expedición, los primeros resultados sobre su estudio los dieron a conocer los propios exploradores nada más bajarse del helicóptero que les trasladó hasta su base en Resolute, al norte de Canadá. «Casi todo el hielo que hemos encontrado es de primer año», explicó Pen Hadow, veterano explorador polar y director de la expedición.

RÁPIDO CALENTAMIENTO

Hielo joven, por tanto, que vendría a confirmar la idea de que el Ártico se está calentando a un ritmo que duplica al del resto del mundo, como han puesto de manifiesto diferentes estudios científicos. Las imágenes de satélite ya nos habían enseñado en los últimos años que la capa helada del Polo Norte va menguando a la vez que las temperaturas van en ascenso, con datos dramáticos como los de 2007, cuando se fundió en el Ártico la misma cantidad de hielo que lo había hecho en los quince años precedentes.

Ahora, las mediciones realizadas por Hadow y su equipo, la guía Ann Daniels y el fotógrafo Martin Hartley, revelan que el grosor medio del hielo examinado era de 1,77 metros, lo que sugiere que era de primer año. Uno de los científicos asociados a la misión, Wieslaw Maslowski, del departamento de Oceanografía de la Escuela Naval de la Marina de Estados Unidos, dijo que esperaban hallar grosores de hasta 3 metros, pero Pen Hadow explicó que «casi nunca» habían encontrado capas de hielo que se hubieran formado hace más de un año.

Eso es lo que ellos han visto. Ahora, son los científicos los que deberán valorar los datos obtenidos. En total, han realizado 16.000 observaciones y mediciones del grosor del hielo y su densidad, 1.500 de ellas con perforaciones manuales. Para ello contaban con la ayuda de un radar portátil capaz de penetrar en el hielo para medir su grosor. El nuevo aparato, conocido como Sprite y diseñado por el ingeniero Michael Gorman, de la Universidad de Cambridge, tomaba mediciones cada diez centímetros, con el fin de componer también el mapa más preciso del hielo ártico.

Un trabajo arduo. Recabar los datos, que incluían la profundidad y temperatura del agua bajo el casco polar, no fue tarea fácil en las condiciones extremas de la región más septentrional del planeta. Y menos teniendo en cuenta el equipo que debían arrastrar los exploradores, de hasta cien kilos de peso.

¿HASTA CUÁNDO?

Pero la verdadera dificultad y el objetivo real de la expedición era responder a una de las más importantes cuestiones ambientales de nuestro tiempo: ¿Hasta cuándo será la capa helada del océano Ártico una característica de nuestro planeta? Esto deberán aclararlo los científicos, aunque de momento su previsión de que los exploradores iban a encontrar zonas con mezcla de hielo nuevo y antiguo ha errado.

El equipo de exploradores y científicos quieren presentar estos resultados en la próxima cumbre del cambio climático que se celebrará en diciembre en Copenhague. En esa cita debe perfilarse el futuro régimen internacional de reducción de emisiones de efecto invernadero, que causa el calentamiento global. Precisamente, y como llevan años advirtiendo los científicos, los Polos son los termómetros del clima del planeta, y por lo que está ocurriendo en el Ártico, queda claro que algo está cambiando.