The fishermen want to conserve the dams and the oldest hydraulic infraestructures, than are
Thu, 21/05/2009
Durante siglos, canales y pequeñas represas para molinos, fábricas de luz, curtidorías, ferrerías y caneiros de pesca convivieron con peces y actividades ribereñas. En ríos como el Cabe, con patrimonio fluvial que arranca en tiempos romanos (lo llamaban Chalibe), los pequeños aprovechamientos están casi todos en ruinas o abandonados. Pero los pescadores, lejos de desear su derribo, quieren conservarlos, al considerar estos remansos como «o criadeiro dos ríos». Así lo cree el experto pescador y directivo de la Sociedade de Pesca Val de Lemos Roberto Martínez. De hecho, en uno de los cotos que gestionan, el temporal del Klaus derribó un gran árbol sobre la presa del Sierra, y el boquete abierto en la pared ha provocado la bajada del nivel y desecación del antiguo canal que alimentaba el molino en ruinas del mismo nombre. «A presa pertencía a dúas herdeiras, unha delas deixoulle a súa parte ao Concello de Monforte, que non pon pegas para o arreglo, e estamos pendentes do permiso da outra parte para poder facer a reparación. A Consellería de Medio Ambiente non pon pegas para retirar a árbore, e tamén precisamos de autorización da Confederación Hidrográfica Miño-Sil», señala Martínez. Muchos biólogos reconocen que muchos azudes no tienen un papel muy negativo, pero recomiendan permeabilizarlos para no dificultar el tránsito de peces. Aseguran que, al remansar el agua, puede haber mortandad de peces si suben las temperaturas en verano. En el Cabe, desde la cabecera hasta su desembocadura en el Sil, hay otros muchos viejos azudes de este tipo -además de la presa para regadío y abastecimiento de Monforte en Ribasaltas-, la mayoría para mover molinos: presa de O Policía, Niñados, Fornelos... pero tan solo en el vecino Mao continúan con alguna actividad tres molinos de agua. Una de las situadas en la cabecera del Cabe, la de Trascastro, en O Incio, que alimentaba una fábrica de luz y varios molinos, rompió hace unos años por una crecida y por falta de mantenimiento. «Medio Ambiente non lles deixaba tocar as presas se non se lle poñían escalas para peixes», dice Roberto. La ruina ha sobrevenido por abandono. Mientras un sector industrial quiere colocar nuevas minicentrales en pequeños ríos, las arrasadas por el monopolio eléctrico y los grandes saltos del franquismo se pudren sin remedio. En 30 años las fábricas de luz se redujeron a la mitad, anegadas u obsoletas, sin rehabilitar. Pero de nuevo la automatización minihidráulica y la desbocada necesidad eléctrica abrió la veda al negocio en los cauces.