The farmers claim that the Guadalquivir river continues suffering from a high salinity
Thu, 14/05/2009
Los agricultores aseguran que la concentración de sal en el río llega en algunos puntos a siete gramos por litro, cuatro veces superior al nivel máximo admitido.
El presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Julián Borja, denunció ayer que el estuario del Guadalquivir presenta en algunos puntos hasta siete gramos de sal por litro, lo que supone una concentración cuatro veces superior a la admitida para la siembra del arroz. "La situación es peor que la del año pasado. Desde hace veinte días hemos detectado un nivel muy alto de salinidad", aseguró Julián Borja, que insistió en que el río está transformado "por dragados en lugares inapropiados". "Por Alcalá del Río está pasando muy poca agua y la salinidad se ha disparado", indicó Borja. El presidente de los arroceros aseguró que está preparando una denuncia desde el año pasado para refutar los informes encargados por las administraciones públicas, que achacaron a causas naturales los episodios de alta salinidad y turbidez detectados en el Guadalquivir a partir de noviembre de 2007.
Las declaraciones de Julián Borja se produjeron justo antes de que la Agencia Andaluza del Agua revise desde el aire cuántos arroceros han inundado sus parcelas aprovechando las escorrentías del Guadalquivir. Esta revisión, que se realizará mañana, es crucial para el reparto entre los agricultores de los 350 hectómetros cúbicos concedidos al arrozal en la última Comisión de Desembalse, según explicaron fuentes del sector.
Las mismas fuentes indicaron que la captación de las escorrentías para cumplir con la fecha límite puede ser la verdadera causante de la alta salinidad registrada en los últimos días, ya que se ha realizado "sin orden". "Si todo el mundo capta de golpe 60 hectómetros cúbicos de agua para llenar las tablas y el Guadalquivir no tiene caudal porque no llueve, es lógico que se meta el mar por el río y suba el tapón salino", señalaron. "Por lo tanto, la situación no es para nada comparable a la del año pasado. Es más, se sabía que esto podía ocurrir si no llovía más", indicaron.
Únicamente aquellos agricultores que hayan llenado ya sus tablas tendrán el agua garantizada para alcanzar el cien por cien del rendimiento de sus parcelas, según se acordó en la comisión. El resto se tendrá que conformar con una producción inferior y recibirá menos agua, ya que el desembalse concedido es demasiado ajustado para garantizar el rendimiento máximo para todo el arrozal sevillano, pese a que por primera vez tras tres años de sequía, sí que se podrá sembrar toda la superficie, más de 35.000 hectáreas.
El nivel de salinidad varía a lo largo del río, siendo las parcelas más cercanas a la desembocaduras las más afectadas por la salinidad. Según Julián Borja, esta situación ha llevado a que "muchos arroceros se están negando a regar sus tierras con las escorrentías" y avanzó la convocatoria de movilizaciones.
El llenado de las tablas es el paso previo a la siembra del arroz. Aunque precisa una gran cantidad de agua para su desarrollo, el arroz es uno de los pocos cultivos que puede soportar agua ligeramente salada, aunque no en las concentraciones de sal que se dan habitualmente en el estuario del Guadalquivir. Para compensar esta salinidad -conocida como tapón salino-, en un año normal de lluvias se desembalsaban 450 hectómetros cúbicos de agua -lo que supone la tercera parte de la dotación de agua de riego para la cuenca del Guadalquivir-, de los que 160 hectómetros cúbicos iban directamente al mar.
El presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Julián Borja, denunció ayer que el estuario del Guadalquivir presenta en algunos puntos hasta siete gramos de sal por litro, lo que supone una concentración cuatro veces superior a la admitida para la siembra del arroz. "La situación es peor que la del año pasado. Desde hace veinte días hemos detectado un nivel muy alto de salinidad", aseguró Julián Borja, que insistió en que el río está transformado "por dragados en lugares inapropiados". "Por Alcalá del Río está pasando muy poca agua y la salinidad se ha disparado", indicó Borja. El presidente de los arroceros aseguró que está preparando una denuncia desde el año pasado para refutar los informes encargados por las administraciones públicas, que achacaron a causas naturales los episodios de alta salinidad y turbidez detectados en el Guadalquivir a partir de noviembre de 2007.
Las declaraciones de Julián Borja se produjeron justo antes de que la Agencia Andaluza del Agua revise desde el aire cuántos arroceros han inundado sus parcelas aprovechando las escorrentías del Guadalquivir. Esta revisión, que se realizará mañana, es crucial para el reparto entre los agricultores de los 350 hectómetros cúbicos concedidos al arrozal en la última Comisión de Desembalse, según explicaron fuentes del sector.
Las mismas fuentes indicaron que la captación de las escorrentías para cumplir con la fecha límite puede ser la verdadera causante de la alta salinidad registrada en los últimos días, ya que se ha realizado "sin orden". "Si todo el mundo capta de golpe 60 hectómetros cúbicos de agua para llenar las tablas y el Guadalquivir no tiene caudal porque no llueve, es lógico que se meta el mar por el río y suba el tapón salino", señalaron. "Por lo tanto, la situación no es para nada comparable a la del año pasado. Es más, se sabía que esto podía ocurrir si no llovía más", indicaron.
Únicamente aquellos agricultores que hayan llenado ya sus tablas tendrán el agua garantizada para alcanzar el cien por cien del rendimiento de sus parcelas, según se acordó en la comisión. El resto se tendrá que conformar con una producción inferior y recibirá menos agua, ya que el desembalse concedido es demasiado ajustado para garantizar el rendimiento máximo para todo el arrozal sevillano, pese a que por primera vez tras tres años de sequía, sí que se podrá sembrar toda la superficie, más de 35.000 hectáreas.
El nivel de salinidad varía a lo largo del río, siendo las parcelas más cercanas a la desembocaduras las más afectadas por la salinidad. Según Julián Borja, esta situación ha llevado a que "muchos arroceros se están negando a regar sus tierras con las escorrentías" y avanzó la convocatoria de movilizaciones.
El llenado de las tablas es el paso previo a la siembra del arroz. Aunque precisa una gran cantidad de agua para su desarrollo, el arroz es uno de los pocos cultivos que puede soportar agua ligeramente salada, aunque no en las concentraciones de sal que se dan habitualmente en el estuario del Guadalquivir. Para compensar esta salinidad -conocida como tapón salino-, en un año normal de lluvias se desembalsaban 450 hectómetros cúbicos de agua -lo que supone la tercera parte de la dotación de agua de riego para la cuenca del Guadalquivir-, de los que 160 hectómetros cúbicos iban directamente al mar.