Two months of intense rains have inundated 12 States of Brazil
Thu, 14/05/2009
Mientras el sur de Brasil vive una sequía que ha reducido el caudal de las cataratas de Iguazú, en la frontera con Argentina, doce Estados del norte y el noreste del país sufren desde hace dos meses intensas lluvias que han provocado al menos 40 muertos y desalojado de sus casas a más de 300.000 personas. Pueblos completamente anegados, corrimientos de tierra e infraestructuras colapsadas, por no hablar del miedo a un brote de enfermedades contagiosas por la presencia de cadáveres de animales flotando sobre las aguas, resumen un panorama de emergencia.
El Gobierno de Brasilia, a través de Defensa Civil, redobló ayer sus esfuerzos para hacer llegar a las últimas localidades aisladas ayuda de emergencia aerotransportada, básicamente lotes de comida, medicamentos, colchones y mantas; también participaron en el dispositivo barcos y canoas.
El Estado nororiental de Maranhão, uno de los más afectados, ha decretado la suspensión del año lectivo al encontrarse la mayoría de las escuelas anegadas o bien ser utilizadas como albergues improvisados. Ello provoca una situación peculiar: un calendario lectivo de dos velocidades en dicho Estado, pues en las áreas menos perjudicadas las clases seguirán como de costumbre. Alrededor de 60.000 alumnos de primaria y secundaria se han quedado sin colegio en este Estado.
El presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, achacó en su intervención radiofónica semanal esta catástrofe al cambio climático. "Brasil está experimentando los cambios del clima que suceden en el mundo: severas sequías en zonas húmedas; demasiada lluvia en zonas donde no suele llover", dijo.
La zona afectada -los Estados de Ceará, Amazonas, Bahía, Alagoas, Paraíba, Pernambuco, Santa Catarina, Piauí, Rio Grande do Norte y Pará, además del citado de Maranhão- se extiende desde el húmedo Amazonas hasta los habitualmente áridos territorios cercanos a la costa del Atlántico. El temor de que el caudal remansado desagüe tierra adentro, hacia ciudades como Manaos, se ha incrementado en las últimas horas, ya que el Río Negro, un afluente del Amazonas, ha alcanzado su máximo caudal desde 1953: 74 centímetros por encima de su nivel habitual.
Muchos de los afectados -un millón largo entre los Estados citados- se niegan a abandonar lo que queda de sus casas por temor a los saqueos. En las zonas menos devastadas comienzan a apreciarse movimientos de retorno de la población desplazada, pero las previsiones meteorológicas no hacen presagiar mejoría hasta la segunda semana de junio. Según Namir Mello, de la Fundación Cearense de Meteorología y Recursos Hídricos, "sigue lloviendo de manera generalizada en todas las regiones, pero con menor intensidad".
El índice pluviométrico medio de los primeros 12 días de este mes fue superior al previsto para el conjunto de mayo. De acuerdo con Mello, en los próximos días el sol deberá lucir más paulatinamente, a medida que las lluvias vayan reduciéndose.
El Gobierno de Brasilia, a través de Defensa Civil, redobló ayer sus esfuerzos para hacer llegar a las últimas localidades aisladas ayuda de emergencia aerotransportada, básicamente lotes de comida, medicamentos, colchones y mantas; también participaron en el dispositivo barcos y canoas.
El Estado nororiental de Maranhão, uno de los más afectados, ha decretado la suspensión del año lectivo al encontrarse la mayoría de las escuelas anegadas o bien ser utilizadas como albergues improvisados. Ello provoca una situación peculiar: un calendario lectivo de dos velocidades en dicho Estado, pues en las áreas menos perjudicadas las clases seguirán como de costumbre. Alrededor de 60.000 alumnos de primaria y secundaria se han quedado sin colegio en este Estado.
El presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, achacó en su intervención radiofónica semanal esta catástrofe al cambio climático. "Brasil está experimentando los cambios del clima que suceden en el mundo: severas sequías en zonas húmedas; demasiada lluvia en zonas donde no suele llover", dijo.
La zona afectada -los Estados de Ceará, Amazonas, Bahía, Alagoas, Paraíba, Pernambuco, Santa Catarina, Piauí, Rio Grande do Norte y Pará, además del citado de Maranhão- se extiende desde el húmedo Amazonas hasta los habitualmente áridos territorios cercanos a la costa del Atlántico. El temor de que el caudal remansado desagüe tierra adentro, hacia ciudades como Manaos, se ha incrementado en las últimas horas, ya que el Río Negro, un afluente del Amazonas, ha alcanzado su máximo caudal desde 1953: 74 centímetros por encima de su nivel habitual.
Muchos de los afectados -un millón largo entre los Estados citados- se niegan a abandonar lo que queda de sus casas por temor a los saqueos. En las zonas menos devastadas comienzan a apreciarse movimientos de retorno de la población desplazada, pero las previsiones meteorológicas no hacen presagiar mejoría hasta la segunda semana de junio. Según Namir Mello, de la Fundación Cearense de Meteorología y Recursos Hídricos, "sigue lloviendo de manera generalizada en todas las regiones, pero con menor intensidad".
El índice pluviométrico medio de los primeros 12 días de este mes fue superior al previsto para el conjunto de mayo. De acuerdo con Mello, en los próximos días el sol deberá lucir más paulatinamente, a medida que las lluvias vayan reduciéndose.