Oil Century XXI: Tribute to José Luis Prats, the founder of Emasesa
Wed, 06/05/2009
Homenaje a José Luis Prats, el fundador de Emasesa que gestionó la depuración de aguas residuales y mitigó los efectos de la sequía creando estaciones de bombeo.
Ni incoloro, ni inodoro, ni insípido. Decía que el agua iba a ser el petróleo del siglo XXI. José Luis Prats vivió 30 días de ese siglo de cuyos avances fue pionero. Murió el 31 de enero de 2000. Nació en Melilla, donde sus padres regentaban una librería a cuyos fondos debería incorporarse el libro sobre su dilatada vida profesional que ayer recibieron todos los que acudieron al homenaje que se le brindó en el Salón Colón del Ayuntamiento.
José Luis Prats llegó a Sevilla en 1951. Estudió la carrera de ingeniero de Caminos, siguiendo los pasos de su hermano Miguel, que murió en la batalla del Ebro por beber agua de un pozo contaminado. El primer destino de Prats fue el de gerente de la Comunidad de Regantes del Bajo Guadalquivir. Aunque trabajó en otros departamentos -en la Oficina Municipal de Urbanismo y primer gerente de la Empresa Municipal de Transportes Urbanos, génesis de Tussam, donde vivió la supresión de los tranvías- el destino que lo marcó fue el del agua, donde sería pionero en la depuración de las aguas residuales.
Director del servicio municipal de Aguas y Alcantarillado, será fundador y primer gerente de Emasesa. La gestión del agua la tenía cedida el Ayuntamiento a una compañía británica, The Seville Water Works, con oficinas en el Patio de Banderas, y en 1957 rescató la concesión. Prats lidiará con las inundaciones de 1961 y con las sucesivas sequías cuyos efectos mitigarán sus grandes obras: depuradoras, embalses y estaciones de bombeo.
El primer gerente de Emasesa prestó sus servicios al Ayuntamiento de Sevilla durante 42 años, entre las alcaldías de José María Piñar Miura y Alejandro Rojas-Marcos. Todos los alcaldes se beneficiaron de sus conocimientos e intuiciones. Al homenaje acudió Fernando de Parias Merry, al que evoca en su memoria porque tomó posesión el 26 de junio de 1975, en el paso del ecuador de una de las más terribles sequías que padeció la ciudad. Por eso noviembre de 1975 en los papeles de Prats no es el mes de la muerte de Franco, sino el de la entrada en servicio de los instaladores de recuperación de aguas de lavado en la estación de tratamiento del Carambolo.
"Iba siempre 20 años por delante de todo el mundo", dice Alejandro Prats, uno de sus cinco hijos, el único que trabaja en Emasesa. Alfredo Sánchez Monteseirín, alcalde de Sevilla, no lo conoció personalmente, pero atribuye a su gestión "que Sevilla sea, a la chita callando, una de las ciudades que mejor administra sus recursos". Prats, con su ciclo integral del agua, se adelantó a los principios que aprobaría la Conferencia Internacional de Río de Janeiro sobre sostenibilidad.
Manuel del Valle, alcalde de Sevilla entre 1983 y 1991, lo recordó como "amigo leal, servidor público ejemplar y personaje inolvidable". Con San Mateo, a Prats se le recordará "por sus frutos". Compartieron las restricciones que Manuel del Valle vivió en 1981 en la Diputación y en 1989 en la alcaldía. "Se llegó a temer incluso por la celebración de la Expo".
En 1958, José Luis Prats hizo un curso de ingeniería sanitaria en Estados Unidos del que se trajo lecciones sobre el uso del agua en los grandes lagos de Chicago, las ventajas de la fluoración de las aguas en Washington, el tratamiento de la polución en Los Angeles o aplicaciones hidráulicas en las empresas de Charleston.
Lector de Ortega y Marañón, amigo de Julián Marías, madridista según su hijo, "religioso, pero no beato", según Del Valle, puso los cimientos para la conversión de una empresa municipal en metropolitana que sirve a la capital y a diez municipios: Alcalá de Guadaíra, Dos Hermanas, Coria del Río, La Puebla del Río, San Juan de Aznalfarache, Camas, Alcalá del Río, La Rinconada, Mairena del Alcor y El Madroño.
El ingeniero, el gerente, el técnico. Y el abuelo del que hablan con entusiasmo sus nietas. Tres ya trabajan: Julia Beneroso, 27 años, la mayor, es psicóloga; su hermana Sara es traductora en Shanghai, y Letizia Prats trabaja en Abengoa. Para Ana, la más pequeña, el recuerdo de su abuelo sabe a chicle de fresa. Y Lourdes lo asocia con el desayuno que compartía con él antes de irse al colegio.
Ni incoloro, ni inodoro, ni insípido. Decía que el agua iba a ser el petróleo del siglo XXI. José Luis Prats vivió 30 días de ese siglo de cuyos avances fue pionero. Murió el 31 de enero de 2000. Nació en Melilla, donde sus padres regentaban una librería a cuyos fondos debería incorporarse el libro sobre su dilatada vida profesional que ayer recibieron todos los que acudieron al homenaje que se le brindó en el Salón Colón del Ayuntamiento.
José Luis Prats llegó a Sevilla en 1951. Estudió la carrera de ingeniero de Caminos, siguiendo los pasos de su hermano Miguel, que murió en la batalla del Ebro por beber agua de un pozo contaminado. El primer destino de Prats fue el de gerente de la Comunidad de Regantes del Bajo Guadalquivir. Aunque trabajó en otros departamentos -en la Oficina Municipal de Urbanismo y primer gerente de la Empresa Municipal de Transportes Urbanos, génesis de Tussam, donde vivió la supresión de los tranvías- el destino que lo marcó fue el del agua, donde sería pionero en la depuración de las aguas residuales.
Director del servicio municipal de Aguas y Alcantarillado, será fundador y primer gerente de Emasesa. La gestión del agua la tenía cedida el Ayuntamiento a una compañía británica, The Seville Water Works, con oficinas en el Patio de Banderas, y en 1957 rescató la concesión. Prats lidiará con las inundaciones de 1961 y con las sucesivas sequías cuyos efectos mitigarán sus grandes obras: depuradoras, embalses y estaciones de bombeo.
El primer gerente de Emasesa prestó sus servicios al Ayuntamiento de Sevilla durante 42 años, entre las alcaldías de José María Piñar Miura y Alejandro Rojas-Marcos. Todos los alcaldes se beneficiaron de sus conocimientos e intuiciones. Al homenaje acudió Fernando de Parias Merry, al que evoca en su memoria porque tomó posesión el 26 de junio de 1975, en el paso del ecuador de una de las más terribles sequías que padeció la ciudad. Por eso noviembre de 1975 en los papeles de Prats no es el mes de la muerte de Franco, sino el de la entrada en servicio de los instaladores de recuperación de aguas de lavado en la estación de tratamiento del Carambolo.
"Iba siempre 20 años por delante de todo el mundo", dice Alejandro Prats, uno de sus cinco hijos, el único que trabaja en Emasesa. Alfredo Sánchez Monteseirín, alcalde de Sevilla, no lo conoció personalmente, pero atribuye a su gestión "que Sevilla sea, a la chita callando, una de las ciudades que mejor administra sus recursos". Prats, con su ciclo integral del agua, se adelantó a los principios que aprobaría la Conferencia Internacional de Río de Janeiro sobre sostenibilidad.
Manuel del Valle, alcalde de Sevilla entre 1983 y 1991, lo recordó como "amigo leal, servidor público ejemplar y personaje inolvidable". Con San Mateo, a Prats se le recordará "por sus frutos". Compartieron las restricciones que Manuel del Valle vivió en 1981 en la Diputación y en 1989 en la alcaldía. "Se llegó a temer incluso por la celebración de la Expo".
En 1958, José Luis Prats hizo un curso de ingeniería sanitaria en Estados Unidos del que se trajo lecciones sobre el uso del agua en los grandes lagos de Chicago, las ventajas de la fluoración de las aguas en Washington, el tratamiento de la polución en Los Angeles o aplicaciones hidráulicas en las empresas de Charleston.
Lector de Ortega y Marañón, amigo de Julián Marías, madridista según su hijo, "religioso, pero no beato", según Del Valle, puso los cimientos para la conversión de una empresa municipal en metropolitana que sirve a la capital y a diez municipios: Alcalá de Guadaíra, Dos Hermanas, Coria del Río, La Puebla del Río, San Juan de Aznalfarache, Camas, Alcalá del Río, La Rinconada, Mairena del Alcor y El Madroño.
El ingeniero, el gerente, el técnico. Y el abuelo del que hablan con entusiasmo sus nietas. Tres ya trabajan: Julia Beneroso, 27 años, la mayor, es psicóloga; su hermana Sara es traductora en Shanghai, y Letizia Prats trabaja en Abengoa. Para Ana, la más pequeña, el recuerdo de su abuelo sabe a chicle de fresa. Y Lourdes lo asocia con el desayuno que compartía con él antes de irse al colegio.