Hydraulic spaces

Tue, 05/05/2009

El Día de Córdoba

El patio cordobés es una herencia cultural ancestral. Su pervivencia se asegura tras la época islámica de la ciudad en la que gran parte de la vida doméstica, comer y estar, se realiza en este espacio

EL patio cordobés es una herencia cultural ancestral. Su pervivencia se asegura tras la etapa islámica de la ciudad en la que gran parte de la vida doméstica, comer y estar, se realiza en este espacio privilegiado de la casa que asegura, por un lado la ventilación y la iluminación del resto de las estancias y, por otro, la intimidad de la familia con respecto al exterior.


Puede buscarse un precedente en las domus romanas que, como las griegas, organizaban las distintas estancias de la casa en torno a un patio central porticado con un aljibe para recoger el agua de lluvia. Muy pocas casa romanas disponían de agua corriente, que era un privilegio de carácter político, y debían abastecerse obligatoriamente de las numerosas fuentes públicas. Las casas más poderosas solían tener un segundo patio también porticado, el peristilo, con un jardín y al fondo una exedra donde se celebraban las cenas en verano.


El patio de las casas musulmanas, sin embargo, no se basa en los jardines entendidos al modo romano o actual que representan siempre un lujo añadido y, además, casi nunca lo encontraremos centralizado en la parcela urbana y visible desde la calle. El cordobés musulmán podría no haber dispuesto de tantas fuentes en sus calles como los romanos pero lo que si puede asegurarse es que en todas las casas, hecho demostrado por las excavaciones arqueológicas, se disponía de agua que se obtenía a través de pozos, sin tener que vivir a expensas de las siempre escasas lluvias. A diferencia de la sociedad romana, profundamente esclavista, que para el sustento diario de agua debía depender de providencia de la lluvia o del estado que construyera acueductos y fuentes, hasta tres acueductos tuvo Córdoba, la ciudad musulmana, mucho más extensa que la romana, cuyos arrabales sobrepasaron con creces el recinto amurallado hasta ocupar una superficie semejante a la actual, no podía contar con una infraestructura hidráulica tan grande aunque la reutilizara en parte.


En Córdoba perviven las dos herencias culturales, reconocibles a simple vista. Aquellos patios que podemos observar directamente desde la calle son de herencia romana que, curiosamente, se pone de moda en el siglo XVII. En el Renacimiento, el gusto por lo clásico, se quedó en las portadas. Luego, con el fachadismo del siglo XIX, aparece la reja de hierro que deja ver el patio desde la calle. El patio de origen musulmán es distinto, intimo, y no podía ser visto desde el exterior, como muchos de los patios populares actuales. Actualmente perviven los dos patios, el central, visible desde el exterior y casi siempre en casas solariegas y el de origen musulmán, más íntimo, que se aparta de la vista pública. El refinamiento islámico, que impone el patio como centro de la vida cotidiana en la época califal, llegará a su punto más álgido con Alhaken y la dinastía abatida, más orientalista y noble, con un segundo patio, más privado todavía y dedicado al puro solaz que recuerda a los peristilos romanos.


Aunque ambos tengan una misma finalidad. Iluminación y ventilación de la vivienda, la cultura islámica, y luego la mudéjar, aporta otra gran singularidad, la presencia del agua mediante fuentes, canalizaciones, acequias y pozos que prolongan en un ambiente urbano la vinculación del hombre con la tierra: la huerta. La huerta llegaría a producir excedentes que se vendían a la calle, como demuestran las numerosas pesas que se encuentran en las excavaciones arqueológicas. Curiosamente esta tradición se conservó en los huertos de los conventos.


Mientras el patio barroco incorpora una fuente central, recuerdo del impluvium romano, el patio de influencia musulmana se convierte en una estilización y refinamiento de las añoradas huertas y la presencia del agua asegura la vida de los frutos, ahora flores. Incorpora plantas útiles a la vida cotidiana como albahaca o hierbabuena, naranjos o limoneros que, además de su uso culinario frente a las especias, caras y no siempre fáciles de conseguir, perfuman el ambiente.