Technology to the crops under the plastic
Mon, 09/03/2009
Extremo Oriente y la cuenca mediterránea concentran las mayores superficies de invernaderos del mundo. España, con casi 66.000 hectáreas en 2008, es el país mediterráneo con más cultivos bajo plástico, seguido a gran distancia por Italia y los dos mercados emergentes que más están creciendo en esta actividad, Turquía y Marruecos.
El desarrollo tecnológico y las especiales condiciones climáticas y topográficas de España han permitido que la producción de hortalizas y flores se haya multiplicado en los últimos años, contribuyendo a consolidar un sector que en la campaña 2007/2008 tuvo una producción de cinco millones de toneladas, con una facturación de 2.500 millones de euros y que da empleo directo a 80.000 personas. Casi el 60% de la producción total de la temporada pasada correspondió a Almería (2,951 millones de toneladas, de las que 1,661 millones se destinaron a la exportación), lo que supuso para la región una facturación total de 1.463 millones de euros y 39.400 empleos directos, de los cuales cerca de la mitad correspondió a trabajadores extranjeros. La utilización de tecnología y su continuo avance ha permitido elevar la productividad de los cultivos y la calidad de los mismos, así como aumentar la eficiencia en los procesos y mejorar las condiciones de trabajo. Aunque los invernaderos de plástico se han utilizado tradicionalmente para la producción agrícola, existen numerosas actividades como la acuicultura, la captación de energía solar, la desalación de agua, la biominería, los secaderos de pieles o la cría de caracoles y de cocodrilos, entre otras, en las que se está empezando a aplicar la tecnología desarrollada para los cultivos bajo plástico. En este sentido, parte de los esfuerzos de investigación que se están realizando en España están siendo canalizados a través del proyecto Cénit Mediodía, liderado por Repsol y en el que participan 12 empresas y 25 universidades y centros de investigación, con una inversión de 28 millones de euros a lo largo de cuatro años. El objetivo de este proyecto es realizar una investigación de carácter estratégico en el campo de la agricultura bajo plástico que permita el desarrollo de un nuevo concepto de invernadero avanzado, altamente automatizado, eficiente en el consumo de energía y agua y que, además, permita cultivos diversificados y rentables, en cualquier época del año y en distintos climas, mediante un sistema de producción integrada. El proyecto contempla desarrollos de nuevos materiales para la cubierta, estructura y sustrato del invernadero, sistemas electromecánicos (climatización, movimiento de plantas, fertirrigación y fertilización carbónica) y sistemas biológicos auxiliares (polinizadores y lucha integrada). Asimismo, se centrará en la gestión de productos (clasificación, procesado y envasado de vegetales), coproductos y residuos y el suministro de energía y agua renovables a distintas agrupaciones de invernaderos. Para contribuir a sensibilizar a las empresas sobre las oportunidades de negocio que ofrecen los desarrollos tecnológicos en el sector de invernaderos, la Fundación Cotec ha editado un documento donde se analizan las tecnologías implicadas, las oportunidades tecnológicas derivadas de las nuevas aplicaciones y los retos a los que se enfrenta esta actividad.
Una de las aplicaciones de la tecnología desarrollada para invernaderos en España es el cultivo comercial de algas para su uso en medicina, cosmética y alimentación animal, así como microalgas y otros cultivos energéticos para la fabricación de biocombustibles. La utilización de los invernaderos como productores de energía es otra de las líneas de investigación en la que se está avanzando mucho. La torre solar, un sistema para aprovechar la energía térmica de un "megainvernadero" para producir electricidad, o la desalación de agua con energía solar, que funciona por evaporación y recogida del agua destilada y del que ya existe un prototipo en funcionamiento en Almería, son ejemplos de estos avances.
La biominería mediante lixiviación bacteriana es otro de los desarrollos en los que se está trabajando. Se trata de un proceso biotecnológico que emplea bacterias específicas para extraer metales de valor como uranio, cobre, zinc, níquel y cobalto o concentrados minerales, que se está utilizando cada vez más en países como Estados Unidos, Australia, Chile o Perú y que también se puede aplicar para la recuperación de suelos contaminados con metales pesados.
El desarrollo tecnológico y las especiales condiciones climáticas y topográficas de España han permitido que la producción de hortalizas y flores se haya multiplicado en los últimos años, contribuyendo a consolidar un sector que en la campaña 2007/2008 tuvo una producción de cinco millones de toneladas, con una facturación de 2.500 millones de euros y que da empleo directo a 80.000 personas. Casi el 60% de la producción total de la temporada pasada correspondió a Almería (2,951 millones de toneladas, de las que 1,661 millones se destinaron a la exportación), lo que supuso para la región una facturación total de 1.463 millones de euros y 39.400 empleos directos, de los cuales cerca de la mitad correspondió a trabajadores extranjeros. La utilización de tecnología y su continuo avance ha permitido elevar la productividad de los cultivos y la calidad de los mismos, así como aumentar la eficiencia en los procesos y mejorar las condiciones de trabajo. Aunque los invernaderos de plástico se han utilizado tradicionalmente para la producción agrícola, existen numerosas actividades como la acuicultura, la captación de energía solar, la desalación de agua, la biominería, los secaderos de pieles o la cría de caracoles y de cocodrilos, entre otras, en las que se está empezando a aplicar la tecnología desarrollada para los cultivos bajo plástico. En este sentido, parte de los esfuerzos de investigación que se están realizando en España están siendo canalizados a través del proyecto Cénit Mediodía, liderado por Repsol y en el que participan 12 empresas y 25 universidades y centros de investigación, con una inversión de 28 millones de euros a lo largo de cuatro años. El objetivo de este proyecto es realizar una investigación de carácter estratégico en el campo de la agricultura bajo plástico que permita el desarrollo de un nuevo concepto de invernadero avanzado, altamente automatizado, eficiente en el consumo de energía y agua y que, además, permita cultivos diversificados y rentables, en cualquier época del año y en distintos climas, mediante un sistema de producción integrada. El proyecto contempla desarrollos de nuevos materiales para la cubierta, estructura y sustrato del invernadero, sistemas electromecánicos (climatización, movimiento de plantas, fertirrigación y fertilización carbónica) y sistemas biológicos auxiliares (polinizadores y lucha integrada). Asimismo, se centrará en la gestión de productos (clasificación, procesado y envasado de vegetales), coproductos y residuos y el suministro de energía y agua renovables a distintas agrupaciones de invernaderos. Para contribuir a sensibilizar a las empresas sobre las oportunidades de negocio que ofrecen los desarrollos tecnológicos en el sector de invernaderos, la Fundación Cotec ha editado un documento donde se analizan las tecnologías implicadas, las oportunidades tecnológicas derivadas de las nuevas aplicaciones y los retos a los que se enfrenta esta actividad.
Una de las aplicaciones de la tecnología desarrollada para invernaderos en España es el cultivo comercial de algas para su uso en medicina, cosmética y alimentación animal, así como microalgas y otros cultivos energéticos para la fabricación de biocombustibles. La utilización de los invernaderos como productores de energía es otra de las líneas de investigación en la que se está avanzando mucho. La torre solar, un sistema para aprovechar la energía térmica de un "megainvernadero" para producir electricidad, o la desalación de agua con energía solar, que funciona por evaporación y recogida del agua destilada y del que ya existe un prototipo en funcionamiento en Almería, son ejemplos de estos avances.
La biominería mediante lixiviación bacteriana es otro de los desarrollos en los que se está trabajando. Se trata de un proceso biotecnológico que emplea bacterias específicas para extraer metales de valor como uranio, cobre, zinc, níquel y cobalto o concentrados minerales, que se está utilizando cada vez más en países como Estados Unidos, Australia, Chile o Perú y que también se puede aplicar para la recuperación de suelos contaminados con metales pesados.