Madrid will have a unique water reservoir at the head of the Tagus
Mon, 19/01/2009
La Comunidad de Madrid, del PP, contará con una "reserva estratégica" no trasvasable en la cabecera del Tajo similar a la que Castilla-La Mancha tendrá en su Estatuto de autonomía. Eso supone que los dos enormes pantanos de Guadalajara de los que parte el trasvase tendrán gran parte de su capacidad inmovilizada, no podrá ir al abastecimiento de Murcia y Alicante. Esto estrangula aún más el acueducto Tajo-Segura e implica a Madrid en la guerra por el trasvase, que Valencia y Murcia (también del PP) exigen mantener. Además, facilita al Gobierno la construcción de un nuevo trasvase desde Extremadura.
En 1999, Aznar concedió al socialista José Bono una reserva de 240 hectómetros cúbicos en Entrepeñas y Buendía -los pantanos de cabecera del Tajo- para su comunidad. Esa reserva nunca ha sido utilizada. El Estatuto de Castilla-La Mancha, en tramitación, eleva esa cifra hasta los 600 hectómetros (cada uno equivale a un volumen como el del Santiago Bernabéu). Actualmente, Entrepeñas y Buendía están al 14,4% de su capacidad (357 de los 2.474 hectómetros que puede almacenar).
El Gobierno de Esperanza Aguirre le ha pedido al Ministerio de Medio Ambiente contar con una reserva para sequías prolongadas, como la que tiene Castilla-La Mancha, según fuentes próximas a la negociación.
Madrid ha pedido más agua para garantizar su abastecimiento y evitar las restricciones que sufrió en 2005. Aunque la Comunidad no ha especificado dónde desea tener ese caudal asegurado, Medio Ambiente considera que sólo puede estar en Entrepeñas y Buendía, aunque estén en la provincia de Guadalajara.
Oficialmente, la Comunidad de Madrid apoya los trasvases y nunca ha pedido la caducidad del Tajo-Segura. Sin embargo, cuando los regantes de Murcia han comprado agua a los de Madrid, el Ejecutivo de Aguirre se ha opuesto por escrito. Ahora, dentro de las negociaciones del plan de cuenca del Tajo, intenta mejorar su garantía de abastecimiento en caso de que llegue una sequía extrema.
La reivindicación sobre estos pantanos ha ido en aumento. Aguirre declaró en abril pasado: "Nuestra cuenca es el Tajo y los embalses de cabecera de Madrid son Entrepeñas y Buendía". En 2006, ya reclamó para Madrid "la garantía de los embalses del Tajo" y se comprometió a pagar la conexión entre esos pantanos y el abastecimiento a la Comunidad.
Con esta reserva estratégica, que Medio Ambiente quiere consensuar con los implicados, el ministerio comienza a encajar las piezas del rompecabezas del agua. Por un lado, el Congreso eliminará previsiblemente la cláusula del Estatuto de Castilla-La Mancha que fijaba la caducidad de la obra en 2015 y que votaron socialistas y populares en esa comunidad. Esa fecha puede quedar recogida sólo en el preámbulo, a lo que se oponen los dos partidos en Murcia y Valencia, ya que el abastecimiento de 2,5 millones de personas de 79 municipios depende actualmente de ese trasvase.
Pero aunque elimine la caducidad, Medio Ambiente considera que la cabecera del Tajo no da mucho más de sí. La entrada de agua a esos embalses se ha reducido a la mitad en 60 años y el primer documento del plan de cuenca del Tajo prevé una reducción de las lluvias de entre el 7% y el 17% en 2030 respecto a 2000 debido al cambio climático. A eso hay que sumar el aumento de población y de consumo -en el Tajo hay previstas centrales de gas, que necesitan un caudal continuo de agua- y el aumento del caudal ecológico del Tajo a su paso por Aranjuez. Todo esto duplicaría los desembalses hacia Madrid. Además, mantener los embalses con un volumen constante de agua aplacaría las críticas de los municipios ribereños, que han visto perder su turismo por la escasez de agua.
Con ese planteamiento, apenas quedaría agua para trasvasar, lo que favorece la construcción de un trasvase desde el embalse de Valdecañas (Cáceres) al Segura, que en el camino dejaría agua en Ciudad Real y las Tablas de Daimiel. Esta es la opción de la que el Gobierno estudia y que prevé plantear cuando el Estatuto de Castilla-La Mancha esté aprobado. Este trasvase llevaría al Levante todo el caudal -y puede que más- que dejaría de recibir desde la actual conducción.
En 1999, Aznar concedió al socialista José Bono una reserva de 240 hectómetros cúbicos en Entrepeñas y Buendía -los pantanos de cabecera del Tajo- para su comunidad. Esa reserva nunca ha sido utilizada. El Estatuto de Castilla-La Mancha, en tramitación, eleva esa cifra hasta los 600 hectómetros (cada uno equivale a un volumen como el del Santiago Bernabéu). Actualmente, Entrepeñas y Buendía están al 14,4% de su capacidad (357 de los 2.474 hectómetros que puede almacenar).
El Gobierno de Esperanza Aguirre le ha pedido al Ministerio de Medio Ambiente contar con una reserva para sequías prolongadas, como la que tiene Castilla-La Mancha, según fuentes próximas a la negociación.
Madrid ha pedido más agua para garantizar su abastecimiento y evitar las restricciones que sufrió en 2005. Aunque la Comunidad no ha especificado dónde desea tener ese caudal asegurado, Medio Ambiente considera que sólo puede estar en Entrepeñas y Buendía, aunque estén en la provincia de Guadalajara.
Oficialmente, la Comunidad de Madrid apoya los trasvases y nunca ha pedido la caducidad del Tajo-Segura. Sin embargo, cuando los regantes de Murcia han comprado agua a los de Madrid, el Ejecutivo de Aguirre se ha opuesto por escrito. Ahora, dentro de las negociaciones del plan de cuenca del Tajo, intenta mejorar su garantía de abastecimiento en caso de que llegue una sequía extrema.
La reivindicación sobre estos pantanos ha ido en aumento. Aguirre declaró en abril pasado: "Nuestra cuenca es el Tajo y los embalses de cabecera de Madrid son Entrepeñas y Buendía". En 2006, ya reclamó para Madrid "la garantía de los embalses del Tajo" y se comprometió a pagar la conexión entre esos pantanos y el abastecimiento a la Comunidad.
Con esta reserva estratégica, que Medio Ambiente quiere consensuar con los implicados, el ministerio comienza a encajar las piezas del rompecabezas del agua. Por un lado, el Congreso eliminará previsiblemente la cláusula del Estatuto de Castilla-La Mancha que fijaba la caducidad de la obra en 2015 y que votaron socialistas y populares en esa comunidad. Esa fecha puede quedar recogida sólo en el preámbulo, a lo que se oponen los dos partidos en Murcia y Valencia, ya que el abastecimiento de 2,5 millones de personas de 79 municipios depende actualmente de ese trasvase.
Pero aunque elimine la caducidad, Medio Ambiente considera que la cabecera del Tajo no da mucho más de sí. La entrada de agua a esos embalses se ha reducido a la mitad en 60 años y el primer documento del plan de cuenca del Tajo prevé una reducción de las lluvias de entre el 7% y el 17% en 2030 respecto a 2000 debido al cambio climático. A eso hay que sumar el aumento de población y de consumo -en el Tajo hay previstas centrales de gas, que necesitan un caudal continuo de agua- y el aumento del caudal ecológico del Tajo a su paso por Aranjuez. Todo esto duplicaría los desembalses hacia Madrid. Además, mantener los embalses con un volumen constante de agua aplacaría las críticas de los municipios ribereños, que han visto perder su turismo por la escasez de agua.
Con ese planteamiento, apenas quedaría agua para trasvasar, lo que favorece la construcción de un trasvase desde el embalse de Valdecañas (Cáceres) al Segura, que en el camino dejaría agua en Ciudad Real y las Tablas de Daimiel. Esta es la opción de la que el Gobierno estudia y que prevé plantear cuando el Estatuto de Castilla-La Mancha esté aprobado. Este trasvase llevaría al Levante todo el caudal -y puede que más- que dejaría de recibir desde la actual conducción.