A third of the provincial area is at serious risk of desertification

Mon, 01/12/2008

Información

Casi un tercio de la superficie de la provincia de Alicante se encuentra en una situación de riesgo importante de desertificación, según datos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM). El diagnóstico sobre este fenómeno en España, incluido en el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PAND) -fechado en agosto de este año-, señala que 94.360 hectáreas del territorio alicantino están en un peligro "muy alto" de padecerlo, y otras 89.989 en peligro "alto", lo que suma el 31 por ciento del total.
Las zonas de la provincia que se reflejan como en una situación de mayor riesgo son el litoral de la Marina Baixa, el interior de l'Alacantí y todo el Alto y Medio Vinalopó. Estas áreas se corresponden casi por completo con los espacios donde el documento alerta de la sobreexplotación de los acuíferos. Este factor se destaca como el más significativo de entre los provocados por la acción humana, junto con los incendios forestales. Esta última problemática ha tenido una cierta incidencia en los últimos años en la zona nororiental de la provincia, si bien no demasiado significativa.
Estos elementos se unen a otros que ya están presentes por la propia naturaleza del terreno, como la aridez del suelo debido a la escasez de precipitaciones. El diagnóstico del PAND califica como "semiárida" toda la provincia, con la sola exepción, además de las zonas lacustres, del extremo nororiental -comarcas de la Marina Alta y el Comtat-, que tiene una pluviometría bastante más generosa y se cita como "subhúmedo seco". No obstante, este área sí sufre los riesgos derivados de otro factor natural como es la erosión.
El geógrafo Enrique Moltó, profesor del Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la Universidad de Alicante (UA), achaca toda la responsabilidad del avance de la desertificación "al hombre", pero no por aspectos como la sequía o un cambio climático "que no se está dando", sino por la alteración del territorio. Moltó hace hincapié en que el paisaje estepario semiárido de gran parte de la provincia es "natural y ancestral", y eso "no es un desierto", ni tampoco avanzará como una "lengua" hacia el noreste. El problema, insiste, viene por los "cambios en el uso del suelo", con el abandono de espacios agrarios que, con su masa vegetal adaptada al clima -especies de secano- o sistemas artificiales -abancalamientos, muros de piedra-, han establecido secularmente un "equilibrio natural" con la erosión, paliando sus efectos.
Con ello, el problema no es el fenómeno en sí, que es algo "natural", sino su "aceleración". La falta de mantenimiento de los bancales provoca que "las vertientes se desmoronen" y las lluvias torrenciales propias del clima mediterráneo causen mayores arrastres. Además, Moltó incide en el papel de "cortafuegos" de los espacios agrarios, que también desaparece al abandonarse éstos.