The hydrological year starts with a pool of water that covers the half of the reservoirs

Mon, 29/09/2008

El Norte de Castilla

Mañana finaliza el año hidrológico 2007-2008. El miércoles arranca el 2008-2009. Y el inicio no puede ser más optimista, después de un final del 2008 y un comienzo del 2009 marcado por la sequía. Cuando a medianoche de mañana se dé por finalizada la campaña de riego -aunque queden aún algunas zonas que necesitarán recibir agua para sus cultivos- los embalses guardarán una reserva de agua muy cercana a la mitad de su capacidad. Es algo menos que en la pasada campaña, pero es el triple -1.209 hectómetros cúbicos frente a los 359,5 fijados en marzo- que se estableció cuando la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) concluyó el informe de la campaña y decidió la cifra que, pasara lo que pasara, deberían como mínimo guardar los embalses que abastecen al campo y a las personas y mantienen el caudal ecológico de los ríos (el nivel mínimo de agua que deben llevar para asegurar la vida de animales y plantas en el agua) para afrontar el otoño y el invierno.
¿Qué ha ocurrido para que se llegue a una cantidad de agua tan alta si la previsión de los expertos era tan baja? Sencillo: Llovió en primavera y la tan apreciada agua de mayo lo ha sido en Castilla y León este año como no lo era desde hacía más de una década, cuando la tremenda sequía de los años 1993 y 1994.
A la campaña de riego se llegaba a final del primer trimestre del año con un panorama desolador para algunas comarcas. Y con el ánimo por los suelos. La propia Confederación del Duero, que dirige Antonio Gato, admitía en marzo que la planificación de los desembalses para atender a los cultivos que necesitan agua se hizo «considerando que la situación de sequía no mejoraría sustancialmente en los meses posteriores». El año hidrológico anterior había empezado bien puesto que la reserva de agua de los embalses alcanzaba (hace ahora justo un año) 1.272 hectómetros cúbicos, el 40% por encima de la media de los últimos años. El otoño y el invierno, que fueron de los más secos de las dos últimas décadas, dejaron los embalses con 1.406 hectómetros cúbicos, que eran los que se almacenaban el 1 de abril de este año, fecha oficial del comienzo de la campaña de riego. La media de la reserva de agua en esa fecha en un año normal supera los 2.050 hectómetros cúbicos. No hacía falta ningún otro dato para confirmar que se avecinaba una campaña de riego dura por la falta de agua.
Sequía
Sorprende a estas alturas acordarse de la sequía. Es más, parece imposible pensar que la hubiera. Pero vaya si la había. Una mirada a los informes de las comisiones de desembalses lo ratifica. En la zona del Órbigo-Tuerto, que se abastece, entre otros, del embalse de Villameca (20 hectómetros cúbicos para 5.129 hectáreas de cultivos) ya se dijo a mediados de marzo que tanto el de Villameca como el de Barrios de Luna no tenían agua suficiente para toda la campaña. Es más, tenían tan poca que la CHD pidió a los agricultores que concentrasen los cultivos para evitar pérdidas en el transporte. Sólo tres semanas después, se dio una vuelta de tuerca al pesimismo. La noticia cayó como una bomba: Los regantes que se abastecían del río Tuerto no tenían garantizada una mínima campaña de riego. Otra zona donde el horizonte se pintaba de negro era la del Esla-Valderaduey, con nada menos que 55.792 hectáreas de cultivos de regadío. El 13 de marzo, en la primera junta de explotación, la CHD fue tajante en su petición a los regantes: Les exigió un plan para saber el número exacto de hectáreas que pensaban sembrar y el tipo de cultivos; dependiendo de eso, les diría cuánta agua les podría garantizar.
Y la zona siempre preocupante, hasta cuando llueve, del Carrión también tuvo sus alertas encendidas. Se garantizó desde la CHD que recibirían agua de Riaño; pero se advirtió a los regantes de que tendrían que extremar como nunca el consumo de agua.
Agua, agua
En la segunda quincena de marzo empezó a llover y casi no lo dejó hasta finales de mayo. Cada semana que pasaba, los expertos y la CHD echaban cuentas y por partida doble. Por un lado, los embalses empezaban a llenarse; por otro, cuanto más llovía, eso de menos que tenían que desembalsar de los pantanos para regar.
Pese a haber llovido y tener agua los embalses, no ha sido un año normal en lo que a precipitacioens se refiere. Llovió muy concentrado en poco tiempo. Un repaso por las tablas de precipitaciones arroja un preocupante balance, según la CHD: «Las aportaciones entrantes a los embalses han sido, en general, bastante inferiores a las habituales, desde valores de aproximadamente el 50% sobre la media de los últimos años (en el Pontón Alto, Villameca, Barrios de Luna) hasta cerca del 100% de los valores medios en el caso de los embalses del Arlanzón».
Aunque esta es la media, hay otras zonas que terminan mañana el año hidrológico con más agua de la que habitualmente suelen almacenar por estas fechas. Son los casos de los sistemas Pisuerga-Bajo Duero, que abastacen a 30.380 hectáreas de de riego.