Meteorologists foresee a wetter autumn, but don't see the end to drought
Tue, 23/09/2008
Dentro de la normalidad en todas las regiones peninsulares. Así prevé la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) que sea este otoño. Ello quiere decir que éste será ligeramente más húmedo, teniendo en cuenta que el año pasado el equinoccio de septiembre comenzó con escasas lluvias que confirmaron el cuarto año consecutivo de sequía extrema para la Región de Murcia. No obstante, si las lluvias no empapan el suelo lo suficiente para que el agua corra a los pantanos -al 15% de su capacidad en la cuenca del Segura- poco se podrá hacer para evitar un quinto. El otoño ha mostrado sus credenciales en buena parte de España y para las próximas horas se esperan más precipitaciones. Aún es pronto para saber cómo pinta la estación, si húmeda o seca, pero los expertos tienen ya una idea aproximada. Para los tres meses siguientes se esperan temperaturas y precipitaciones «dentro de los valores normales» en cada región. Traducido, significa que el otoño podría venir algo más húmedo que el de 2007 y también más fresco en el noroeste peninsular, «entre medio grado y un grado por debajo de las medias ordinarias», subrayó este lunes Ángel Rivera, portavoz de la AEMET. Hasta ahí llegan los pronósticos, que a más de diez días vista pierden gran parte de su fiabilidad, explicó. Cambia la forma de llover Donde ya no quedan dudas es en el balance térmico e hidrológico del año. Faltan dos semanas para cerrar el ejercicio -desde octubre de un año a septiembre del siguiente- y el total de precipitaciones registradas hasta ayer es un 11% inferior a lo que se considera habitual. Aunque el cómputo total de lluvias en España está en el marco de la normalidad, los meteorólogos aprecian desde hace años un cambio en los patrones de precipitaciones. «Está cambiando la forma de llover. Llueve de otra manera, caen las mismas cantidades pero el reparto regional es distinto», precisó Rivera. Los expertos lo atribuyen a alteraciones propiciadas por mecanismos concretos que influyen en el brusco descenso de los temporales atlánticos, que se desvían hacia el Polo Norte sin impactar en la Península, y la aparición de «lluvias tormentosas, en tromba, violentas, inestables», muy localizadas en un punto concreto y más difíciles de predecir, argumentó el portavoz de la Aemet. En cambio, las temperaturas sí dan testimonio del calentamiento progresivo del planeta. Aunque en determinadas latitudes del globo el 2008 está siendo un año menos caluroso, la Península sigue su tendencia al alza. El verano pasado, el balance de la Agencia concuerda con la sensación general. Ha sido un estío llevadero relativamente, sin olas de calor comparables a la del 2003, pero con un aumento medio de las temperaturas de 0,5 grados debido al predominio de los vientos de poniente en altura. La máxima registrada fue de 41,7 grados en Córdoba el pasado 4 de agosto; nada extraordinario para los valores habituales en esas fechas. Entre enero y agosto la temperatura media del país fue de 16,1 grados, por encima de los 15,2 grados del promedio entre 1970-2000 y, aun así, lejos de los 16,6 de 2003, el año más sofocante en décadas.