'Biological Alert' in our rivers

Mon, 14/07/2008

ABC

Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo a la hora de definir qué es una especie invasora. Para la UICN es «una especie exótica que se establece en ecosistemas o hábitats naturales o seminaturales y amenaza la diversidad biológica nativa». Por sus características, estas poblaciones biológicas tienden a desarrollarse rápidamente a costa de su entorno, desestabilizando así el equilibrio ecológico de la zona. En la actualidad se estima que existen 26 especies invasoras en los ríos de España, gran parte de ellas localizadas en la cuenca del Ebro. Como consecuencia, al menos siete especies de peces continentales se han extinguido completamente y el 56 por ciento de las restantes tiene complicada la subsistencia a menos que se tomen medidas.
Se da la circunstancia de que los peces continentales son la fauna con los mayores endemismos en nuestro país. Por tanto, el daño que provocan las especies invasoras es aún mayor. Por si fuese poco, España es un lugar especialmente apto para recibir fauna foránea por sus condiciones climáticas. Según diversos estudios, nuestros ríos suelen presentar una temperatura entre los 18 y 25 grados, convirtiéndose en un hábitat ideal para casi cualquier «invasor». Una vez aclimatados y, en lugar de erradicarlos, en muchos casos las Administraciones las consideran especies para la pesca, de tal forma que estas prácticas se transforman en un círculo vicioso que en nada beneficia al buen estado ecológico de nuestras masas de agua continentales.
Entre estos destructores que acaban con casi todo lo que encuentran a su alrededor, el mejillón cebra es uno de los más conocidos, pues no sólo acarrea consecuencias negativas al entorno, sino que además su dispersión supone un elevado coste para la Administración. Oriundo del Mar Caspio, se cree que este bivalvo llegó a nuestro país adherido al casco de los buques mercantes.
Su presencia en la cuenca del Ebro se detectó por primera vez en 2001, y desde entonces no ha hecho más que aumentar en número. En el embalse de Ribarroja se han realizado mediciones que calculan densidades de 4.000 individuos por metro cuadrado y en los últimos días larvas del mejillón han aparecido en embalses del País Vasco, donde no había llegado este molusco invasor, que afecta ya a toda la cuenca. A nivel ecológico, la amenaza de este molusco se traduce en la disminución brusca del fitopláncton y en la alteración del ciclo del fósforo en el agua.

ERRADICACIÓN MUY COMPLICADA

Pero su mala fama proviene, sobre todo, de los perjuicios económicos que ocasiona. Y es que tiende a acumularse en todo tipo de conductos (de agua, de residuos, industriales...) hasta provocar su obturación. Erradicarlo es una tarea sumamente complicada, ya que presenta una alta tolerancia a los cambios de temperatura y salinidad. En los Grandes Lagos norteamericanos, sólo su control -que no exterminio- ya ha costado a los contribuyentes 2.000 millones de dólares.
La pesca deportiva es otra de las vías de ingreso de alóctonas en los ríos. La perca y el siluro son dos buenos ejemplos de irresponsabilidad biológica por motivos fútiles. A principios de los 90, grupos de pescadores introdujeron ilegalmente en las cuencas del norte de España estas especies procedentes de Asia y Europa central, respectivamente. La perca habita en aguas lentas, preferentemente a más de 1.000 metros de altitud, y su gran voracidad ha esquilmado parte de las reservas de ejemplares pequeños en nuestro país.
El siluro es un pez de gran tamaño del que unos desaprensivos liberaron algunos ejemplares en el embalse de Mequinenza (Zaragoza) en 1974. Es capaz de comer cualquier animal de menor tamaño. Es una pieza muy apreciada por los pescadores, pues algunos especímenes llegan a pesar 65 kilos, pro lo que goza de gran valor comercial. Tiene poblaciones en el Ebro y sus afluentes, especialmente en el Segre, donde ha acabado con especies de invertebrados autóctonas.