Drop by drop, boat to boat

Mon, 28/01/2008

ABC

Inmersa en la peor sequía desde mitad del siglo pasado, Cataluña busca agua prácticamente litro a litro en una política que casi se diría de zahorí. La escasez de lluvias desde el verano de 2006 y la consiguiente reducción de los acuíferos y pantanos —que cada día dejan ver un trocito más del paisaje que un día anegaron las aguas— han supuesto la búsqueda de caudales por todos los medios, para evitar la situación extrema en que serían necesarios los cortes de agua domiciliarios.

Activación de pozos en desuso, recuperación de acuíferos, nuevas desaladoras que permitan nutrirse del agua del Mediterráneo, más depuradoras, obras diversas, reutilización de aguas residuales, campañas para potenciar el ahorro... Todos los medios son buenos para ganar tiempo. Todo eso y mirar al cielo, en la confianza de que, más pronto que tarde, envíe lluvia. No parecen ser esas las previsiones a corto ni medio plazo, o al menos no en cantidad suficiente como para deshacerse del fantasma de la sequía. Y aun en condiciones de normalidad, «el régimen pluviométrico de Cataluña se caracteriza por la irregularidad general y, en particular, por una elevada variabilidad interanual», recuerda la Agencia Catalana del Agua, empresa pública adscrita al Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat y cuyo objetivo es la gestión integral del ciclo del agua.

El panorama aconseja medidas a largo plazo y políticos y autoridades hidráulicas hablan de la necesidad de pasar de las medidas coyunturales a las estructurales. Poca y no en el mejor sitio De poco han servido las lluvias caídas en los últimos días de 2007 —año que se cerró con el peor registro de precipitaciones de la última década— y en lo que va de 2008. El agua no ha caído en las cabeceras de los ríos y no ha nutrido los pantanos. En este momento, todas las cuencas hídricas continúan en el nivel de excepcionalidad 1, excepto la de la Muga (Gerona), donde la fase es 2 por su situación más intensa de sequía. El nivel 1, según el Decreto de Sequía de la Generalitat, vigente desde el 13 de abril de 2007 y cuya vigencia se ha prorrogado hasta final de 2008 para mantener las medidas tendentes al ahorro, supone que las poblaciones afectadas tienen que garantizar una dotación máxima de 270 litros por habitante y día. Qué supone la excepcionalidad En las cuencas del Llobregat y el Ter, de donde se abastece la mayor parte del área metropolitana barcelonesa (cerca del 70 por ciento de la población catalana), el nivel de excepcionalidad 1 supone la reducción de la dotación en un 15 por ciento o la sustitución por agua regenerada de parte de los caudales destinados a riego agrícola, así como la anulación de los desembalses para uso exclusivamente hidroeléctrico. Los municipios, que deben elaborar planes de contingencia si tienen más de 20.000 habitantes, tienen que tomar medidas como restringir el riego de parques y jardines; no usar agua potable para usos ornamentales, fuentes o para limpiar las calles; o reutilizar el agua de piscinas pública y privadas.

La excepcionalidad 2 implica que las dotaciones de riego sólo se permiten para garantizar la supervivencia del arbolado. Se prohíbe usar el agua con fines lúdicos y reducir los usos no destinados al consumo. En Barcelona ciudad se han tomado medidas destinadas a reducir el consumo de agua de boca para otros usos como los ornamentales, la limpieza de las calles o el riego de zonas verdes y jardines. El año pasado, más de del 12 por ciento del agua empleada para esos fines procedió de la capa freática, la primera del agua subterránea. El Ayuntamiento ha previsto además instalar una tubería de cinco kilómetros que trasladará agua de la depuradora del Llobregat a un depósito situado en la montaña de Montjuïc. Está previsto que las obras empiecen antes del verano y el objetivo es reutilizar más de 1.000 metros cúbicos diarios de caudales residuales para regar calles y jardines. Los responsables municipales quieren que cuando acabe su mandato, ninguno de esos riegos se haga con agua de boca. Barcelona, ahorradora Barcelona ha pasado de consumir casi 180 litros por persona y día a 118 en el año 2006. Según un estudio europeo, es la quinta de 31 ciudades que menos agua gasta por habitante y año. Más ahorradores que los barceloneses son los vecinos de Amberes, Bruselas, Heidelberg y Dresde.

En Madrid, por ejemplo, se gastan 140 litros por persona y día; en Roma, 220 y en París se acercan a los 300. Sin embargo, en Barcelona existen grandes consumidores, como son los gimnasios y hoteles, con los que el Ayuntamiento de la Ciudad Condal ha emprendido una campaña de sensibilización para que cierren los grifos. Las actuaciones previstas por la Generalitat y el Gobierno en la red de aguas que abastece la capital catalana costarán 1.355 millones de euros hasta 2020 y permitirán aportar un volumen adicional de 220 hectómetros cúbicos anuales a Barcelona y la primera corona metropolitana. En este área se consumen 262 hectómetros cúbicos anuales, según datos facilitados por la segunda teniente de alcalde barcelonesa, Imma Mayol. El consumo baja un 4% En el conjunto de Cataluña, en los tres últimos años, el consumo doméstico se ha reducido un 4 por ciento, lo que equivale a 30 hectómetros cúbicos anuales, es decir, lo que gasta la región metropolitana de Barcelona en un mes. Así lo reconoció el pasado viernes el presidente de la Generalitat, José Montilla, durante una visita a las obras de la desaladora de El Prat de Llobregat (Barcelona), a las que acudió en compañía del consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar. La demanda global de agua en Cataluña llega a los 3.100 hectómetros cúbicos anuales (un hectómetro cúbico equivale a mil millones de litros). Pese al buen comportamiento ciudadano, la Generalitat no baja la guardia y ha distribuido gratuitamente difusores de grifo, tras constatarse que la iniciativa puede suponer un ahorro de agua mensual de hasta un 7 por ciento en los hogares, según han demostrado varias experiencias piloto.

En otra iniciativa tendente al ahorro de recursos hídricos, el pasado día 17 la Agencia Catalana del Agua y el Consejo General de Cámaras de Cataluña firmaron un convenio para que las empresas reciclen y reutilicen su propio agua, programa con el que se pretende una reutilización de 191 hectómetros cúbicos al año, que dejarían de captarse de la red. Emergencia, lo más temido Buscar agua casi litro a litro e intentar que se ahorre gota a gota. El Decreto de Sequía de la Generalitat recoge como tercera situación, después de la excepcionalidad 1 y 2, la de emergencia, la más temida puesto que es la que supone cortes en el suministro domiciliario. Se activaría cuando las reservas de los pantanos se sitúen por debajo del 20 por ciento de la capacidad máxima del sistema. En este momento están al 24,93 por ciento. Según las previsiones de la Agencia Catalana del Agua, la situación de emergencia ya se habría activado en marzo, de no ser porque las medidas paliativas tomadas por Medio Ambiente han permitido que el agua nos alcance hasta junio aunque persista la falta de precipitaciones. Pese a todo, hay 40 municipios repartidos por Cataluña que no tienen más opción que abastacerse con la llegada de camiones cisterna a sus calles, puesto que los pozos de los que se abastecían no manan.

En el episodio más reciente de sequía, en 2005, fueron 60 los municipios que tuvieron que recibir agua por este medio. El pasado verano comenzaron 24 obras de emergencia, con una inversión total de 83 millones de euros, destinadas a mejorar los recursos disponibles y a recuperar fuentes alternativas situadas en el entorno de Barcelona. Entre otros, se están recuperando los recursos subterráneos de Sant Feliu de Llobregat, Gavà y El Papiol, del ámbito Pened_s-Garraf, así como los pozos del Delta del Besòs. También se vuelve al Rec Comtal, un canal de origen romano que va desde Montcada i Reixac (Barcelona) hasta la Ciudad Condal y que había caído en desuso. En 35 municipios se llevan a cabo actuaciones para recuperar pozos y captaciones que permitan aportar recursos adicionales al abastecimiento. Están sobre todo en las zonas metropolitanas de Barcelona, Gerona, Figueras, Campo de Tarragona y Tierras del Ebro.

El Departamento de Medio Ambiente considera que todas las obras emprendidas, en conjunto, pueden aportar alrededor de 2 hectómetros cúbicos al mes de recursos adicionales. La Generalitat tiene también puestas sus esperanzas en otras instalaciones que considera una garantía frente al persistente fantasma de la sequía: las desaladoras. El presidente Montilla y el titular de Medio Ambiente lo dejaron claro durante su visita del viernes a la que se está construyendo en El Prat. La visita se produce cuando arrecian las críticas preelectorales a la política hidráulica del tripartito, sobre todo cada vez que se menciona la palabra barco. Desaladoras, la esperanza Cataluña contará con cuatro desaladoras, una de las cuales la anunció recientemente el consejero Francesc Baltasar. A la que funciona en Blanes (Gerona) desde 2002 se unirá en mayo de 2009 la que se levanta en El Prat, que permitirá producir 60 hectómetros cúbicos de agua potable al año y cubrirá el 20 por ciento del consumo de agua de boca de la zona metropolitana barcelonesa. De cada cien litros de agua captada al mar, 45 se convertirán en potables y el resto se devolverá al Mediterráneo. En 2010 estará lista la desaladora de Cunit (Tarragona), que producirá otros 60 hectómetros cúbicos, y en 2015, la recién anunciada, cercana a la actual de Blanes.

Esta última aumentará su capacidad de 10 a 20 hectómetros cúbicos, mientras que la de la nueva desaladora será de 60 hectómetros. Carboneras Pero eso es futuro. Por el momento, si una lluvia salvífica no viene a unirse a los recursos que se intentan obtener por los caminos explicados, los barcos cargados de agua procedente la desaladora de Carboneras (Almería) entrarán en el puerto de Barcelona a primeros de mayo. La Generalitat preferiría no hacer uso de esta medida, de la que le cuesta hablar. Pese a que ya existe un acuerdo verbal entre la Junta de Andalucía y la Generalitat, y que ya están en marcha las obras para hacer las conexiones necesarias en ambos puertos, los recelos no se dan sólo en Cataluña, donde la oposición considera la medida poco menos que estrambótica.

El Partido Andalucista ha advertido de que si los socialistas no ganan las elecciones, será difícil que ese agua salga del sur. José Montilla ha terciado en el asunto para recordar que «el Mediterráneo es el mar de todos». Y mientras que el responsable de Medio Ambiente aseguró que los barcos podrían llegar de diversos puntos de ese mar, el presidente de la Generalitat ha sido más explícito y ha pronunciado la procedencia: la planta desaladora de Carboneras, en la provincia de Almería.