Jorge Marquínez, president of the Northern Hydrographic Confederation (CHN): 'Citizens must moderate water consumption and demand an increase of the tax'
Sun, 20/01/2008
La idea de que el agua es un bien con fecha de caducidad aún no termina de calar. Cada gallego consume hoy un 50% más de agua que hace diez años. "La concienciación de los ciudadanos está en la base de todo", asegura el presidente de la Confederación Hidrográfica del Norte. Por ello, Jorge Marquínez considera imprescindible que los usuarios atiendan el problema no sólo ahorrando en su entorno familiar, sino también exigiendo a los poderes públicos una gestión responsable. "Reducir fugas, mejorar las infraestructuras y moderar el consumo puede exigir incrementos en la tarifa del agua. Eso, los ciudadanos tienen que asumirlo e incluso reclamarlo", sentencia.
-Finalmente el Gobierno central ha aprobado la creación de la Demarcación del Miño. ¿Cuándo comenzará a funcionar la nueva Confederación Hidrográfica del Miño?
-Desde la aprobación del decreto, la Confederación ya es operativa. Pero desde el punto de vista práctico tiene que haber un tiempo de transición, que serán unos meses durante los que la nueva Confederación tiene que dotarse de la cúpula directiva y los complementos de personal para tener plena autonomía. Durante ese periodo transitorio, estará asistida desde la antigua CHN, y después habrá una independencia absoluta.
-¿Qué cambios más inmediatos supondrá la nueva Confederación para la comunidad gallega, que aporta el 80% de los recursos hídricos a la CHN y el 86% de los hidroeléctricos?
-La importancia viene dada por dos cuestiones. La primera, que los servicios centrales de la Confederación que hoy están en Oviedo pasarán a Ourense. Eso significa que el órgano decisorio pasa a la comunidad gallega y eso supone un acercamiento a los usuarios de la cuenca del Miño. La segunda consecuencia positiva es que en la Junta de Gobierno de la actual CHN Galicia está representada, pero convive en esa representación con otras cinco comunidades (Asturias, País Vasco, Navarra, Cantabria y Castilla y León). En la futura Confederación del Miño, Galicia sólo va a coexistir con Castilla y León. Eso significa que la capacidad de decisión se incrementa.
-¿Y la capacidad de respuesta ante situaciones de emergencia?
-Eso depende de la eficacia del nuevo organismo. Yo espero que sea más porque es un organismo más reducido y podrá prestar una atención más detallada a los problemas de la cuenca.
-El éxito de la Confederación del Miño ¿pasará, como apuntó el departamento de Narbona por la reforma del Estatuto, que fijará las competencias de Galicia en materia hidrológica?
-Eso es una cuestión complementaria. La Confederación del Miño afecta a una cuenca intercomunitaria, hay incluso una pequeña fracción en Asturias y abarca dos países, porque una parte de la cuenca está en Portugal. Es, por tanto, una cuenca estatal y no transferible. Lo que ocurre es que en el futuro Estatuto gallego se pueden delimitar nuevos ámbitos competenciales. La reforma puede reforzar la presencia de la comunidad gallega en la gestión del agua en esta cuenca.
-¿Se ha visto la creación de la Confederación del Miño como una agresión a Asturias?
-Entiendo que no. Asturias seguirá teniendo la sede de la futura Confederación del Cantábrico. Esa separación de la CHN no se hace contra nadie, sino que es un esfuerzo para aproximar más a los ciudadanos los órganos de la Administración del Estado.
-¿Aliviado por las lluvias de las últimas semanas?
-Suponen un alivio significativo para el estado de reservas en los embalses y para los caudales de los ríos y la situación de los acuíferos. Estas lluvias no nos ponen todavía en situación de normalidad, pero suponen un alivio. En los últimos 15 días de enero ha llovido más que en los tres meses anteriores. No llegamos a las reservas almacenadas de otros años, pero tenemos una mejora sustancial.
-¿Suficiente para atajar la sequía de los últimos años?
-La Confederación mantiene activada la prealerta desde mediados de noviembre. No podemos relajarnos hasta que la situación mejore definitivamente. Esta situación que vive Galicia debe ser un acicate para que las Administraciones hagamos previsiones para el futuro. Las sequías se combaten también cuando llueve. Hay que hacer previsiones para futuras situaciones conflictivas como la actual. Como está haciendo el Gobierno gallego en estos momentos.
-¿Deberían ser más drásticas las medidas adoptadas por la Xunta, que insta a los municipios a cesar el riego de las calles y aconseja a la población un consumo racional del agua?
-El Gobierno gallego ha ido más allá,porque ha puesto en marcha obras de emergencia y está desarrollando estudios para ver cómo tienen que reforzarse los abastecimientos más vulnerables y los de los núcleos principales. Su actitud, preventiva, de fuerte reacción ante el problema, es encomiable. Da muestras de que Galicia no es invulnerable. La España húmeda tiene problemas que sólo se ven cuando se vive una situación de dificultad. Ante estos problemas, hay que reaccionar modernizando nuestros sistemas para hacerlos más seguros, reforzar la garantía y trasladar a los ciudadanos una actitud responsable en la gestión y el consumo del recurso.
-En Galicia, ¿el refuerzo de infraestructuras que se está llevando a cabo es suficiente para atajar el problema?
-En Galicia hay sistemas que requieren una atención especial y un refuerzo significativo. El conselleiro de Medio Ambiente me comentó que la Xunta está pensando reforzar el abastecimiento de alguno de los grandes sistemas. En estos momentos, está con un estudio de alternativas. Por nuestra parte, el Ministerio de Medio Ambiente está haciendo los primeros estudios para reforzar los sistemas de abastecimiento de las ciudades de Ourense, Pontevedra y Lugo. Estas son las obras que una sociedad moderna tiene que hacer para que el agua que llega al grifo de todos los ciudadanos sea un bien de calidad adecuado y seguro. La obra en Lugo está muy avanzada: nuevos depósitos, tomas de agua y conducciones.
-De mantenerse la situación actual, ¿Galicia se convertirá en el futuro en lo que es Andalucía hoy desde el punto de vista hidrológico?
-Hay unas previsiones que nos ofrecen los comités científicos que apuntan que el cambio climático en la fachada norte puede traer una reducción de los recursos disponibles, una alteración de los patrones de lluvia, que haga más frecuente los periodos de sequía e incremente la violencia de las avenidas. ¿Esta previsiones, son seguras al cien por cien? Esto es imposible saberlo. Los gestores tienen que ponerse en una posición de prevención y adoptar las actuaciones necesarias tomando esas predicciones. El error imperdonable sería disponer de predicciones pesimistas y no reaccionar.
-El agua es un bien con fecha de caducidad, ¿los ciudadanos se han concienciado?
-La concienciación de los ciudadanos está en la base de todo. Porque los gestores públicos responden en base a los datos que nos aporta la técnica y la ciencia, pero también a las demandas que nos traslada la sociedad. Es imprescindible que los ciudadanos atiendan al problema no sólo ahorrando agua en su entorno familiar, sino exigiendo a los poderes públicos una gestión responsable. Asumiendo, incluso, si es necesario, mayores costes en la gestión de un recurso que una sociedad moderna tiene que hacer con un rigor extraordinario. Reducir fugas, mejorar las infraestructuras y moderar el consumo puede exigir incrementos en la tarifa del agua. Eso, los ciudadanos tienen que asumirlo e incluso reclamarlo.
-El problema de la falta de agua ¿en qué medida se debe al consumo disparado en la comunidad, donde se consume un 50% más que hace diez años?
-Lo cierto es que en una sociedad desarrollada, con una industria en expansión, puede estar notando unos incrementos de los consumos que dé lugar a unos aumentos de la demanda. Parcialmente puede corregirse mejorando la eficiencia de los sistema. Pero el consumo doméstico en las últimas décadas ha notado un paulatino incremento, lento y continuo, que no puede entenderse si no va asociado a un incremento de la calidad de vida. Las previsiones que hagamos de futuro tenemos que acompañarlas de medidas para control de la demanda, pero tenemos que asumir que puede haber incrementos en los consumos en muchos sectores, que puede no haberse detenido aún.
-¿En que cifras de consumo nos situaremos en diez años?
-Ni me lo planteo. En las zonas urbanas se ha notado un ligero incremento de los consumos, pero no podemos plantearnos en un escenario de pocos años un incremento significativo. Las medidas de eficiencia en los sistemas de distribución, en los procesos productivos, las medidas de ahorro en el ámbito doméstico, la mejora de los sistemas de regadío. Todas estas medidas tienen que acercarnos a un escenario de futuro en el que los consumos se contengan o reduzcan en mucho. No podemos pensar en que ese consumo creciente es sostenible.
-Al margen del aumento del consumo, ¿qué se está haciendo para no perder como ahora el 20% del agua en la red de distribución por las deficiencias en la canalización?
-La medida principal y única, prácticamente, es la modernización de las redes de distribución. Cuando tenemos antiguas canalizaciones o tuberías de fibrocemento, digamos de materiales antiguos, que están sufriendo pérdidas, la única acción posible es la sustitución por tuberías nuevas. Eso es un trabajo con el que debemos contar de por vida, porque debajo de nuestras ciudades hay miles de kilómetros de tuberías, codos, empalmes que dan lugar a algún tipo de pérdidas. Pero en la medida que nuestras inversiones de reposición sean más importantes reduciremos las pérdidas. Soy optimista porque en los últimos años las pérdidas se han ido reduciendo en las redes de distribución española. Lo cual revela que las inversiones se han ido incrementando. Se debe sostener con fuertes inversiones, sobre todo en el ámbito local, para que se reduzcan más esas pérdidas hasta llegar a tasas por debajo del 10 por ciento.
-Finalmente el Gobierno central ha aprobado la creación de la Demarcación del Miño. ¿Cuándo comenzará a funcionar la nueva Confederación Hidrográfica del Miño?
-Desde la aprobación del decreto, la Confederación ya es operativa. Pero desde el punto de vista práctico tiene que haber un tiempo de transición, que serán unos meses durante los que la nueva Confederación tiene que dotarse de la cúpula directiva y los complementos de personal para tener plena autonomía. Durante ese periodo transitorio, estará asistida desde la antigua CHN, y después habrá una independencia absoluta.
-¿Qué cambios más inmediatos supondrá la nueva Confederación para la comunidad gallega, que aporta el 80% de los recursos hídricos a la CHN y el 86% de los hidroeléctricos?
-La importancia viene dada por dos cuestiones. La primera, que los servicios centrales de la Confederación que hoy están en Oviedo pasarán a Ourense. Eso significa que el órgano decisorio pasa a la comunidad gallega y eso supone un acercamiento a los usuarios de la cuenca del Miño. La segunda consecuencia positiva es que en la Junta de Gobierno de la actual CHN Galicia está representada, pero convive en esa representación con otras cinco comunidades (Asturias, País Vasco, Navarra, Cantabria y Castilla y León). En la futura Confederación del Miño, Galicia sólo va a coexistir con Castilla y León. Eso significa que la capacidad de decisión se incrementa.
-¿Y la capacidad de respuesta ante situaciones de emergencia?
-Eso depende de la eficacia del nuevo organismo. Yo espero que sea más porque es un organismo más reducido y podrá prestar una atención más detallada a los problemas de la cuenca.
-El éxito de la Confederación del Miño ¿pasará, como apuntó el departamento de Narbona por la reforma del Estatuto, que fijará las competencias de Galicia en materia hidrológica?
-Eso es una cuestión complementaria. La Confederación del Miño afecta a una cuenca intercomunitaria, hay incluso una pequeña fracción en Asturias y abarca dos países, porque una parte de la cuenca está en Portugal. Es, por tanto, una cuenca estatal y no transferible. Lo que ocurre es que en el futuro Estatuto gallego se pueden delimitar nuevos ámbitos competenciales. La reforma puede reforzar la presencia de la comunidad gallega en la gestión del agua en esta cuenca.
-¿Se ha visto la creación de la Confederación del Miño como una agresión a Asturias?
-Entiendo que no. Asturias seguirá teniendo la sede de la futura Confederación del Cantábrico. Esa separación de la CHN no se hace contra nadie, sino que es un esfuerzo para aproximar más a los ciudadanos los órganos de la Administración del Estado.
-¿Aliviado por las lluvias de las últimas semanas?
-Suponen un alivio significativo para el estado de reservas en los embalses y para los caudales de los ríos y la situación de los acuíferos. Estas lluvias no nos ponen todavía en situación de normalidad, pero suponen un alivio. En los últimos 15 días de enero ha llovido más que en los tres meses anteriores. No llegamos a las reservas almacenadas de otros años, pero tenemos una mejora sustancial.
-¿Suficiente para atajar la sequía de los últimos años?
-La Confederación mantiene activada la prealerta desde mediados de noviembre. No podemos relajarnos hasta que la situación mejore definitivamente. Esta situación que vive Galicia debe ser un acicate para que las Administraciones hagamos previsiones para el futuro. Las sequías se combaten también cuando llueve. Hay que hacer previsiones para futuras situaciones conflictivas como la actual. Como está haciendo el Gobierno gallego en estos momentos.
-¿Deberían ser más drásticas las medidas adoptadas por la Xunta, que insta a los municipios a cesar el riego de las calles y aconseja a la población un consumo racional del agua?
-El Gobierno gallego ha ido más allá,porque ha puesto en marcha obras de emergencia y está desarrollando estudios para ver cómo tienen que reforzarse los abastecimientos más vulnerables y los de los núcleos principales. Su actitud, preventiva, de fuerte reacción ante el problema, es encomiable. Da muestras de que Galicia no es invulnerable. La España húmeda tiene problemas que sólo se ven cuando se vive una situación de dificultad. Ante estos problemas, hay que reaccionar modernizando nuestros sistemas para hacerlos más seguros, reforzar la garantía y trasladar a los ciudadanos una actitud responsable en la gestión y el consumo del recurso.
-En Galicia, ¿el refuerzo de infraestructuras que se está llevando a cabo es suficiente para atajar el problema?
-En Galicia hay sistemas que requieren una atención especial y un refuerzo significativo. El conselleiro de Medio Ambiente me comentó que la Xunta está pensando reforzar el abastecimiento de alguno de los grandes sistemas. En estos momentos, está con un estudio de alternativas. Por nuestra parte, el Ministerio de Medio Ambiente está haciendo los primeros estudios para reforzar los sistemas de abastecimiento de las ciudades de Ourense, Pontevedra y Lugo. Estas son las obras que una sociedad moderna tiene que hacer para que el agua que llega al grifo de todos los ciudadanos sea un bien de calidad adecuado y seguro. La obra en Lugo está muy avanzada: nuevos depósitos, tomas de agua y conducciones.
-De mantenerse la situación actual, ¿Galicia se convertirá en el futuro en lo que es Andalucía hoy desde el punto de vista hidrológico?
-Hay unas previsiones que nos ofrecen los comités científicos que apuntan que el cambio climático en la fachada norte puede traer una reducción de los recursos disponibles, una alteración de los patrones de lluvia, que haga más frecuente los periodos de sequía e incremente la violencia de las avenidas. ¿Esta previsiones, son seguras al cien por cien? Esto es imposible saberlo. Los gestores tienen que ponerse en una posición de prevención y adoptar las actuaciones necesarias tomando esas predicciones. El error imperdonable sería disponer de predicciones pesimistas y no reaccionar.
-El agua es un bien con fecha de caducidad, ¿los ciudadanos se han concienciado?
-La concienciación de los ciudadanos está en la base de todo. Porque los gestores públicos responden en base a los datos que nos aporta la técnica y la ciencia, pero también a las demandas que nos traslada la sociedad. Es imprescindible que los ciudadanos atiendan al problema no sólo ahorrando agua en su entorno familiar, sino exigiendo a los poderes públicos una gestión responsable. Asumiendo, incluso, si es necesario, mayores costes en la gestión de un recurso que una sociedad moderna tiene que hacer con un rigor extraordinario. Reducir fugas, mejorar las infraestructuras y moderar el consumo puede exigir incrementos en la tarifa del agua. Eso, los ciudadanos tienen que asumirlo e incluso reclamarlo.
-El problema de la falta de agua ¿en qué medida se debe al consumo disparado en la comunidad, donde se consume un 50% más que hace diez años?
-Lo cierto es que en una sociedad desarrollada, con una industria en expansión, puede estar notando unos incrementos de los consumos que dé lugar a unos aumentos de la demanda. Parcialmente puede corregirse mejorando la eficiencia de los sistema. Pero el consumo doméstico en las últimas décadas ha notado un paulatino incremento, lento y continuo, que no puede entenderse si no va asociado a un incremento de la calidad de vida. Las previsiones que hagamos de futuro tenemos que acompañarlas de medidas para control de la demanda, pero tenemos que asumir que puede haber incrementos en los consumos en muchos sectores, que puede no haberse detenido aún.
-¿En que cifras de consumo nos situaremos en diez años?
-Ni me lo planteo. En las zonas urbanas se ha notado un ligero incremento de los consumos, pero no podemos plantearnos en un escenario de pocos años un incremento significativo. Las medidas de eficiencia en los sistemas de distribución, en los procesos productivos, las medidas de ahorro en el ámbito doméstico, la mejora de los sistemas de regadío. Todas estas medidas tienen que acercarnos a un escenario de futuro en el que los consumos se contengan o reduzcan en mucho. No podemos pensar en que ese consumo creciente es sostenible.
-Al margen del aumento del consumo, ¿qué se está haciendo para no perder como ahora el 20% del agua en la red de distribución por las deficiencias en la canalización?
-La medida principal y única, prácticamente, es la modernización de las redes de distribución. Cuando tenemos antiguas canalizaciones o tuberías de fibrocemento, digamos de materiales antiguos, que están sufriendo pérdidas, la única acción posible es la sustitución por tuberías nuevas. Eso es un trabajo con el que debemos contar de por vida, porque debajo de nuestras ciudades hay miles de kilómetros de tuberías, codos, empalmes que dan lugar a algún tipo de pérdidas. Pero en la medida que nuestras inversiones de reposición sean más importantes reduciremos las pérdidas. Soy optimista porque en los últimos años las pérdidas se han ido reduciendo en las redes de distribución española. Lo cual revela que las inversiones se han ido incrementando. Se debe sostener con fuertes inversiones, sobre todo en el ámbito local, para que se reduzcan más esas pérdidas hasta llegar a tasas por debajo del 10 por ciento.