The province is one of the country's most vulnerable to climate change impacts
Mon, 10/12/2007
No es una realidad, ni siquiera una previsión, pero sí es algo que hay que tener muy en cuenta. El informe sobre el estado de situación del cambio climático en España que varios expertos trasmitieron al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es un modelo de referencia en el que se indica cuál será el futuro de la provincia si no se ponen los remedios oportunos. Y es catastrófico para Alicante, ya que literalmente dice: «Las regiones más afectadas por el calentamiento son las situadas en la mitad oriental peninsular, cubriendo una amplia franja en torno al Mediterráneo que se extiende desde Gerona hasta Málaga, incluyendo Castellón, Valencia, Alicante, Murcia y el sureste peninsular». El panorama que pintan estos expertos es dantesco, puesto que el incremento de cuatro grados que se espera para el 2100 en la temperatura media de la atmósfera provocará la «variación en las condiciones de confort» que se dan en la Costa Blanca, y que tanto gustan a los turistas (afectando lógicamente a este sector económico). Pero también, y lo que es más importante, «es probable que aumente la irregularidad de las crecidas y de las crecidas relámpago y, por tanto, el riesgo de inundaciones». El catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA), Jorge Olcina, explica que «inundaciones como las que se han producido este año en la Marina Alta, y que tanto dinero, incluso vidas, han costado podrían darse cada dos años, o hasta anualmente». Estos episodios atmosféricos no sólo serán más frecuentes, sino que también serán más peligrosas, puesto que la cota de inundación, por el aumento del nivel del mar, subirá 15 centímetros de aquí al 2050. El propio informe de los expertos indica que «las zonas más vulnerables a las crecidas se localizan en las proximidades de los núcleos urbanos y centros turísticos, especialmente en el Mediterráneo». La excesiva construcción en las zonas más pobladas impiden la escorrentía del agua (es decir, su deslizamiento y evacuación), lo que propicia que la cuenca mediterránea se convierta en «uno de los lugares del mundo donde se proyectan los impactos más intensos». Además de este serio peligro, «entre las presiones del cambio climático y sus posibles impactos en el medio físico costero pueden citarse la erosión costera, el aumento de la intrusión salina y la pérdida de humedales costeros». Sin playas y sin pesca En una cadena de efectos, «el aumento de la temperatura del agua del mar puede conducir a cambios en el sistema circulatorio costero y al aumento de las proliferaciones de algas, lo que implica una variación en el oleaje que puede dar lugar a importantes cambios en los procesos de erosión costera, en las formas de las playas o pérdida de la funcionalidad y estabilidad de obras marítimas», le han dicho los expertos a Zapatero. O sea, algunas de las playas más significativas de la Costa Blanca y sus puertos desaparecerán bajo las aguas, amén de que «haya cambios en las redes tróficas, así como variaciones en la distribución de las especies» marinas. En otras palabras, que se acabaría o se marcharía buena parte de las capturas de la flota pesquera alicantina. Porque hay que tener que cuenta que, además de que la costa alberga elevados valores ambientales, mantiene una serie de actividades económicas de notable importancia, entre las que destaca el sector turístico (y que supone en Alicante el 17% del PIB). En este sentido, también se pronuncia el informe emitido por estos sabios: «El cambio climático producirá efectos tanto en la estacionalidad del turismo como en las zonas de destino y de origen de los turistas», como pueda ser la Costa Blanca. Por un lado, en los destinos, el cambio climático afectará al propio espacio geográfico-turístico: «La elevación del nivel del mar amenazará tanto al recurso físico (playas) como a algunas infraestructuras», como ya se ha comentado. Además, la naturaleza de los entornos turísticos cambiará y «el aumento de las temperaturas modificará las condiciones de confort». El índice de confort turístico, que es decisivo para las preferencias turísticas, «excederá en verano los límites de lo deseable» en muchas zonas de España. «Estos cambios en el índice de confort pueden conducir a que los turistas prefieran otros destinos o épocas del año más favorables», advierten. Sequías más largas Los cambios a los que se refieren los expertos tienen que ver con temperaturas más altas durante más tiempo, menos precipitaciones y, en consecuencia, un clima más seco e insoportable en verano. Así, el documento que maneja el Ministerio de Medio Ambiente cuantifica para el período 2011-2040 disminuciones del total anual de precipitación en torno al 5% en el Levante español. «Los valores medios estacionales de la humedad relativa tenderían a reducirse de forma general y en todas las estaciones del año, aunque con porcentajes mayores en verano que en invierno», explica textualmente. Entre los impactos del cambio climático que pueden tener consecuencias especialmente graves para los habitantes de la provincia destaca, entre otros, «la disminución de los recursos hídricos» y sus resultados directos: «Pérdidas de la diversidad biológica y alteraciones en los ecosistemas naturales, aumentos en los procesos de erosión del suelo y pérdidas de vidas y bienes derivadas de la intensificación de los sucesos adversos asociados a fenómenos climáticos extremos, tales como incendios forestales, olas de calor y eventuales inundaciones». Éstas serán las consecuencias, si no se pone remedio. Pero conocer el problema ya es un paso.