water? In jar, of course
Sun, 21/10/2007
El agua embotellada es la bebida comercial que registra un crecimiento más rápido en todo el mundo; también en España.
En el 2000, las ventas totales se situaban en 105,6 litros de agua por persona al año y cinco años después esta cifra se elevaba hasta los 147 litros de agua por persona y año. Este crecimiento del 40% ha llegado hasta un 80% si consideramos la década 1996-2006, según la Asociación Nacional de Aguas de Bebida Envasadas (ANEAVE).
Sin embargo, y pese a las enormes garantías sanitarias del agua que abastecemos los Ayuntamientos -diferentes estudios avalan la idea de que, salvo errores accidentales, el agua del grifo es perfectamente apta y segura para ser consumida por la mayoría de la población y sólo cabrían excepciones muy puntuales-, la consideración social del agua envasada sigue creciendo en España gracias entre otras cosas a las agresivas campañas de publicidad que acompañan a las estrategias de implantación de las marcas que operan en el mercado. El precio comparativo también resulta revelador: el agua envasada cuesta de media 0,25 euros el litro, mientras que la de la red sale por 0,001 euros por litro, según señala la Agencia Catalana del Agua.
Me parece importante que los conceptos estratégicos que manejamos hoy en día en el ámbito del Medioambiente, como la lucha contra el cambio climático, o los valores de un consumo más sostenible, estén respaldados por iniciativas tangibles que la ciudadanía pueda comprender, llevar a cabo con facilidad e identificar tales acciones con una conducta cívica y sostenible.
El Gobierno donostiarra ha puesto en marcha un proyecto pionero en España -que funciona ya en ciudades como Roma, New York y París- que consiste en promover en el sector hostelero una buena práctica como es la de sustituir, en los menús del día, el agua embotellada por el agua natural del grifo servida en jarras. El Ayuntamiento reparte las jarras entre los hosteleros que voluntariamente decidan tomar parte en la iniciativa, y estos se comprometen a advertir en sus menús que el agua será servida en jarra. Los donostiarras sabemos que contamos con un agua de primera, la Mancomunidad del Añarbe garantiza permanentemente la mayor calidad en el abastecimiento de la misma.
La iniciativa, que ha sido trabajada en coordinación con la Asociación de Hostelería de Gipuzkoa y a la que serán bienvenidos cuantos agentes quieran implicarse, se circunscribe a los menús del día y también persigue el objetivo de que la hostelería no vea mermados sus ingresos ya que los menús cuentan con un precio cerrado y en todo caso sustituirán el coste de la compra del agua embotellada por el del servicio y conservación de la jarra. Queda a elección del propio hostelero el extender la experiencia a la carta ya que, desde un punto de vista medioambiental, tampoco resultaría descabellado pensar que el agua del grifo servida en jarra tiene un coste de servicio que bien podría cobrarse en las cartas si algún ciudadano la solicitara.
La estrategia municipal promovida por el alcalde Odón Elorza de lograr reciclar hasta un 50% de los residuos que generamos, contempla también políticas de prevención y reducción de los residuos, y la reutilización de las jarras es una buena iniciativa que puede contribuir a este fin, amén de tratarse de un uso aceptado con naturalidad por la mayoría de los ciudadanos. Otras iniciativas asociadas a esta estrategia son por ejemplo la promoción de vasos reutilizables en las fiestas, la implantación paulatina de pañales reutilizables en guarderías públicas, o la reutilización de las banderolas promocionales que colocamos en las farolas para fabricar productos de merchandising de los eventos que se anuncian en esas banderolas.
La cuestión es que no nos podemos quedar en grandes reflexiones y documentos de trabajo excesivamente alejados de la percepción ciudadana. Hace falta también poner en marcha iniciativas audaces sin las que nos resultará imposible desarrollar en la ciudadanía una nueva cultura por la sostenibilidad que a su vez nos permita invertir la tendencia actual. La generación de residuos así como el consumo desproporcionado de energías y recursos naturales están detrás del calentamiento global, y sin iniciativas que atajen este problema con el concurso de la sociedad, no habrá solución posible.
En el 2000, las ventas totales se situaban en 105,6 litros de agua por persona al año y cinco años después esta cifra se elevaba hasta los 147 litros de agua por persona y año. Este crecimiento del 40% ha llegado hasta un 80% si consideramos la década 1996-2006, según la Asociación Nacional de Aguas de Bebida Envasadas (ANEAVE).
Sin embargo, y pese a las enormes garantías sanitarias del agua que abastecemos los Ayuntamientos -diferentes estudios avalan la idea de que, salvo errores accidentales, el agua del grifo es perfectamente apta y segura para ser consumida por la mayoría de la población y sólo cabrían excepciones muy puntuales-, la consideración social del agua envasada sigue creciendo en España gracias entre otras cosas a las agresivas campañas de publicidad que acompañan a las estrategias de implantación de las marcas que operan en el mercado. El precio comparativo también resulta revelador: el agua envasada cuesta de media 0,25 euros el litro, mientras que la de la red sale por 0,001 euros por litro, según señala la Agencia Catalana del Agua.
Me parece importante que los conceptos estratégicos que manejamos hoy en día en el ámbito del Medioambiente, como la lucha contra el cambio climático, o los valores de un consumo más sostenible, estén respaldados por iniciativas tangibles que la ciudadanía pueda comprender, llevar a cabo con facilidad e identificar tales acciones con una conducta cívica y sostenible.
El Gobierno donostiarra ha puesto en marcha un proyecto pionero en España -que funciona ya en ciudades como Roma, New York y París- que consiste en promover en el sector hostelero una buena práctica como es la de sustituir, en los menús del día, el agua embotellada por el agua natural del grifo servida en jarras. El Ayuntamiento reparte las jarras entre los hosteleros que voluntariamente decidan tomar parte en la iniciativa, y estos se comprometen a advertir en sus menús que el agua será servida en jarra. Los donostiarras sabemos que contamos con un agua de primera, la Mancomunidad del Añarbe garantiza permanentemente la mayor calidad en el abastecimiento de la misma.
La iniciativa, que ha sido trabajada en coordinación con la Asociación de Hostelería de Gipuzkoa y a la que serán bienvenidos cuantos agentes quieran implicarse, se circunscribe a los menús del día y también persigue el objetivo de que la hostelería no vea mermados sus ingresos ya que los menús cuentan con un precio cerrado y en todo caso sustituirán el coste de la compra del agua embotellada por el del servicio y conservación de la jarra. Queda a elección del propio hostelero el extender la experiencia a la carta ya que, desde un punto de vista medioambiental, tampoco resultaría descabellado pensar que el agua del grifo servida en jarra tiene un coste de servicio que bien podría cobrarse en las cartas si algún ciudadano la solicitara.
La estrategia municipal promovida por el alcalde Odón Elorza de lograr reciclar hasta un 50% de los residuos que generamos, contempla también políticas de prevención y reducción de los residuos, y la reutilización de las jarras es una buena iniciativa que puede contribuir a este fin, amén de tratarse de un uso aceptado con naturalidad por la mayoría de los ciudadanos. Otras iniciativas asociadas a esta estrategia son por ejemplo la promoción de vasos reutilizables en las fiestas, la implantación paulatina de pañales reutilizables en guarderías públicas, o la reutilización de las banderolas promocionales que colocamos en las farolas para fabricar productos de merchandising de los eventos que se anuncian en esas banderolas.
La cuestión es que no nos podemos quedar en grandes reflexiones y documentos de trabajo excesivamente alejados de la percepción ciudadana. Hace falta también poner en marcha iniciativas audaces sin las que nos resultará imposible desarrollar en la ciudadanía una nueva cultura por la sostenibilidad que a su vez nos permita invertir la tendencia actual. La generación de residuos así como el consumo desproporcionado de energías y recursos naturales están detrás del calentamiento global, y sin iniciativas que atajen este problema con el concurso de la sociedad, no habrá solución posible.