More bottle than tap
Wed, 17/10/2007
El consumo de agua embotellada se ha disparado en España, hasta el punto de que las ventas se han incrementado un 40% entre el año 2000 y el 2005. Sólo el año pasado, la producción aumentó un 5%, según datos de la Asociación Nacional de Aguas de Bebidas Envasadas (Aneabe). Todo esto se da mientras se produce un hecho nuevo y revelador: más de la mitad del agua que beben los usuarios del área de Barcelona, concretamente un 58% de ese caudal ingerido, es agua envasada, según revela un estudio de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) referido a los 23 municipios barceloneses servidos por la compañía Aigües de Barcelona (Agbar). La mala calidad organoléptica del agua en algunas zonas (por ejemplo en el área Barcelona), el incremento del consumo en bares y restaurantes y el prestigio que rodea el agua envasada explican los nuevos hábitos.
El agua embotellada -término que designa el agua mineral natural, la de fuente y la purificada- es la bebida comercial que registra un crecimiento más rápido en todo el mundo. Y también en España. Su consumo ha experimentado incrementos continuos los últimos años. En el 2000, las ventas totales se situaban en 4.221 millones de litros -con un ratio per cápita de 105,6 litros de agua por persona al año-, mientras que cinco años después alcanzaban los 5.923 millones de litros, que equivalen a 147 litros anuales por persona. En la última década (1996-2006), el crecimiento ha sido de hasta un 80%, según Aneabe.
La evolución de sector es visible tanto en el aumento de los litros de agua envasados como en la creciente oferta y variabilidad de envases. En el mercado, es posible encontrar botellas de un litro o de litro y medio, o garrafas de cinco litros, todas ellas cada vez con formatos más prácticos y atractivos.
Con un consumo de 147 litros de agua embotellada por persona y año, España se sitúa en la parte alta de este ranking, que encabeza Italia, cuyos ciudadanos consumen de media 192 litros (según datos del 2005), frente a los 179 de México, o los 99 litros en Estados Unidos.
En España y en otros países industrializados, el agua que suministran los ayuntamientos y las compañías de abastecimiento municipal sigue unas normas sanitarias adecuadas. Sin embargo, la población prefiere cada vez más beber agua embotellada porque tiene mejor gusto -o sencillamente, porque carece de él-, porque la toma como sustituto de otras bebidas o porque es difícil echar atrás una vez que se ha aquirido este nuevo hábito.
Además, la vida en las ciudades, la mejora del nivel adquisitivo, el trabajo en las oficinas así como las agresivas estrategias de marketing han ayudado a subir las ventas mundiales, según explica el informe Signos Vitales 2005, elaborado por el centro de estudios Worldwatch Institute de Washington. El consumo de agua embotellada se ha incorporado, además, a los hábitos sociales más arraigados (en algunos restaurante ofrecen cartas de marcas de aguas), justo lo contrario de lo que está sucediendo en EE.UU., en donde servir agua de grifo tiene una buena consideración social.
Mientras tanto, la Agència de l'Aigua acaba de constatar un hecho muy reveladora: el 58% del agua que se bebe en los 23 municipios del área de Barcelona es agua envasada, mientras que el 36,5% es del grifo. Por su parte, el restante 5,5% es agua filtrada mediante los nuevos dispositivos (en jarras o en el grifo).
La conclusión es que a los ciudadanos del área de Barcelona no les gusta el sabor del agua del grifo. O, mejor dicho, les parece mal que precisamente el agua tenga sabor. Según el mismo estudio del ACA, los porcentajes de consumo de agua embotellada o en garrafa en las zona del sur del Baix Llobregat alcanzan hasta el 78% mientras que el 13,5% es del grifo y el 8,5% es agua filtrada.
Todo estos datos confirman una evolución del consumo ya observada en una encuesta dada a conocer por Agbar en abril del año 2001, y en la cual se indicaba que el porcentaje de usarios que confesaba comprar agua envasada en el comercio era un 44%, frente al 53% que decía beber agua de grifo.
Los expertos destacan que tanto las aguas envasadas como las del grifo son aptas para el consumo. En el caso del agua de la red pública de suministro, el caudal tiene un tratamiento de potabilización y un control continuo, mientras que las aguas envasadas minerales no tienen un tratamiento específico, sino que su calidad depende de la pureza de las fuentes.
La diferencia fundamental entre las aguas de abastecimiento viene dada por el origen del recurso. En el área de Barcelona, por ejemplo, las aguas del río Llobregat (que se sirven desde las plantas potabilizadoras de Sant Joan Despí y Abrera) tienen un componente más salino, mientras que las aguas del Ter (desde Cardedeu) y las de la mayor parte de las aguas envasadas tienen menos de 50 miligramos de cloruros por litro.
Abel Mariné, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, resalta que 'el agua del grifo, y en concreto en el área de Barcelona, es uno de los productos más controlados que existen'. Mariné señala que los problemas no son sanitarios, sino que se sólo centran en el gusto -o en el exceso de gusto-, algo que considera lógico y evidente, debido a los fuertes tratamientos con que son sometidos los caudales para ser potabilizados.
Por esta razón, las localidades y las barriadas de Barcelona situadas al sur y al oeste de la capital (abastecidas preferentemente por el agua del Llobregat), tienen un agua de peor calidad organoléptica, de manera que la propia composición de las aguas 'hace difícil que no quede algo de gusto'. En cambio, en las localidades y barrios situadas al norte de Barcelona, servidos por el caudal del río Ter, el agua 'tiene un mejor gusto'.
Mariné afirma que la población no debe tener temor por el consumo de agua del grifo. 'Incluso, si me apura, le diré que el agua del grifo está más controlado que la embotellada', afirma.
Por todo ello, en su opinión, 'no debemos tener ninguna reserva sobre el uso del agua de la red de suminstro'. No obstante, Mariné precisa que 'si las industrias depuraran totalmente sus aguas antes de hacer el vertido a los ríos, el tratamiento de potabilización sería mucho más fácil y el recurso disponible tendría una mejor calidad; aunque el caudal que llega al consumido es más que aceptable", insiste.
Los responsables de la Agència Catalana de l'Aigua confían en que el volumen de agua consumido del servicio público se recupere una vez que entren en servicio la nueva planta desalinizadora de agua de mar de El Prat, la planta de osmosis inversa de Sant Joan Despí (que añadirá un nuevo filtro a los caudales potabilizados del llobregat) y las nuevas instalaciones encargadas de eliminar los trihalometanos (un contaminante producido tras el proceso de potabilización) en la planta de Abrera, también en el llobregat .
Cuando entren en servicio todas estas mejoras (hacia el segundo semestre del año 2009), la calidad del agua en la región de Barcelona habrá dado un salto cualitativo enorme. En esas circunstancias, el ACA estima que la ciudadanía se ahorrará 139,8 millones de euros anuales (100 euros por hogar al año). El ahorro se traducirá, entre otros factores, en menos gastos en agua envasada y purificadores domésticos (43,2 millones de euros), menos costos de mantenimiento de electrodomésticos dañados por la cal (40,2 millones) o en un menor uso de reactivos y detergentes (29,4 millones), ya que un agua más pura precisa menos jabón para limpiar.
La calidad de un recurso básico
AUMENTO CRECIENTE
El consumo de agua embotellada creció en España un 40% en sólo cinco años
POR PERSONA Y DÍA
Los españoles bebemos 147 litros
de agua envasada
por persona y año
EL ÁREA DE BARCELONA
El porcentaje de usuarios que renuncia al agua de grifo ha crecido desde el 2001
INVERSIONES EN MARCHA
Las mejoras permitirían ahorrar 100 euros al año por hogar en el 2009
El agua embotellada -término que designa el agua mineral natural, la de fuente y la purificada- es la bebida comercial que registra un crecimiento más rápido en todo el mundo. Y también en España. Su consumo ha experimentado incrementos continuos los últimos años. En el 2000, las ventas totales se situaban en 4.221 millones de litros -con un ratio per cápita de 105,6 litros de agua por persona al año-, mientras que cinco años después alcanzaban los 5.923 millones de litros, que equivalen a 147 litros anuales por persona. En la última década (1996-2006), el crecimiento ha sido de hasta un 80%, según Aneabe.
La evolución de sector es visible tanto en el aumento de los litros de agua envasados como en la creciente oferta y variabilidad de envases. En el mercado, es posible encontrar botellas de un litro o de litro y medio, o garrafas de cinco litros, todas ellas cada vez con formatos más prácticos y atractivos.
Con un consumo de 147 litros de agua embotellada por persona y año, España se sitúa en la parte alta de este ranking, que encabeza Italia, cuyos ciudadanos consumen de media 192 litros (según datos del 2005), frente a los 179 de México, o los 99 litros en Estados Unidos.
En España y en otros países industrializados, el agua que suministran los ayuntamientos y las compañías de abastecimiento municipal sigue unas normas sanitarias adecuadas. Sin embargo, la población prefiere cada vez más beber agua embotellada porque tiene mejor gusto -o sencillamente, porque carece de él-, porque la toma como sustituto de otras bebidas o porque es difícil echar atrás una vez que se ha aquirido este nuevo hábito.
Además, la vida en las ciudades, la mejora del nivel adquisitivo, el trabajo en las oficinas así como las agresivas estrategias de marketing han ayudado a subir las ventas mundiales, según explica el informe Signos Vitales 2005, elaborado por el centro de estudios Worldwatch Institute de Washington. El consumo de agua embotellada se ha incorporado, además, a los hábitos sociales más arraigados (en algunos restaurante ofrecen cartas de marcas de aguas), justo lo contrario de lo que está sucediendo en EE.UU., en donde servir agua de grifo tiene una buena consideración social.
Mientras tanto, la Agència de l'Aigua acaba de constatar un hecho muy reveladora: el 58% del agua que se bebe en los 23 municipios del área de Barcelona es agua envasada, mientras que el 36,5% es del grifo. Por su parte, el restante 5,5% es agua filtrada mediante los nuevos dispositivos (en jarras o en el grifo).
La conclusión es que a los ciudadanos del área de Barcelona no les gusta el sabor del agua del grifo. O, mejor dicho, les parece mal que precisamente el agua tenga sabor. Según el mismo estudio del ACA, los porcentajes de consumo de agua embotellada o en garrafa en las zona del sur del Baix Llobregat alcanzan hasta el 78% mientras que el 13,5% es del grifo y el 8,5% es agua filtrada.
Todo estos datos confirman una evolución del consumo ya observada en una encuesta dada a conocer por Agbar en abril del año 2001, y en la cual se indicaba que el porcentaje de usarios que confesaba comprar agua envasada en el comercio era un 44%, frente al 53% que decía beber agua de grifo.
Los expertos destacan que tanto las aguas envasadas como las del grifo son aptas para el consumo. En el caso del agua de la red pública de suministro, el caudal tiene un tratamiento de potabilización y un control continuo, mientras que las aguas envasadas minerales no tienen un tratamiento específico, sino que su calidad depende de la pureza de las fuentes.
La diferencia fundamental entre las aguas de abastecimiento viene dada por el origen del recurso. En el área de Barcelona, por ejemplo, las aguas del río Llobregat (que se sirven desde las plantas potabilizadoras de Sant Joan Despí y Abrera) tienen un componente más salino, mientras que las aguas del Ter (desde Cardedeu) y las de la mayor parte de las aguas envasadas tienen menos de 50 miligramos de cloruros por litro.
Abel Mariné, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, resalta que 'el agua del grifo, y en concreto en el área de Barcelona, es uno de los productos más controlados que existen'. Mariné señala que los problemas no son sanitarios, sino que se sólo centran en el gusto -o en el exceso de gusto-, algo que considera lógico y evidente, debido a los fuertes tratamientos con que son sometidos los caudales para ser potabilizados.
Por esta razón, las localidades y las barriadas de Barcelona situadas al sur y al oeste de la capital (abastecidas preferentemente por el agua del Llobregat), tienen un agua de peor calidad organoléptica, de manera que la propia composición de las aguas 'hace difícil que no quede algo de gusto'. En cambio, en las localidades y barrios situadas al norte de Barcelona, servidos por el caudal del río Ter, el agua 'tiene un mejor gusto'.
Mariné afirma que la población no debe tener temor por el consumo de agua del grifo. 'Incluso, si me apura, le diré que el agua del grifo está más controlado que la embotellada', afirma.
Por todo ello, en su opinión, 'no debemos tener ninguna reserva sobre el uso del agua de la red de suminstro'. No obstante, Mariné precisa que 'si las industrias depuraran totalmente sus aguas antes de hacer el vertido a los ríos, el tratamiento de potabilización sería mucho más fácil y el recurso disponible tendría una mejor calidad; aunque el caudal que llega al consumido es más que aceptable", insiste.
Los responsables de la Agència Catalana de l'Aigua confían en que el volumen de agua consumido del servicio público se recupere una vez que entren en servicio la nueva planta desalinizadora de agua de mar de El Prat, la planta de osmosis inversa de Sant Joan Despí (que añadirá un nuevo filtro a los caudales potabilizados del llobregat) y las nuevas instalaciones encargadas de eliminar los trihalometanos (un contaminante producido tras el proceso de potabilización) en la planta de Abrera, también en el llobregat .
Cuando entren en servicio todas estas mejoras (hacia el segundo semestre del año 2009), la calidad del agua en la región de Barcelona habrá dado un salto cualitativo enorme. En esas circunstancias, el ACA estima que la ciudadanía se ahorrará 139,8 millones de euros anuales (100 euros por hogar al año). El ahorro se traducirá, entre otros factores, en menos gastos en agua envasada y purificadores domésticos (43,2 millones de euros), menos costos de mantenimiento de electrodomésticos dañados por la cal (40,2 millones) o en un menor uso de reactivos y detergentes (29,4 millones), ya que un agua más pura precisa menos jabón para limpiar.
La calidad de un recurso básico
AUMENTO CRECIENTE
El consumo de agua embotellada creció en España un 40% en sólo cinco años
POR PERSONA Y DÍA
Los españoles bebemos 147 litros
de agua envasada
por persona y año
EL ÁREA DE BARCELONA
El porcentaje de usuarios que renuncia al agua de grifo ha crecido desde el 2001
INVERSIONES EN MARCHA
Las mejoras permitirían ahorrar 100 euros al año por hogar en el 2009