Ebro delta, at risk

Fri, 04/05/2007

El Periódico

Las lluvias torrenciales y los repentinos deshielos, al no encontrar la retención natural de los poblados bosques, erosionaron el terreno de la cuenca del Ebro haciendo continuas aportaciones de inmensas cantidades de tierra a su desembocadura, entre las que había ingentes cantidades de arcilla. Este material es por excelencia el fijador de todos los arrastres que llegan al mar. La arcilla tiene una curiosa característica, se diluye muy fácilmente con el agua dulce y fragua con el agua salada, dándole una consistencia parecida al caucho y aumenta con los demás minerales la plataforma deltaica. Además, su consistencia semirrígida frena la erosión que ocasionan las enormes olas de los temporales por efecto de la amortiguación. Así fue creciendo el delta del Ebro, hasta que hace no más de 60 años, cuando se regularon las avenidas mediante presas y se acabaron las aportaciones, su superficie empezó a reducirse. En la actualidad, este retroceso es fácilmente comprobable en la punta de la Banya, el cabo de Tortosa, donde el retroceso de dos millas de la costa hundió los dos faros que allí se construyeron. Las corrientes marinas y las olas dominantes de levante y garbí
van erosionando el delta que cada año tiene menos superficie. La obra natural tan original y única en el mundo del delta del Ebro, con el puerto del Fangar al norte y el puerto de los Alfacs al sur, está condenada a desaparecer sin las citadas aportaciones . Así pues, la única medida para salvar el delta del Ebro son los polders que se han construido en Holanda.