Climate change will produce ecological stress in the environment.
Mon, 05/02/2007
Una situación de sequía prolongada provocará el denominado estrés ecológico
en peces, invertebrados acuáticos y vegetación asociada al medio, así como un cambio en todos estos ecosistemas. El agua es el soporte natural de numerosas especies de flora y fauna, y de la propia diversidad biológica, por lo que los incrementos que se prevén de los periodos de sequía podrían modificar los hábitats acuáticos, "lo que a su vez conllevaría cambios en la presencia y en la proporción de determinadas especies".
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) advierte en un informe que la falta de agua que predice el cambio climático llevará, a muy largo plazo, a reorganizar las especies y el número de ejemplares. No obstante, también explica que en las sequías históricas analizadas hasta ahora no hay constancia de que se produjeran efectos negativos semejantes sobre la biodiversidad.
Las actuales políticas sobre el agua tienden precisamente a prevenir futuros riesgos o situaciones críticas. De ahí que se hayan analizado las consecuencias probables de una prolongada sequía para establecer o diseñar las medidas que habría que tomar para minimizar esos efectos. Además, la regulación de los ríos mediante embalses y el aprovechamiento de las aguas subterráneas --objeto del Plan Hidrológico Nacional-- posibilitan, según la CHE, mantener unos caudales mínimos con los que afrontar las épocas de sequía.
Sobre el estrés hídrico
de los peces, el organismo de cuenca destaca, en primer lugar, que, en el régimen natural, la disminución de la masas de agua generará una mayor mortandad. "En condiciones de sequía, las consecuencias de los vertidos puntales y de los difusos son mayores, especialmente en lo referente a salinidad, nitratos y pesticidas agrícolas", se lee en el borrador sobre sostenibilidad ambiental del futuro plan contra la sequía.
Es decir, que si disminuye el volumen de agua de los ríos, fundamentalmente por la falta de precipitaciones, la concentración de contaminantes y demás componentes será mayor, mientras que la de oxígeno se reducirá, por lo que los peces tendrán más dificultades para respirar.
Además, si tal y como se afirma, el cambio climático provoca un aumento generalizado de las temperaturas, el agua se calentará y las especies deberán adaptarse a esa nueva situación.
"Existen importantes lagunas de información y conocimiento en relación a la dependencia hídrica de hábitats y especies", continúa dicho informe. De hecho, de momento ni siquiera se conocen los daños ambientales derivados de una reducción de caudales previstos en el Plan Hidrológico Nacional (PHN). No por ello, el plan de actuación en situaciones de sequía dará "prioridad incondicional a los requerimientos hídricos ambientales frente al resto de usos, salvo el abastecimiento urbano".
Y en cuanto al estrés en la vegetación , este hace referencia a la falta de agua que afectará a la savia de las plantas "y favorecerá que estén más secas y deshidratadas que en condiciones óptimas de humedad", se asegura en el texto de la CHE. Además, si la sequía es prolongada "puede causar defoliación y el deterioro de las copas de los árboles".
Esta reducción de la capa vegetal afectará a la fauna acuática. Aves, anfibios, reptiles e insectos que utilizan los bosques de ribera y de zonas húmedas se verán perjudicados tanto en la alimentación como en la reproducción. En general, "cabe esperar un cambio también en la vegetación, con posibles pérdidas de especies". Eso, sin contar con el aumento del número de incendios.
en peces, invertebrados acuáticos y vegetación asociada al medio, así como un cambio en todos estos ecosistemas. El agua es el soporte natural de numerosas especies de flora y fauna, y de la propia diversidad biológica, por lo que los incrementos que se prevén de los periodos de sequía podrían modificar los hábitats acuáticos, "lo que a su vez conllevaría cambios en la presencia y en la proporción de determinadas especies".
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) advierte en un informe que la falta de agua que predice el cambio climático llevará, a muy largo plazo, a reorganizar las especies y el número de ejemplares. No obstante, también explica que en las sequías históricas analizadas hasta ahora no hay constancia de que se produjeran efectos negativos semejantes sobre la biodiversidad.
Las actuales políticas sobre el agua tienden precisamente a prevenir futuros riesgos o situaciones críticas. De ahí que se hayan analizado las consecuencias probables de una prolongada sequía para establecer o diseñar las medidas que habría que tomar para minimizar esos efectos. Además, la regulación de los ríos mediante embalses y el aprovechamiento de las aguas subterráneas --objeto del Plan Hidrológico Nacional-- posibilitan, según la CHE, mantener unos caudales mínimos con los que afrontar las épocas de sequía.
Sobre el estrés hídrico
de los peces, el organismo de cuenca destaca, en primer lugar, que, en el régimen natural, la disminución de la masas de agua generará una mayor mortandad. "En condiciones de sequía, las consecuencias de los vertidos puntales y de los difusos son mayores, especialmente en lo referente a salinidad, nitratos y pesticidas agrícolas", se lee en el borrador sobre sostenibilidad ambiental del futuro plan contra la sequía.
Es decir, que si disminuye el volumen de agua de los ríos, fundamentalmente por la falta de precipitaciones, la concentración de contaminantes y demás componentes será mayor, mientras que la de oxígeno se reducirá, por lo que los peces tendrán más dificultades para respirar.
Además, si tal y como se afirma, el cambio climático provoca un aumento generalizado de las temperaturas, el agua se calentará y las especies deberán adaptarse a esa nueva situación.
"Existen importantes lagunas de información y conocimiento en relación a la dependencia hídrica de hábitats y especies", continúa dicho informe. De hecho, de momento ni siquiera se conocen los daños ambientales derivados de una reducción de caudales previstos en el Plan Hidrológico Nacional (PHN). No por ello, el plan de actuación en situaciones de sequía dará "prioridad incondicional a los requerimientos hídricos ambientales frente al resto de usos, salvo el abastecimiento urbano".
Y en cuanto al estrés en la vegetación , este hace referencia a la falta de agua que afectará a la savia de las plantas "y favorecerá que estén más secas y deshidratadas que en condiciones óptimas de humedad", se asegura en el texto de la CHE. Además, si la sequía es prolongada "puede causar defoliación y el deterioro de las copas de los árboles".
Esta reducción de la capa vegetal afectará a la fauna acuática. Aves, anfibios, reptiles e insectos que utilizan los bosques de ribera y de zonas húmedas se verán perjudicados tanto en la alimentación como en la reproducción. En general, "cabe esperar un cambio también en la vegetación, con posibles pérdidas de especies". Eso, sin contar con el aumento del número de incendios.