Natural disasters, the first obstacle to sustainable development

Tue, 14/11/2006

La Gaceta de los Negocios

NOVIEMBRE de 1970, Golfo de Bengala. Apenas ha despuntado el día cuando un poderoso ciclón irrumpe con saña en esta bahía que limita al este con la península malaya y al oeste con el subcontinente indio, desembocadura de muchos de los principales ríos de la India: Ganges, Meghna, Brahmaputra, Mahanadi, Godavari, el Krishna y Kaveri.
El nivel del mar subió 3,8 metros por encima de lo habitual en horas de marea alta y el balance no pudo ser más mortal: 150.000 personas ahogadas en las zonas bajas del delta del Ganges, al sur de Dhaka, Bangladesh.
Han transcurrido 36 años desde que ocurrió ese trágico desastre en el Golfo de Bengala, al noreste del océano Índico cuyas aguas cubren casi el 20% de la superficie terrestre. Sin embargo, su zona baja densamente poblada sigue siendo uno de los lugares más vulnerables del planeta al fuerte oleaje causado por tormentas, como acaba de poner de manifiesto el libro Natural Disaster Hotspots: Case Studies, escrito por Margaret Arnold, Robert S. Chen, Uwe Deichmann, Maxx Dilley y Arthur L. Lerner-Lam; editado por el Banco Mundial y la Universidad de Columbia y publicado en Estados Unidos el pasado 11 de octubre.

En todo el planeta.
Los desastres naturales no se ceban sólo con las poblaciones de Asia, África o América Latina, muchas otras zonas del mundo sufren graves pérdidas humanas y económica debido a ciclones, terremotos, erupciones volcánicas y sequías. Centrándonos en nuestro continente, "algunas regiones europeas se encuentran entre las zonas de riesgo máximo de origen atmosférico: lluvias abundantes y continuadas que causan desbordamiento de grandes colectores fluviales; temporales de frío y nieve; olas de calor; sequías y tormentas de granizo", asegura a LA GACETA el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante Jorge Olcina, uno de los más reputados especialistas españoles en riesgos naturales producidos por el clima.
Margaret Arnold es una de las responsables de los programas de la Unidad de Gestión de Riesgos del Banco Mundial. Ha colaborado en la edición de esta publicación y fue una de las autoras de la investigación Natural Disaster Hotspots: A Global Risk Analysis, publicada en 2005. Año que ocupa un lugar destacadísimo en la trágica historia de los desastres naturales, no sólo por el huracán Katrina en Estados Unidos. También porque durante sus 365 días se produjeron 360 desastres -casi uno cada 24 horas- que provocaron unos 159.000 millones de euros en daños. En Global Risk Analysis se demuestra que los desastres no provocados directamente por las actividades humanas destruyen en pocos minutos la riqueza y el progreso logrados a costa de tantos esfuerzos en los países en desarrollo. Y en Natural Disaster Hotspots: Case Studies se examinan muy de cerca algunas zonas y riesgos más específicos: corrimientos de tierras en todo el mundo; fuerte oleaje causado por tormentas en zonas costeras; peligros procedentes de múltiples fuentes en Caracas, capital de Venezuela; riesgos de desastres naturales en Sri Lanka; sequías en Asia; y un estudio experimental sobre cómo reducir el impacto de las inundaciones del río Tana en Kenia.
Recientemente, el Banco Mundial ha constituido el Servicio mundial para la reducción y recuperación de catástrofes, una asociación que "pretende integrar las estrategias de reducción de desastres y los planes de desarrollo sostenible de los países que supuestamente enfrentan altos riesgos de sufrir catástrofes naturales".
"Los desastres son un tema que incide en el desarrollo, porque desbaratan gran parte del trabajo realizado para impulsarlo. El estudio de zonas propensas a sufrir grandes desastres naturales nos facilita, por primera vez, un marco de referencia de los riesgos naturales en todo el mundo llevado a cabo con una misma metodología. Este marco permite a las autoridades responsables fijar prioridades, decidir dónde asignar primero los recursos y cuáles asuntos revisten mayor urgencia", explica Maryvonne Plessis-Fraissard, directora de Transporte y Desarrollo Urbano del Banco Mundial. Los datos revelan que los desastres naturales pueden tener "efectos devastadores" y que a algunos países les ha tocado "sufrir injustamente" demasiadas catástrofes. De hecho, es una realidad que los países pobres con frecuencia son también los "más propensos" a sufrir desastres naturales. Y, como las desgracias nunca vienen solas, es "probable" que estos efectos se agraven debido al "cambio climático, la acelerada urbanización y la degradación ambiental", afirma Arnold.


Basta sólo uno.
El análisis mundial ha descubierto algo sorprendente: el elevado número de países propensos a "sufrir múltiples riesgos, cuando basta con sólo uno para destruir una economía y una comunidad". Si bien hay en curso una "abultada cartera de proyectos de recuperación" en todo el mundo, son pocos los que adoptan un enfoque "proactivo" ante los desastres. Sin embargo, los expertos en ordenación del territorio sostienen que es "mucho lo que se puede hacer para disminuir los efectos negativos de los ciclones, los terremotos y otros peligros". Entre estas actuaciones destacan la "mejora de los códigos de construcción, la planificación del uso del suelo y la preparación ante desastres".
De haber sido realidad alguna de estas actuaciones, muchas de las 20.000 víctimas mortales del terremoto que en enero de 2001 azotó a la provincia india de Gujarat fallecieron por el colapso de los pesados techos de tejas. Días después, cuando se registró un terremoto de similar intensidad en Estados Unidos "a la gente sólo se le derramó el café Starbucks nadie murió", afirma Margaret Arnold.


Problema básico.
"Cuando vemos diferencias tan enormes, estamos ante un problema básico de desarrollo y debemos contabilizar estos acontecimientos como externalidades: situaciones terribles que pueden suceder a nuestros clientes y a nuestros proyectos y a las cuales tenemos que ajustarnos. Es el entorno en que vivimos, es nuestro planeta, y son cosas que ocurren; pero podemos programarnos para cuando ocurran".
Muchos de los techos en la provincia de Gujarat estaban proyectados para resistir las fuertes lluvias monzónicas, pero eran peligrosos en caso de un terremoto. "Por este motivo necesitamos entender todos los peligros que pueden afectar a una comunidad", afirma Arnold.
Es algo directamente relacionado con la misión del Banco Mundial de luchar contra la pobreza, en particular para los desplazados a zonas marginales, como llanuras sujetas a inundaciones, y que no tienen recursos para reconstruir sus hogares después de un desastre.