Narbona rejects a 200 cubic hectometers dam.
Tue, 26/09/2006
Dieciséis años después de que quedara recogido en el histórico Pacto del Agua de Aragón, la ministra de Medio Ambiente anunció ayer en Zaragoza que el embalse de 192 hectómetros cúbicos para la regulación del río Gállego queda descartado.
En una interpretación de los documentos de la Comisión del Agua de Aragón que no gustó al PP ni a los regantes del Alto Aragón, Cristina Narbona abogó ayer por revisar el proyecto, para el que marcó tres condiciones: no inundar ningún núcleo habitado -el pequeño pueblo de Erés, apenas poblado, sería el único que hubiera podido quedar anegado-, permitir la laminación de avenidas del Gállego para su posterior almacenamiento en balsas laterales y poder mantener las actividades de turismo desarrolladas en torno a este río.
Apenas se refirió, en cambio, a las 20.000 hectáreas que los agricultores esperaban que se pudiera regar con el proyecto inicial.
Sin opción a una segunda fase
La Comisión del Agua de Aragón, en el que están representadas las administraciones, los partidos y distintos colectivos afectados, no había llegado en los últimos meses a cerrar un acuerdo sobre el futuro del embalse de Biscarrués, que en el Pacto de 1992 aparecía con una capacidad de 192 hectómetros pero que era fuertemente rechazado por los detractores de las grandes obras hidráulicas. En el documento que se aportó al Ministerio figuraban, por tanto, las distintas posturas existentes, si bien el Gobierno de Aragón dejaba claro que su opción era un embalse de 35 hectómetros cúbicos complementado con balsas laterales que pudieran almacenar otros 320. Pero, en esta opción, se dejaba abierta la posibilidad para que en una segunda fase se ampliase la obra hasta poder alcanzar los 192 hectómetros. A esta segunda fase es a la que ayer cerró la puerta Cristina Narbona, de modo que sólo se podrá aspirar a un embalse reducido, aunque apoyado en las balsas laterales. La ministra no precisó la capacidad y fue el consejero de Medio Ambiente, el aragonesista Alfredo Boné, quien apuntó que se refería al proyecto de 35 hectómetros.
El PP fue el único partido que se mostró en contra de la decisión y amenazó con recurrirla, porque, a su juicio, la ministra ha engañado a los aragoneses. Para el presidente regional de los populares, Gustavo Alcalde, el de ayer era «el día de la infamia» para Aragón. «Nos han metido un gol por toda la escuadra al endosarnos unos importantes gastos», como es que las balsas laterales que incluye la regulación del Gállego como complemento al pantano de Biscarrués, modificado, sean pagadas por el Gobierno de Aragón, y eso «no fue lo que acordó y aprobó la Comisión del Agua con el voto del PP», protestó.
El PP pedirá, además, que se reúna urgentemente la Comisión del Agua en Aragón, además de la dimisión del consejero de Medio Ambiente.
Por otra parte, Cristina Narbona quiso defenderse de las críticas por el escaso avance de las obras hidráulicas en la Comunidad esgrimiendo el dato de 150 millones de euros de inversión en Aragón desde 2005.
Incluso, criticó de forma más o menos velada al anterior Gobierno, al anunciar un plan de restitución de la zona que compense «la parálisis inversora» provocada por el anterior proyecto de Biscarrués y fomente la diversificación económica.
En una interpretación de los documentos de la Comisión del Agua de Aragón que no gustó al PP ni a los regantes del Alto Aragón, Cristina Narbona abogó ayer por revisar el proyecto, para el que marcó tres condiciones: no inundar ningún núcleo habitado -el pequeño pueblo de Erés, apenas poblado, sería el único que hubiera podido quedar anegado-, permitir la laminación de avenidas del Gállego para su posterior almacenamiento en balsas laterales y poder mantener las actividades de turismo desarrolladas en torno a este río.
Apenas se refirió, en cambio, a las 20.000 hectáreas que los agricultores esperaban que se pudiera regar con el proyecto inicial.
Sin opción a una segunda fase
La Comisión del Agua de Aragón, en el que están representadas las administraciones, los partidos y distintos colectivos afectados, no había llegado en los últimos meses a cerrar un acuerdo sobre el futuro del embalse de Biscarrués, que en el Pacto de 1992 aparecía con una capacidad de 192 hectómetros pero que era fuertemente rechazado por los detractores de las grandes obras hidráulicas. En el documento que se aportó al Ministerio figuraban, por tanto, las distintas posturas existentes, si bien el Gobierno de Aragón dejaba claro que su opción era un embalse de 35 hectómetros cúbicos complementado con balsas laterales que pudieran almacenar otros 320. Pero, en esta opción, se dejaba abierta la posibilidad para que en una segunda fase se ampliase la obra hasta poder alcanzar los 192 hectómetros. A esta segunda fase es a la que ayer cerró la puerta Cristina Narbona, de modo que sólo se podrá aspirar a un embalse reducido, aunque apoyado en las balsas laterales. La ministra no precisó la capacidad y fue el consejero de Medio Ambiente, el aragonesista Alfredo Boné, quien apuntó que se refería al proyecto de 35 hectómetros.
El PP fue el único partido que se mostró en contra de la decisión y amenazó con recurrirla, porque, a su juicio, la ministra ha engañado a los aragoneses. Para el presidente regional de los populares, Gustavo Alcalde, el de ayer era «el día de la infamia» para Aragón. «Nos han metido un gol por toda la escuadra al endosarnos unos importantes gastos», como es que las balsas laterales que incluye la regulación del Gállego como complemento al pantano de Biscarrués, modificado, sean pagadas por el Gobierno de Aragón, y eso «no fue lo que acordó y aprobó la Comisión del Agua con el voto del PP», protestó.
El PP pedirá, además, que se reúna urgentemente la Comisión del Agua en Aragón, además de la dimisión del consejero de Medio Ambiente.
Por otra parte, Cristina Narbona quiso defenderse de las críticas por el escaso avance de las obras hidráulicas en la Comunidad esgrimiendo el dato de 150 millones de euros de inversión en Aragón desde 2005.
Incluso, criticó de forma más o menos velada al anterior Gobierno, al anunciar un plan de restitución de la zona que compense «la parálisis inversora» provocada por el anterior proyecto de Biscarrués y fomente la diversificación económica.