Eels, lost time ago, inhabit again Leon rivers

Fri, 08/09/2006

Diario de León

Una de las especies piscícolas mas castigadas por el progreso ha sido, sin duda, la anguila de río. Hace algunas décadas este pez resultaba muy abundante en la mayoría de los cursos fluviales, llegando incluso a colonizar las cabeceras de arroyos y fuentes de alta montaña. Todos los ríos de León tenían anguilas, tanto en la cuenca del Duero como en la del Sil. El río Cabrera y la laguna de Carucedo eran lugares especialmente prolíficos para esta especie que, desde el punto de vista gastronómico, resulta exquisita. La construcción de pantanos y grandes presas supuso la creación artificial de obstáculos insalvables para un pez que, en su madurez, ha de regresar al mar para desovar en las profundidades del mar de los Sargazos. Posteriormente, y tras un larguísimo viaje, los alevines retornan al mismo río y, pese a las grandes bajas que sufren incluida la pesca de angulas, colonizan las mismas aguas hasta que, de nuevo, alcanzan la madurez sexual y vuelven al mar. En algunos países europeos el obstáculo que suponen los muros de los pantanos se suavizan con escalas por las que las anguilas siguen subiendo y bajando. En España, sin embargo, esto no se ha hecho lo que ha supuesto la práctica desaparición de la especie en muchas cuencas. La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, en un intento de recuperar esta indudable riqueza, ha repoblado con pequeñas anguilas varias cuencas fluviales. Así hace algunos años, fueron soltados miles de individuos en el Esla, a la altura de Benavente. También, y para regular su pesca se estableció un cupo de tres ejemplares con una talla mínima de treinta centímetros. La presencia de anguilas resulta muy difícil de apreciar, ya que permanecen semienterradas en la arena y sus hábitos son nocturnos o crepusculares. Ocasionalmente, sin embargo, alguna anguila sorprende a los pescadores de cebo, lombriz especialmente enganchándose en el anzuelo. Resulta un pez muy luchador que fácilmente rompe el sedal con sus afilados dientes. El problema de las anguilas, pese a las repoblaciones, sigue sin resolverse, pues no está garantizada su reproducción natural.