Overheating process contributes to severe weather wich brings floodings
Mon, 21/08/2006
Los estudios científicos del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) indican que el sobrecalentamiento experimentado este año en la Cuenca Mediterránea favorece las condiciones que propician la descarga de lluvias torrenciales en otoño.
La tendencia no es nueva. De hecho, la temperatura del ambiente y del agua del mar ha experimentado un incremento de hasta tres grados de temperatura en los últimos cincuenta años. Según los datos recogidos por el CEAM en el último medio siglo, el sobrecalentamiento derivado de la contaminación y de la destrucción de los humedales costeros tiene dos efectos simultáneos: el descenso de las tormentas de verano y el incremento de las lluvias torrenciales.
La reducción de la humedad provoca que las masas húmedas elevadas al interior retornen al mar sin precipitar y (mezcladas con contaminantes y vapor de agua) sobrecalienten el agua durante periodos de entre 3 y 10 días. Esta concentración aumenta la temperatura del agua y del ambiente y en otoño desencadena virulentas lluvias torrenciales en puntos de la cuenca mediterránea y del continente europeo difíciles de predecir (Córcega, Cerdenya, norte de África, Europa Central, Europa del Este.).
El destino de dichas precipitaciones, también conocidas como gota fría, dependerá del sentido de los vientos.
Las lluvias torrenciales, que suelen llegar a la costa castellonense cuando los vientos soplan del este, pueden acelerar la desertificación en una franja de 40 kilómetros entre la costa y el interior.
Durante los últimos años, el coste de las inundaciones (con las correspondientes ayudas y medidas de urgencia) ha superado con mucho las inversiones pendientes de ejecutar en materia de prevención.
Los principales daños han repercutido en las campañas agrícolas, en viviendas y en la destrucción parcial o total de infraestructuras diversas. Y un año más, las prometidas obras de prevención no estarán listas para la llegada de la gota fría.
La tendencia no es nueva. De hecho, la temperatura del ambiente y del agua del mar ha experimentado un incremento de hasta tres grados de temperatura en los últimos cincuenta años. Según los datos recogidos por el CEAM en el último medio siglo, el sobrecalentamiento derivado de la contaminación y de la destrucción de los humedales costeros tiene dos efectos simultáneos: el descenso de las tormentas de verano y el incremento de las lluvias torrenciales.
La reducción de la humedad provoca que las masas húmedas elevadas al interior retornen al mar sin precipitar y (mezcladas con contaminantes y vapor de agua) sobrecalienten el agua durante periodos de entre 3 y 10 días. Esta concentración aumenta la temperatura del agua y del ambiente y en otoño desencadena virulentas lluvias torrenciales en puntos de la cuenca mediterránea y del continente europeo difíciles de predecir (Córcega, Cerdenya, norte de África, Europa Central, Europa del Este.).
El destino de dichas precipitaciones, también conocidas como gota fría, dependerá del sentido de los vientos.
Las lluvias torrenciales, que suelen llegar a la costa castellonense cuando los vientos soplan del este, pueden acelerar la desertificación en una franja de 40 kilómetros entre la costa y el interior.
Durante los últimos años, el coste de las inundaciones (con las correspondientes ayudas y medidas de urgencia) ha superado con mucho las inversiones pendientes de ejecutar en materia de prevención.
Los principales daños han repercutido en las campañas agrícolas, en viviendas y en la destrucción parcial o total de infraestructuras diversas. Y un año más, las prometidas obras de prevención no estarán listas para la llegada de la gota fría.