Hight temperatures in Ebro river causes stoppage in Garoña nuclear power station
Tue, 25/07/2006
Poco después de la una y media de la madrugada del domingo la central nuclear de Santa María de Garoña fue detenida porque el agua del Ebro, empleada para refrigerar su reactor, estaba demasiado caliente. El portavoz de la central, Elías Fernández, aseguró a ABC que «es la primera vez que esto sucede en sus treinta años de historia».
Durante un verano normal, el agua del Ebro fluye a una temperatura media de 22 o 23 grados, pero el pasado sábado, después de varios días de intenso calor, alcanzó los 25 grados, superando el límite que la normativa especifica para la central. Inmediatamente, se procedió a aplicar el protocolo previsto para estos casos en sus especificaciones técnicas de funcionamiento y la central fue detenida.
El suceso, según comentaron expertos del Consejo de Seguridad Nuclear a ABC, aunque ya se ha producido alguna vez, es poco habitual en España. Sin embargo, otros países europeos como Francia o Alemania sufren con más intensidad las subidas de temperatura. Este verano, el Gobierno francés ha permitido incrementar, excepcionalmente, la temperatura máxima a la que las centrales pueden devolver a los ríos el agua que emplean para su refrigeración. La medida pretende evitar que se vuelva a repetir la situación de 2003, cuando el calor obligó a cerrar o reducir significativamente la potencia de 16 de sus 58 reactores, con pérdidas económicas notables para la compañía eléctrica estatal. En Alemania, varias centrales han tenido que reducir ya su producción porque el agua de los ríos está demasiado caliente.
Reducción del caudal y desembalse
Además de calentar el agua, el clima actuó de otra manera en el parón de Garoña. La escasez provocada por la sequía hizo que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) redujese la cantidad de agua desembalsada desde los embalses de cabecera y con él el caudal del río. El portavoz de Garoña indicó que desde la central se pidió a la CHE que «normalizara inmediatamente el caudal, y así lo hizo». Ahora, se está a la espera de que las aguas del Ebro «se enfríen un poco» y recuperen las temperaturas habituales. La intención de la dirección de la central era ponerla en funcionamiento a lo largo de la pasada madrugada, siempre y cuando la temperatura del agua sea adecuada.
Pese a lo sucedido en Garoña, la producción energética de las nucleares españolas no está en peligro. «El diseño original de las centrales en España tuvo en cuenta nuestro clima cálido, y el impacto de las altas temperaturas es menor», explicó el subdirector de ingeniería del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Antonio Munuera. Sobre la posibilidad de que otras centrales se tuviesen que detener por el calentamiento de las fuentes de agua que las refrigeran, Munuera afirmó que no hay preocupación porque todas «tienen varios grados de margen». «No obstante -añadió el técnico del CSN-, si las temperaturas se aproximasen a los valores límite, se tomarían medidas».
El mensaje del Ministerio de Industria fue de confianza. Portavoces oficiales afirmaron que España no tendrá los problemas de abastecimiento que afectaron a Francia cuando fallaron sus reactores. «No dependemos tanto de la energía nuclear como Francia -que basa el 80% de producción eléctrica en el átomo-, Garoña es una de las centrales pequeñas y aún tenemos margen para continuar con el abastecimiento».
Durante un verano normal, el agua del Ebro fluye a una temperatura media de 22 o 23 grados, pero el pasado sábado, después de varios días de intenso calor, alcanzó los 25 grados, superando el límite que la normativa especifica para la central. Inmediatamente, se procedió a aplicar el protocolo previsto para estos casos en sus especificaciones técnicas de funcionamiento y la central fue detenida.
El suceso, según comentaron expertos del Consejo de Seguridad Nuclear a ABC, aunque ya se ha producido alguna vez, es poco habitual en España. Sin embargo, otros países europeos como Francia o Alemania sufren con más intensidad las subidas de temperatura. Este verano, el Gobierno francés ha permitido incrementar, excepcionalmente, la temperatura máxima a la que las centrales pueden devolver a los ríos el agua que emplean para su refrigeración. La medida pretende evitar que se vuelva a repetir la situación de 2003, cuando el calor obligó a cerrar o reducir significativamente la potencia de 16 de sus 58 reactores, con pérdidas económicas notables para la compañía eléctrica estatal. En Alemania, varias centrales han tenido que reducir ya su producción porque el agua de los ríos está demasiado caliente.
Reducción del caudal y desembalse
Además de calentar el agua, el clima actuó de otra manera en el parón de Garoña. La escasez provocada por la sequía hizo que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) redujese la cantidad de agua desembalsada desde los embalses de cabecera y con él el caudal del río. El portavoz de Garoña indicó que desde la central se pidió a la CHE que «normalizara inmediatamente el caudal, y así lo hizo». Ahora, se está a la espera de que las aguas del Ebro «se enfríen un poco» y recuperen las temperaturas habituales. La intención de la dirección de la central era ponerla en funcionamiento a lo largo de la pasada madrugada, siempre y cuando la temperatura del agua sea adecuada.
Pese a lo sucedido en Garoña, la producción energética de las nucleares españolas no está en peligro. «El diseño original de las centrales en España tuvo en cuenta nuestro clima cálido, y el impacto de las altas temperaturas es menor», explicó el subdirector de ingeniería del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Antonio Munuera. Sobre la posibilidad de que otras centrales se tuviesen que detener por el calentamiento de las fuentes de agua que las refrigeran, Munuera afirmó que no hay preocupación porque todas «tienen varios grados de margen». «No obstante -añadió el técnico del CSN-, si las temperaturas se aproximasen a los valores límite, se tomarían medidas».
El mensaje del Ministerio de Industria fue de confianza. Portavoces oficiales afirmaron que España no tendrá los problemas de abastecimiento que afectaron a Francia cuando fallaron sus reactores. «No dependemos tanto de la energía nuclear como Francia -que basa el 80% de producción eléctrica en el átomo-, Garoña es una de las centrales pequeñas y aún tenemos margen para continuar con el abastecimiento».